Cruzar la frontera

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La brisa fría e invernal azota sobre mi rostro pálido, con mis mejillas ligeramente sonrosadas. Efecto de que llegan a quemarse por la baja temperatura.

Cada paso que da Cato, me acerca más hacia la guerra y batallas cercanas. Tengo la opción de quedarme dormida en su lomo, pero los nervios y anticipación no me lo permiten.
Los largos mechones amarillos que rodean su cuello están cubiertos de una fina capa de escarcha.

Me acerco hacia su cogote empujándome de mis piernas y pies, hasta llegar lo más cerca que logro. Froto mis manos en su cuello, quitando la escarcha y dejándola en una caída libre de 12 metros.

"Ugh... Gracias" Lo escucho bufar levemente luego de decir eso, casi haciéndome saltar por el rebote que provocó en su pecho.
"De nada" Me devuelvo a su lomo, aferrándome a la calidez que irradia.

Suelto un suspiro acompañado de aire condensado resbalándose sobre mis labios, haciendo evidente la presencia del frío. El ambiente está cubierto de un silencio temeroso. Todos los de aquí somos tan solo aprendices. No tenemos experiencia alguna en batalla, nunca nos vimos en la guerra tan rápidamente.

No hay tiempo para pensar en eso. ¿No hubo segundas oportunidades? Pues no las perdimos. No hay nada más que hacer. Lamentarse no sirve de nada en este momento. Momento en que nuestros animales caminan, llevándonos hacia la lucha con ellos.

Creo que la directora está hablando, dando palabras importantes hacia nosotros. Pero estoy demasiado perdida en mis pensamientos como para que realmente me importe lo que modula.

En este punto, a nadie le interesa lo que quiera decir. Todos están concentrados en qué pasará después.
A nadie le importa el presente.

"No pienses tanto. Concéntrate en lo que hay que hacer y ya"
"Como si fuese tan fácil"
"Sería más fácil si no le dieras tanta importancia" ¿Cómo se supone que no le voy a dar importancia a morir?

De ahora en adelante, mi vida está en juego.
Puedo ver a pocos pasos niebla y árboles quemados. Ya nos explicaron esto antes. Estamos más lejos de Aglasiag, y más cerca del territorio enemigo: Kaihon.

Lo único que separa Aglasiag de Kaihon es la tremenda montaña nevada que nos pertenece. Al cruzarla, están los pueblos y la Academia. Toda la montaña está cubierta de un agudo sistema de seguridad.

Sistema que, solo los residentes de Aglasiag pueden cruzar. La línea fronteriza está frente nuestro, estamos a punto de cruzar la montaña completamente, el aire ligero cambiando al espeso de la niebla. Mis fosas nasales alertándome con cierto dolor por el roce provocado en las mucosas de mi nariz.

Kaihon no es distinto a Aglasiag en ese sentido. Su sistema de seguridad es igual de cuidadoso que el de Aglasiag: muy agudo.
Hay límites fronterizos. Si los cruzamos, estaremos declarando la guerra.

Eso es justamente lo que vamos a hacer ahora. Estamos con nuestros animales y cuerpos en su mejor condición, todos acostumbrados a temperaturas bajo cero. Obligados a habernos acostumbrado, por el simple hecho de haber cruzado una montaña de nieve, sobrevivir al frío mortal, respirar con los pulmones rotos de lo helado que llegaba a ser el ambiente.

La directora da la señal que todos esperábamos con nerviosismo. Está dándonos paso a la guerra.
Los primeros en cruzar los límites entre Aglasiag y Kaihon somos los vinculados con el fuego. El frío me recorre a flor de piel, contando los nervios y cierto pequeño temor.

Precipita en mis oídos el ruido de nuestros animales corriendo, cruzando la fina línea que separa las tierras. El lugar es inundado por rugidos y garras clavándose en la tierra, desafiantes ante cualquier enemigo.

Me aferro a Cato, clavando mis dedos en su pelaje largo y alborotado. Cato da un paso hacia adelante. Luego otro y otro, hasta que salto de sorpresa por el ruido agudo de una alarma.

Escucho pasos grandes y fuertes de lejos, acercándose con rapidez hacia nuestra posición. Es más de una persona, claramente. Ha de ser una manada.

Lo último que logro ver es una flecha en alto hacia mí, y a Zack con su brazo estirado. Pronto, me envuelvo en una esfera de tierra firme, con unos cuantos centímetros que separan mi cuerpo de la tierra. La esfera retumba, dándome a entender que la flecha venía hacia mí.

Escucho el mismo sonido múltiples veces, haciendo retumbar mi estrecho entorno actual. Pero yo ya tenía mis manos en alto, preparada para devolver el ataque para cuando la esfera rompa.

No utilizaré el espacio reducido por ahora, ya que aún debo ahorrar energía. Si lo utilizo tan solo una vez, no creo poder mantenerme en pie. No es como si en algún momento lo haya logrado usar sin desmayarme después.
¿Cómo protegeré a todos así?

Soy tan débil...

...

"Si fueses tan débil, nunca me hubiera vinculado contigo."

"¿Crees que algún día seré lo suficientemente fuerte?"

"Ya lo eres. Ahora, pelea por ti y los demás"

Es cierto. No tengo que pensar tanto en la guerra. Pequeñas partes de tierra seca y dura caen sobre mi cabeza, avisándome que la esfera que me protegía ha roto.

Mis brazos ya levantados no hacen mínimo esfuerzo por liberar una llamarada de fuego hacia el lugar desde donde venían las flechas, dejándome un calor insoportable en las palmas, pero que últimamente me he comenzado a acostumbrar.

No me tomo el tiempo ni siquiera de ver si logré hacerle daño, tan solo giro mi cuerpo hacia un pequeño ruido que escuché a mi izquierda.
Detrás de ese árbol, mi agudo oído logró escuchar algo, seguido de un molesto ruido que se provoca cuando mi oreja gatuna se gira en 90 grados.

Mis ojos visualizan una figura en la oscuridad. Solo
es un milisegundo, pues seguido de eso una fina daga se acerca hacia mi a kilómetros por hora, y no logro moverme ni siquiera por reflejo, cuando ya tengo la daga atravesada en mi muslo.

Ahogó un grito del dolor, mis brazos caen, dejándome completamente expuesta. Tomo mi muslo, apretándolo con cierta inconsciencia. Escucho a Cato rugir y saltar hacia el árbol sin importarle nada, haciéndolo caer al piso acompañado de la persona. Creo que la persona sigue viva, en verdad no estoy atenta a eso.

El dolor me hace respirar con dificultad, trago más aire de lo que mi cuerpo puede soportar.

Mi muslo dañado tiembla, débil.

Esto es solo el comienzo de la guerra

•••
Volví pero no por mucho buaaaaaaa 😢

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⏰ Última actualización: Sep 13 ⏰

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