Elia Martell y la corona que no quería

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Elia está bailando con Doran; él ya no es tan joven, la princesa se da cuenta de esto cuando su hermano lucha por dar un paso hacia atrás.

Ella está considerando contárselo ahora; él es la única persona a la que considera prudente informar. No ha podido hacerlo porque Oberyn y Doran no han estado separados en todo el día.

Dioses, su terrible hermano menor siempre tenía que ser imprudente en los peores momentos. Había estado coqueteando con una de las primas de Mace Tyrell; tuvieron suerte de que Doran se enterara y obligara a Oberyn a quedarse a su lado durante el resto de la semana, incluso prohibiéndole participar en el torneo.

Fue una decisión prudente, demasiado buena en realidad, porque si Oberyn deshonra a una de las chicas Tyrell o daña a algún noble del Dominio durante el torneo, probablemente querrán la cabeza de su hermano, y el séquito de Doran no es lo suficientemente grande para protegerlo de todo el Dominio, así que solo tienen que asegurarse de que Oberyn no haga nada estúpido.

Pero al retener a Oberyn, los planes de Elia se arruinaron. No podía hablar con su hermano mayor a solas. No había planeado decir nada sobre lo extraño que era el príncipe, no hasta hoy, porque el príncipe afirmó estar "observándola" y la describió como un "sol", esas eran palabras muy extrañas, necesitaba discutirlas con alguien que pudiera entender su significado.

Oberyn sería su primera opción para todo, pero no con esto, porque si le contaba a su hermano menor lo incómoda que la hacía sentir el príncipe heredero y cómo había dicho que ella sería una "buena reina", su hermano probablemente exigiría una pelea contra el príncipe heredero, y su hermano era muy hábil, no dudaría que encontraría la manera de enfrentarlo.

Si Oberyn Martell, el segundo príncipe de Dorne, también conocido como la Víbora Roja, dañaba al príncipe heredero en el Dominio, estaría muerto. Ninguno de estos señores quería a los dornienses; cuando se trataba de elegir entre un príncipe dorniense y el príncipe Targaryen, la respuesta era obvia.

—Estás muy callado —dice Doran—. ¿Pasa algo?

Elia piensa en decírselo en ese momento; no cree que haya un mejor momento. Doran no dejaría solo a su hermano, y si ella le pidiera hablar en privado con él, Oberyn querría saber de qué quería hablar, y su hermano menor no era tonto; obtendría la respuesta.

Sin embargo, están en un lugar público, a la vista y al oído de todos; la araña del rey podría estar en cualquier lugar, por lo que Elia no dice nada.

"Sólo estoy pensando en Dorne", susurra.

Su hermano había intentado decir algo cuando oyó una voz terriblemente familiar que lo interrumpió.

"¿Puedo?", pregunta el príncipe heredero.

Elia quería gritar que no. Doran no notó su incomodidad y detuvo el baile.

—Por supuesto, Su Gracia —responde su hermano y la deja en brazos de aquel extraño hombre.

Rhaegar la sujeta rápidamente por la cintura y toma su mano de inmediato. Ella no puede creer que hace apenas unos momentos estaba en los brazos de su hermano.