2

146 13 2
                                    




Después de la reunión, Mal y yo fuimos a buscar a Evie para pasar un rato juntas. Aunque el ambiente estaba cargado de preocupación, intenté distraerme un poco. Entramos al salón principal y me encontré con Carlos, quien estaba charlando animadamente. Decidí mantener las cosas ligeras, así que me uní a él y comenzamos a reír sobre las travesuras del pasado.

Mal, sin embargo, tenía otros asuntos que atender y nos dijo que iba a irse. Me quedé con Carlos, disfrutando de la compañía y olvidando, por un momento, la gravedad de la situación. Pero tan pronto como Mal salió, un ruido proveniente del pasillo nos hizo sobresaltarnos.

—¿Qué fue eso? —preguntó Carlos, con una expresión de sorpresa.

Salimos corriendo y, al doblar la esquina, nos encontramos con una escena alarmante. Mal estaba de pie en el umbral, pero no en la forma que conocíamos. Su figura se había convertido en la de una anciana. Me quedé estupefacta, mientras Mal miraba alrededor con una mezcla de frustración y resignación.

—Mal, ¿qué ha pasado? —pregunté, tratando de ocultar mi angustia.

Mal, con su nueva apariencia, parecía tan segura como siempre, aunque su voz estaba llena de preocupación.

—Parece que Audrey ha lanzado un hechizo sobre mí. —dijo con una voz que ahora sonaba más frágil—. No hay hechizo que pueda revertir un hechizo del cetro.

Carlos, observando la escena con un poco de miedo, dijo:

—¡Esto es increíble! No puedo creer que Audrey haya ido tan lejos.

Mal hizo un gesto de desdén, intentando mantener la calma.

—Olvídense de mí. Audrey tiene el cetro y busca venganza. Todo Auradon está en riesgo.

Evie se acercó con preocupación.

—¿Entonces qué hacemos?

Mal, a pesar de su estado, mantuvo su determinación.

—Lo único más poderoso que el cetro es la brasa de Hades.

Jay, con un toque de sarcasmo, comentó:

—Claro, Hades les dará la brasa, como si eso fuera fácil. Primero hay que enviarlo de vuelta a la isla.

—Nadie sabe dónde está Hades. Pero Celia, una de las chicas de la Isla de los Perdidos, podría saber. A veces le ayuda y su llave está en su casa— Evie agregó, con una mirada pensativa:

Mal se volvió hacia nosotros con una mirada de resolución.

—Entonces, Celia vendrá con nosotros.

—¡Pero acabo de llegar! —Celia protestó.

Le respondí, intentando aligerar el ambiente:

—Celia, entiendo que es mucho pedir, pero necesitamos tu ayuda. La situación es grave, y tú eres nuestra mejor opción.

Mientras los chicos iban a buscar sus cosas, Mal, Evie y yo nos quedamos para hacer un último chequeo de lo que necesitábamos. Mal intentó mantener una actitud positiva, a pesar de su aspecto.

—Estoy mal no. —dijo con una sonrisa tenue.

Evie y yo la miramos, tratando de apoyar a Mal.

—Mal. Eres una hermosa anciana.

Con una sonrisa forzada, Mal asintió, y aunque la situación era desesperada, intentamos mantener el ánimo. Mientras Jay y Carlos regresaban con sus pertenencias, nos preparábamos para la siguiente fase de nuestra misión: encontrar a Celia, obtener la brasa de Hades y enfrentar a Audrey antes de que fuera demasiado tarde.

Descendientes | Harry Hook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora