Adam se levantó de un salto, con el ceño fruncido y las manos temblorosas mientras se abotonaba la túnica. Iba de un lado a otro, sus pisadas resonaban sobre el suelo de piedra. Lute lo observó en silencio, sus ojos entrecerrados, analizando cada movimiento del castaño que parecía consumido por la preocupación. Intentó acercarse, pero se detuvo a medio camino, reconsiderando la situación. Mejor no lo molesto, pensó mientras se giraba hacia la cocina. No quiero llevarme una reprimenda tan temprano.
Lute, dejó escapar un suspiro y se dirigió a la cocina para preparar algo de comer. Quizás, pensó, podría sacarle alguna palabra a Adam cuando estuviera menos tenso. Los minutos pasaron rápidamente, y el aroma del desayuno llenó la habitación. Shhhh... silbó la tetera al hervir, rompiendo el silencio.
—¡Adam!—llamó Lute desde la cocina, alzando la voz para que la oyera a pesar del bullicio que él mismo hacía al vestirse apresuradamente.
Adam apareció en la puerta, ajustándose la túnica con movimientos rápidos y mecánicos.
—Te ves muy bien con esa túnica, ¿a dónde vas?—preguntó Lute, con un deje de intriga en su voz, mientras servía la comida.
—Nada importante. Solo a resolver unos asuntos de trabajo—respondió Adam con un tono despreocupado, casi ausente.
Lute frunció el ceño, notando que Adam evadía su pregunta. Decidió presionarlo un poco más, aunque sabía que podría estar jugando con fuego.
—¿Asuntos de trabajo?—replicó ella, su voz cargada de escepticismo. ¡Clank! El cuchillo chocó contra el plato cuando lo dejó caer con un poco más de fuerza de la necesaria.
Adam levantó la vista, notando la mirada inquisitiva de Lute sobre él. Sus ojos lo escudriñaban de arriba abajo, y sintió un leve escalofrío.
—Se va a enfriar la comida. Come un poco antes de que se eche a perder, Lute—dijo Adam, desviando la conversación.
Lute tomó asiento frente a él, manteniendo su firmeza. Sus ojos no dejaban de observar cada gesto, cada palabra no dicha. Finalmente, rompió el silencio.
—Señor, ¿qué es lo que va a hacer?—preguntó Lute, con un murmullo que apenas alcanzó a cruzar la mesa, pero lo suficientemente claro para que Adam lo escuchara.
Adam bajó la mirada hacia su plato, donde los cubiertos descansaban inmóviles.
—Voy a regresar al infierno—murmuró Adam, con un tono sombrío—. Al parecer, a Sera no le agradó las cursilerias de la princesa.
Lute esbozó una sonrisa sarcástica al escuchar esto, sabiendo que esa situación no duraría mucho.
—¿Quién sería capaz de aceptar esa tontería?—rió Lute, con su tono cargado de una malicia juguetona—. Muy bien hecho, Sera.
—Calma, Lute. Esto aún no ha terminado. Ella todavía no sabe nada, así que yo mismo tendré que decírselo—dijo Adam, con un toque de cansancio en la voz.
—Señor, por su bien, le recomendaría que no vaya solo. Yo iré si es necesario—dijo Lute, con una seriedad inusitada.
Adam la miró, sorprendido.
—¿Ehh?... Lute, no sé cómo se lo tomarán los demás... No creo que sea una buena idea—replicó, dudoso.
—Sí lo es. Si eso no permite que vuelvas a revolcarte con esa perra—soltó Lute, con una mueca de disgusto.
Adam rió por lo bajo, acercándose lentamente a ella.
—Jaja, ¿estás celosa?—dijo en un tono seductor—. Sabes que siempre tengo un poco para ti... Claro, si estás dispuesta.
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Discordia de tres corazones | Adamxharem
Romance"Tres chicas enamoradas del mismo hombre."