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Cuando todos se prepararon para partir, los guardias se alistaron para ir en busca de Hades, mientras Uma, Celia y Harry se preparaban para regresar a la Isla de los Perdidos. Yo caminé junto a ellos hasta la salida de Auradon, donde una limusina ya los esperaba. Harry iba a irse... y la verdad es que no sabía si lo volvería a ver. El pensamiento me pesaba en el corazón, pero traté de mantener la compostura.

Cuando llegamos a la limusina, Uma y Celia subieron primero, dejando a Harry y a mí un momento a solas. Él me miró con esos ojos azules que tanto me encantaban, una mezcla de coquetería y una ternura que sabía cómo dirigir solo hacia mí.

—Princesa —dijo con esa sonrisa traviesa que me hacía sentir mariposas en el estómago—, parece que es hora de irnos.

Sentí un nudo en la garganta, pero me obligué a sonreírle de vuelta. No quería que me viera preocupada, aunque por dentro, no podía evitarlo.

—Mantendremos comunicación, Harry. Prometo que haré todo lo posible para que esa barrera se abra... y te estaré esperando.

Harry soltó una suave risa, una que me llenó de calidez.

—Sabes que siempre encuentro la manera de regresar, princesa. Pero tú mantente a salvo aquí. —Me tomó de la mano, acercándola a sus labios para depositar un beso suave en mis nudillos, haciendo que mi corazón latiera aún más rápido—. No puedo dejar que algo le pase a mi chica favorita en Auradon.

Me despedí de él con una sonrisa que trataba de ocultar mis sentimientos. No quería que se fuera, pero sabía que debía hacerlo. Harry subió a la limusina, y justo antes de que la puerta se cerrara, me lanzó una última mirada, llena de esa mezcla de confianza y coquetería.

—No te preocupes, princesa. Nos veremos pronto.

Las puertas se cerraron, y la limusina comenzó a moverse. Me quedé allí, observando cómo se alejaba, con una promesa en mi corazón. Haría todo lo posible para que esa barrera se abriera y, hasta entonces, esperaría el día en que Harry y yo nos volviéramos a encontrar.








H A R R Y

Habían pasado dos días desde que dejamos Auradon, dos días en los que no dejé de pensar en mi princesa. Estaba en la entrada de la Isla, junto a Uma, Celia, y Gil. Todos estábamos expectantes, esperando el momento en que la barrera, esa maldita barrera que nos había mantenido encerrados, cayera. Sabía que Mal había logrado derribarla, pero también estaba seguro de que Chloe había tenido algo que ver en eso. No me cabía duda de que ella había hecho todo lo posible para que ese momento llegara. Mi princesa...

El puente que conectaba la Isla con Auradon se hizo visible, y ahí estaban, Mal y su grupo venían a recibirnos. Los de la Isla comenzamos a caminar hacia ellos, finalmente cruzando el puente que nos había separado de Auradon por tanto tiempo. Mientras avanzábamos, mis ojos no dejaban de buscarla. ¿Dónde estaba Chloe? ¿Todavía estaría en Auradon?

Al llegar al otro lado, todos de la Isla corrieron, emocionados de estar en Auradon por fin. Uma abrazó a Mal, pero yo apenas podía concentrarme en eso, porque la preocupación crecía en mi interior. No verla me estaba volviendo loco.

—¿Y tú? —dijo Uma, interrumpiendo mis pensamientos. Me miró con esa sonrisa pícara que solo ella sabía hacer—. ¿Cómo es que nunca te había visto tan bien con una chica?

Encogí los hombros con una sonrisa, tratando de disimular el hecho de que estaba un poco fuera de mí.

—¿Y quién podría resistirse a mí? —respondí con la misma confianza de siempre, aunque en el fondo, mis pensamientos estaban en otra parte.

Descendientes | Harry Hook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora