|Capítulo 12|

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Los días siguientes fueron un torbellino de actividad para la Unidad de Inteligencia. Con la nueva información sobre "Los Sabuesos", Hank y el equipo trabajaron sin descanso para reunir pruebas, localizar a los líderes y trazar un plan de acción. Cada miembro del equipo tenía un papel crucial, y Kelsey se encontraba en el centro de la estrategia, usando su perspicacia para desentrañar la red de contactos y transacciones que mantenían a la banda operativa.

Esa mañana, el equipo se reunió nuevamente en la sala de reuniones. La tensión en el aire era casi tangible. El plan que habían diseñado estaba a punto de ponerse en marcha, y todos sabían que cualquier error podría costarles caro.

– Esta es nuestra oportunidad –dijo Hank, su voz grave y firme como siempre–. "Los Sabuesos" han estado operando en las sombras durante demasiado tiempo. Es hora de sacarlos a la luz y derribar toda su estructura.

En el centro de la mesa, un mapa de la ciudad de Chicago estaba cubierto de marcadores y anotaciones. Los puntos estratégicos donde los miembros de la banda se reunían, las rutas de transporte de armas, y los almacenes que usaban para almacenar mercancía robada, todo estaba señalado con precisión. El plan era ambicioso, pero si funcionaba, podría desmantelar la operación de la banda en un solo golpe.

– Ruzek, Burgess –continuó Hank–, ustedes se encargarán de asegurar el perímetro en el punto de encuentro principal. No podemos dejar que nadie escape. Antonio, tú y Olinsky seréis los primeros en entrar. Necesitamos tomar el control antes de que puedan reaccionar. Erin y Jay, estaréis cubriendo las entradas secundarias. Kelsey y yo iremos por el líder. Vamos a tomarlo por sorpresa.

Kelsey asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad. Sabía que Hank confiaba en ella, y no quería defraudarlo. Este era su momento de demostrar que era capaz de enfrentar cualquier reto, sin importar lo peligroso que fuera.

– ¿Todos listos? –preguntó Hank, mirando a cada uno de sus agentes.

Un murmullo de aprobación recorrió la sala. No había lugar para las dudas. Sabían que estaban bien preparados y que contaban con la mejor oportunidad para desbaratar a "Los Sabuesos".

– Nos vemos en el lugar –ordenó Hank.

El equipo se dispersó rápidamente, cada uno dirigiéndose a su puesto asignado. Kelsey y Hank se quedaron atrás un momento más, revisando los detalles finales del plan.

– Kelsey –dijo Hank, con un tono más suave del que solía usar en el trabajo–, quiero que sepas que estoy orgulloso de lo que has logrado hasta ahora. Sé que te he presionado, pero es porque veo de lo que eres capaz.

Ella lo miró, sorprendida por la confesión.

– Gracias, papá –respondió con sinceridad–. Sé que no siempre lo hago fácil, pero quiero que sepas que estoy aquí porque quiero estarlo, porque creo en lo que hacemos.

Hank asintió, con una ligera sonrisa que desapareció tan rápido como había aparecido.

– Vamos a terminar con esto –dijo, y ambos salieron de la sala.

***

La operación se llevó a cabo en un antiguo almacén en el lado sur de la ciudad, un lugar que "Los Sabuesos" habían estado usando como base para sus operaciones. A simple vista, el edificio parecía abandonado, pero la inteligencia recolectada por el equipo indicaba que era el epicentro de la red de tráfico de armas.

Ruzek y Burgess se movieron con precisión alrededor del perímetro, asegurándose de que no hubiera escapatorias. Antonio y Olinsky lideraron el equipo que se infiltró por la entrada principal, mientras Jay y Erin aseguraban las salidas secundarias. Todo estaba en su lugar.

Kelsey y Hank, por su parte, esperaban en un vehículo cercano, preparados para entrar cuando el momento fuera el adecuado. Kelsey miraba por la ventana, su mente enfocada en lo que estaba por venir. Sabía que este era un punto de no retorno. La captura del líder de "Los Sabuesos" no solo sería una victoria para el equipo, sino también una forma de demostrar su valía.

– Es ahora o nunca –murmuró Hank, mirando su reloj.

La señal llegó cuando Antonio informó que habían tomado el control de la entrada principal. Kelsey y Hank se movieron con rapidez y precisión, avanzando hacia el edificio. Se acercaron a una puerta lateral que, según la información obtenida, conducía directamente a las oficinas donde se encontraba el líder de la banda.

Entraron en silencio, con las armas desenfundadas y los sentidos en alerta máxima. El pasillo estaba oscuro, y la tensión era casi insoportable. Finalmente, llegaron a la puerta del despacho. Kelsey miró a su padre, que le hizo un gesto afirmativo. Sin dudarlo, Hank pateó la puerta, abriéndola de golpe.

El líder de "Los Sabuesos", un hombre corpulento con una cicatriz que le cruzaba la cara, levantó la vista con sorpresa. No tuvo tiempo de reaccionar antes de que Hank y Kelsey lo encañonaran.

– ¡Policía de Chicago! ¡Manos donde pueda verlas! –gritó Hank.

El hombre no se movió al principio, como si estuviera considerando sus opciones. Pero Kelsey no estaba dispuesta a darle una oportunidad.

– Ni lo intentes –dijo con voz firme, su dedo en el gatillo–. Estás rodeado. No tienes ninguna salida.

El hombre levantó las manos lentamente, con una sonrisa desafiante.

– Siempre hay una salida –respondió, y antes de que pudieran detenerlo, sacó una pistola que tenía escondida bajo el escritorio.

Todo pasó en un instante. Hank reaccionó al disparo del líder, lanzándose hacia Kelsey para protegerla. Ella, por su parte, disparó dos veces, impactando al hombre en el pecho. El líder cayó al suelo, muerto, mientras el eco de los disparos resonaba en la pequeña oficina.

Kelsey estaba en shock, pero Hank no perdió tiempo en asegurarse de que estaba bien.

– ¿Estás herida? –preguntó, mirándola con preocupación.

– No, estoy bien –respondió ella, aunque su voz temblaba un poco.

Hank la abrazó brevemente, sabiendo que, aunque habían ganado esta batalla, las secuelas emocionales podían ser difíciles de manejar.

El resto del equipo llegó momentos después, asegurándose de que la zona estaba despejada y de que no había más amenazas. La operación había sido un éxito rotundo, pero Kelsey sabía que lo que había vivido en esa oficina la perseguiría durante mucho tiempo.

Cuando todo terminó, el equipo regresó a la estación. Había un sentimiento de alivio en el aire, mezclado con la fatiga y la tensión de los eventos recientes. Kelsey se sentó en su escritorio, tratando de procesar lo que acababa de suceder.

Jay se acercó a ella, sentándose a su lado en silencio. No dijo nada, pero su presencia fue suficiente para que Kelsey supiera que no estaba sola.

– Lo hiciste bien, Kelsey –dijo finalmente–. Salvaste muchas vidas hoy.

Ella asintió, sabiendo que tenía razón, pero aún luchando con las emociones que la invadían.

– Gracias, Jay –respondió, agradecida por su apoyo.

Mientras la noche caía sobre Chicago, el equipo de la Unidad de Inteligencia sabía que habían dado un gran golpe a la criminalidad en la ciudad. Pero también sabían que la lucha estaba lejos de terminar. Para Kelsey, este solo era el comienzo de un camino que estaba decidida a recorrer, sin importar lo difícil que fuera.

Lost Girls Life |Chicago PD||J. H|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora