(Manolo García)
La voz de Martin se hizo hueco entre los recovecos de aquella silenciosa penumbra que los envolvía, sólo siendo iluminados por la tenue luz anaranjada que se colaba por los grandes ventanales que cubrían el salón del piso de Juanjo, proveniente de las farolas que alumbraban las calles. Las facciones de ambos chicos también se veían suavemente acariciadas por la luz que desprendía aquella pequeña guirnarlada que Denna había comprado a los pocos días de haber comenzado a vivir allí, con la excusa de darle un toque de color a aquella aburrida habitación. La pregunta que formuló el más pequeño fue acompañada por un tono de voz que transitaba entre la sorpresa, el juego y el escepticismo; por suerte, no necesitó elevar demasiado su tono de voz para que el chico de verdina mirada le escuchase, ya que estaban tan cerca que era incluso capaz de sentir la calidez que parecía emanar por cada poro de su piel.
- ¿Para qué me has traído a tu piso, Juanjo?
Haría aproximadamente una hora, ambos se fueron del reservado y, posteriormente, de aquel local, intentando hacer apenas ruido. No obstante, Martin estaba completamente seguro de que alguna de sus amigas logró ver cómo se escabullían entre la música y la multitud, ambos agarrados de sus manos y con una expresión en sus rostros que gritaba sed de travesuras. El vizcaíno, por alguna razón con la cual no lograba dar, había decidido aquella noche actuar por impulso; lo único que pudo hacer ante la propuesta del mayor fue ponerse de pie, instantáneo, tendiéndole su mano y sonriendo como si de un niño pequeño que ha logrado ahorrar lo suficiente como para poder comprarse sus primeras zapatillas se tratase. Se le hacía extraño no estar preguntándose por qué había decidido irse sin despedirse de sus amigas, de la mano de aquel chico que medía algo más que él y que había agarrado la suya sin rechistar mientras le devolvía una sonrisa similar, y sin pensar en lo que aquello podría, o no, significar. Simplemente, tomó conciencia de que aquella situación le resultaba divertida, estimulante, diferente. No necesitó profundizar en aquellas preguntas, tampoco, cuando sus manos se separaron y la suave brisa de marzo, que ya comenzaba a oler a azahar, golpeó sus cinco sentidos cuando sus pies se posaron en la calle.
Cuando comenzaron a andar hacia alguna dirección que sólo Juanjo parecía conocer, pero que Martin pareció seguir sin rechistar, el zaragozano se giró en dirección al más pequeño, encarándole y comenzando a andar de espaldas con una sonrisa socarrona colgando de su rostro. El menor aprovechó aquel movimiento para poder observarlo con mayor detenimiento; se fijó, entonces, en aquellos botones desabrochados que dejaban ver parte de su pecho, en aquellas gotas de sudor que aún resbalaban por la piel de su cuello, en su mano izquierda, que era la que había estado sujeta a la suya hacía sólo unos instantes, y en cómo aquella camisa negra de media manga se ajustaba a la perfección al ancho de sus hombros y a la curva de su cintura. Cuando sus ojos regresaron al rostro del chico, cuyas mejillas parecían estar más encendidas de lo normal, éste le observaba aún con una sonrisa en el rostro.
- Pero bueno, Urrutia... -Comenzó a decir con sorna y cierta altanería, elevando su mandíbula para observarlo desde una mayor altura, aunque no siendo del todo capaz de resistirse al movimiento instintivo de su mirada cuando descendió en dirección al lunar que hacía compañía a los labios del chico de mirada color café. La sonrisa que ya portaba con él se acentuó ante el comportamiento -casi- errático de su propio cuerpo, que parecía ajeno al hecho de que necesitaba recibir órdenes de su cerebro antes de tomar acción. Por dicha razón, según reflexionó algún tiempo después, en aquel momento su aparato fonador decidió, tampoco sin previo aviso, verbalizar las siguientes palabras al mismo tiempo que ralentizaba su paso y recortaba distancias con el castaño-. ¿Así miras tú a todos tus profesores?
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Oniria encuentra a Insomnia.
FanfictionUna historia que habla y reflexiona sobre el amor, en todas sus capas y facetas. Donde Martin y Juanjo se conocen en diciembre, donde ambos estudian psicología, donde ambos reflexionan, y donde ambos sienten.