Capítulo 1

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UN TRATO.

Aurora.

Salí del baño y enseguida le extendí ambos brazos a Weber para que me esposara, cosa que hizo a los segundos.

—Nada como un buen baño en esta porquería.

Empezamos a caminar hacia las celdas.

—Ya te veías un poco sucia. —me dijo, queriendo molestar.

Rodé los ojos.

—¿De verdad? —solté un suspiro lastimero —. Pensé que el jabón carcelero me dejaba la cara reluciente. Se veía tan confiable...

Esta vez fue él quien rodó los ojos. Sonreí.

No habíamos dado más de tres pasos cuando se detuvo. Lo miré aburrida cuando me di cuenta de que le hablaban por él Inter comunicador en su oído.

—Si... —frunció el ceño —. Está bien... En un momento estaremos ahí, jefe.

—¿Estaremos? Eso me suena a mucha gente. —le entrecerré los ojos.

Weber me giró sin darme respuesta y tiró de mi brazo para que empezara a caminar con él en dirección contraria a las celdas.

—¿A donde me llevas?

—Quieren verte en una de las salas privadas.

—¿Eh? ¿Por fin me buscaste un precioso para tener algo de acción?

Sacudió la cabeza, reprimiendo una risa.

—Deja las confianzas para otro momento, Aurora, recuerda que me puedo meter en problemas.

Con eso cerré el pico. Era cierto, debía moderarme de vez en cuando con la confianza que le tenía a Weber. No estaba bien visto que una convicta se lleve tan bien con el guardia que estaba a cargo de ella.

Llegamos a una de las salas y el guardia que la estaba custodiando nos hizo saber que la persona que quería verme seguía con el jefe. Weber le dijo que podía retirarse y nos dejó solos.

—¿Quién es? —le pregunté a Weber, recostándome de la pared frente a la puerta. El pasillo era algo angosto.

Weber se encogió de hombros. Lo sabía, pero no iba a decirme. Cuanta traición.

Suspiré, mirando hacia un lado del pasillo con aburrimiento. Unos minutos después se escucharon pasos en nuestra dirección. Me quedé como estaba, viendo a dos guardias aparecer. Alguien venía detrás de ellos.

Entrecerré los ojos cuando ambos guardias se abrieron, pegándose a las paredes, mostrando a la figura imponente del director de la OEMR10.

Grayson Lennox.

No tan interesante su visita. De hecho, me la esperaba.

—Director Lennox. —Weber le dedicó un saludo militar.

Yo mientras tanto me tomé un momento para observarlo a detalle.

Llevaba puesto el uniforme de la organización, el cual era de un color gris plomo que contrastaba a la perfección con su piel. Esta vez lo traía completo, con la chaqueta correspondiente. De igual forma, se veía muy bien.

Demasiado follable.

Si, el tipo estaba para comérselo. No había necesidad de mentir.

Miré a Weber, sonriendo.

—Bueno, no me quejo. —me encogí de hombros, haciendo que me mirara más serio de lo normal.

Él entendía a lo que me refería, por eso sonreí un poco más, mirando de nuevo a Lennox, que ahora me veía a mi.

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