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En un día que había empezado con una ligera pero persistente neblina que convertía el Bosque Negro en un lugar misterioso a causa de la falta de visibilidad, el sol sólo podía entrar en el bosque a través del espesor de sus árboles, y las sombras parecían danzar entre las raíces enredadas haciéndolas incluso insinuar su vivo movimiento, casi como si las fuerzas oscuras que estaban pendientes de lo que sucedía en el mundo estuviesen despertando con lentitud a la nueva jornada. Amarïe, en su habitación a la entrada de la fortaleza de Thranduil, pudo percibir la tensión en el aire, no ya porque hubiera la amenaza de un ataque, sino que se notaba toda la reticencia del rey a aceptar cualquier ayuda extrajera -ya no digamos alta o baja- que no viniese de su propio pueblo.

Ada— había dicho Arwen antes de que Amarïe se marchara—, las sombras van cundiendo, y solo juntos podremos plantarles cara.

Amarïe había recordado esas palabras mientras se preparaba para la tarea que tenía ante sí; en los escritos que había traído de Rivendel había heredado palabras antiguas, secretos que llegaban hasta la Segunda Edad y la lucha contra Sauron que había forjado las alianzas que, sin embargo, parecían, bajo el peso del tiempo y la desconfianza, desintegrarse.

El texto, conservado en papel de cuarzo amarillo, fue escrito en quenya, la antigua lengua de los elfos. No todos en Mirkwood tenían el conocimiento para interpretar las palabras, y aunque Amarïe sabía quenya, sabía que necesitaría la ayuda de los expertos de Thranduil para comprender completamente los mensajes que se enviaban en texto. Pero la tarea no será fácil. Thranduil, rey del Bosque Negro, desconfiaba de las influencias externas, especialmente de Rivendel..

Aquella mañana, Amarïe se dirigió a la gran biblioteca del palacio. El espacio estaba iluminado por luces tenues que parecían reflejar la penumbra del bosque exterior. A pesar de la opresión del lugar, la biblioteca conservaba una belleza singular, con estantes tallados en la madera viva de los árboles y pergaminos cuidadosamente organizados. La esencia del Bosque Negro se sentía en cada rincón, como si los árboles que rodeaban el palacio estuvieran vigilando, protegiendo los conocimientos que allí se albergaban.

Con los escritos extendidos sobre una mesa de piedra, Amarïe se sumergió en las palabras, tratando de discernir el significado oculto en ellas. Sabía que los pergaminos contenían instrucciones sobre cómo fortalecer las defensas élficas contra la influencia oscura de Dol Guldur. Se mencionaban rituales antiguos y fórmulas arcanas que solo los elfos más sabios y experimentados podían ejecutar. Pero la verdadera dificultad radicaba en interpretar las complejas metáforas y símbolos que los antiguos habían utilizado para esconder sus secretos.

AMARÏE- LEGOLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora