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El Bosque Negro, que en otros tiempos había sido un lugar de vida y luz, estaba ahora envuelto en una atmósfera de creciente oscuridad. Las sombras se alargaban y el silencio era denso, interrumpido solo por el susurro de las hojas y el crujido de ramas bajo los pies de los elfos.
Amarïe, acompañada por Legolas y un pequeño grupo de élite, avanzaba con cautela hacia los límites de Dol Guldur, el lugar donde el mal se había estado gestando y desde donde las sombras se extendían.
Legolas lideraba la expedición con la gracia y la destreza que le eran naturales, pero había algo en su semblante que reflejaba una inquietud interior.
Mientras cruzaban un arroyo oscuro y la bruma se arremolinaba a su alrededor, sus pensamientos se desviaban hacia Amarïe. Aunque siempre había sido cauto al forjar vínculos profundos, especialmente en tiempos de guerra, no podía evitar sentir una conexión con la elfa de Rivendel, una conexión que iba más allá de la misión que compartían.
—Este lugar... se siente distinto a cualquier otro,—murmuró Amarïe, rompiendo el silencio. Sus ojos observaban el paisaje sombrío con una mezcla de fascinación y temor. —Es como si el mal se hubiera impregnado en cada árbol, en cada roca.
Legolas asintió, sus ojos azules también parecían estar escaneando el horizonte en busca de cualquier señal de peligro.
—Dol Guldur ha sido un lugar de oscuridad durante mucho tiempo. Pero lo que más me preocupa es que esa oscuridad se está expandiendo. Y temo que no haya límites a lo que podría consumir.
Caminaron en silencio durante un tiempo, cada uno perdido en sus pensamientos. El grupo que los acompañaba se mantenía alerta, pero el peso de la amenaza inminente y la magnitud de la tarea que enfrentaban se hacía sentir en todos ellos.
Amarïe, aunque fuerte y decidida, sentía la presión de las expectativas que recaían sobre ella, no solo como la heredera de Rivendel, sino también como una figura clave en la lucha contra la oscuridad.
—Cuéntame de Rivendel,— pidió Legolas de repente, rompiendo la barrera del silencio que había caído sobre ellos. —Siempre he oído hablar de su belleza, pero nunca he tenido la oportunidad de verlo con mis propios ojos.
Amarïe sonrió suavemente, sus pensamientos regresaban con algo de melancolía a su hogar.
—Rivendel... es un lugar de paz, de luz.— realizó una pequeña pausa antes de continuar—El sonido del agua al caer desde las montañas, la brisa que lleva el aroma de las flores... Es como si la oscuridad nunca pudiera tocarlo. Cada rincón está lleno de vida y de recuerdos. Allí, el tiempo parece detenerse, y aunque el mundo a nuestro alrededor cambia, Rivendel sigue siendo un refugio, un lugar donde las heridas sanan y los corazones encuentran descanso.
Legolas escuchaba con atención, casi podía ver las imágenes que Amarïe describía en su mente. Aunque su hogar en el Bosque Negro también tenía su propia belleza, se daba cuenta de lo diferente que debía ser vivir en un lugar como Rivendel, lejos de las sombras que habían envuelto su propio reino durante tanto tiempo.
—Debe ser un gran honor y una gran carga ser la heredera de un lugar tan sagrado,— comentó, mirándola de reojo. —Pero también imagino que hay días en los que te gustaría ser simplemente Amarïe, sin todas las responsabilidades que conlleva.
Amarïe lo miró con sorpresa, tocada por la comprensión en sus palabras.
—Tienes razón, Cunn nîn. Hay días en los que la carga parece demasiado pesada. Mi padre siempre ha sido mi guía, y Arwen, mi luz en los momentos de duda. Pero a veces, me pregunto si estaré a la altura de lo que se espera de mí. Si tendré la fuerza para proteger lo que más amo.— sus pensamientos se detuvieron un segundo antes de que una reflexión cruzara por su mente — imagino que para ti también debe ser complicado, como príncipe.
Legolas hizo una pausa, considerando cada una de sus palabras.
—La fuerza no siempre se mide por la habilidad en el combate o por las decisiones que tomamos en la guerra. A veces, la verdadera fortaleza está en la capacidad de seguir adelante, a pesar de las dudas, y en la habilidad de encontrar esperanza incluso en la oscuridad más profunda. Y en eso, Amarïe, ya has demostrado ser más fuerte de lo que muchos podrían imaginar.
Amarïe bajó la mirada, sintiendo un calor en sus mejillas que no era causado por la marcha. Las palabras de Legolas resonaban en su corazón, llenándola de una fuerza renovada, una que no había sentido desde que dejó Rivendel, tampoco se había perdido en como el príncipe de bonitos ojos azules había evadido su comentario ante su noble linaje, indirectamente le causó curiosidad.
—Hannon le,—respondió en un tono apenas audible, sabiendo que él entendería la gratitud en su voz. —Vuestras palabras son un consuelo que no sabía que necesitaba.
Mientras continuaban su camino hacia los límites de Dol Guldur, ambos se encontraban pensando en las palabras compartidas, en las historias contadas y en las no contadas, en las conexiones que de alguna forma comenzaban a fortalecerse entre ellos.
Aunque ninguno lo admitiría en voz alta, había algo más profundo que se estaba gestando en sus corazones, algo que iba más allá del respeto y la camaradería.
Era una chispa de afecto, de admiración mutua, que aunque no reconocida abiertamente, empezaba a iluminar la oscuridad que los rodeaba.
Finalmente, alcanzaron un claro desde el cual podían vislumbrar las torres en ruinas de Dol Guldur, envueltas en sombras y niebla. Legolas levantó una mano, señalando al grupo que se detuviera.
—Estamos cerca—dijo en voz baja. —Es aquí donde empezaremos nuestra vigilancia. Necesitamos confirmar cuántos son y qué planes tienen. Esta información es crucial si queremos detener su avance.
Amarïe asintió, su mirada fija en el ominoso paisaje frente a ellos.
—Debemos estar preparados para lo que venga. Y si esos escritos contienen la clave para derrotar a estas fuerzas, debemos asegurarnos de descifrarlos antes de que sea demasiado tarde.
El grupo comenzó a organizarse, cada uno tomando su posición, pero mientras lo hacían, Legolas y Amarïe se quedaron momentáneamente atrás, sus miradas estaban cruzándose en un momento de silenciosa comprensión.
Había una batalla por delante, y aunque el camino era incierto, ambos sabían que lucharían codo a codo, no solo por sus respectivos reinos, sino también por la esperanza que había comenzado a crecer entre ellos.
—Cuídate, Amarïe,—dijo Legolas finalmente, con una seriedad que revelaba más de lo que quería admitir. —No permitas que la oscuridad te consuma.
—Lo mismo os digo, Cunn nîn—respondió ella, sus palabras cargadas de un peso de preocupación que los envolvía ambos —No permitas que las sombras de este lugar te hagan olvidar la luz que portas.
Con esas palabras, se unieron al resto de los elfos, sabiendo que aunque el peligro era grande, no estaban solos.
Y aunque ninguno lo diría en voz alta al menos por ahora , había algo más que los unía en esa lucha, algo que solo el tiempo revelaría por completo.
Traducciones elficas.
Cunn nîn — Mi príncipe.
Hannon le — GraciasNota al final del capítulo.
¡Hola corazones!
¿Cómo fue su semana? Espero que bastante bien. Bueno esto es más bien un capítulo de relleno nescesario, en unos capítulos más adelante lo notarán pero por eso mismo es un poco más corto que los otros.
Espero que su semana sea buena y manténganse saludables, hasta la siguiente actualización ^^
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AMARÏE- LEGOLAS
FanfictionAmarïe, hija de Elrond es enviada al Bosque Negro, para llevar antiguos escritos, que podrían ser clave en la batalla que se avecina.