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.El viaje desde Rivendel hasta el Bosque Negro había sido largo y extenuante, pero Amarïe no se dejó abatir. A medida que se acercaba a su destino, los caminos se volvían cada vez más oscuros y peligrosos, una clara señal de la influencia maligna que emanaba desde Dol Guldur. La sombra se extendía como un veneno, corrompiendo los bosques y las criaturas que habitaban en ellos. Amarïe sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando el sol fue eclipsado por las nubes grises que parecían eternas en esa región.
El camino serpenteaba a través de los árboles inmensos, cuyas ramas se entrelazaban como garras, bloqueando la luz del día. A lo largo de su trayecto, había escuchado susurros en el viento, voces antiguas que hablaban de tiempos oscuros y de la creciente amenaza que se cernía sobre la Tierra Media. A pesar de todo, Amarïe mantuvo su mente enfocada en la misión encomendada por Elrond. Los documentos que llevaba consigo contenían secretos que podían marcar la diferencia en la lucha contra la sombra, y no podía permitirse el lujo de fracasar.
Finalmente, tras lo que parecieron días de viaje a través de la penumbra, Amarïe llegó a las fronteras del Bosque Negro, también conocido como Eryn Lasgalen. Aquí, el aire mismo parecía cargado de una energía oscura, y la espesura de los árboles creaba un ambiente casi opresivo. La belleza de Rivendel parecía un recuerdo lejano en este lugar sombrío, y aunque Amarïe era una elfa fuerte, no pudo evitar sentir una creciente inquietud mientras se adentraba en el dominio de Thranduil.
Al aproximarse al gran palacio de Thranduil, oculto en lo profundo del bosque, fue recibida por un grupo de guardias élficos. Eran altos y esbeltos, con rostros serios y ojos vigilantes que no dejaban pasar ningún detalle. Aunque sus vestiduras eran elegantes y estaban adornadas con los colores del bosque, sus movimientos eran tensos y calculados, reflejando la constante alerta en la que vivían debido a la amenaza de Dol Guldur.
-Mae govannen- saludó Amarïe con una leve inclinación de cabeza, su tono de voz era suave pero no mostraba vacilación alguna.
Los guardias respondieron con un simple gesto antes de escoltarla hacia el interior del palacio. El camino por el que la condujeron hacia la residencia de Thranduil se adentraba cada vez más en la penumbra, y la atmósfera se volvía aún más opresiva. Los muros de piedra y madera tallada reflejaban la majestad de un reino antiguo, pero también la dureza de un lugar que había sobrevivido a múltiples amenazas.
Al llegar al gran salón, Amarïe se encontró con la imponente figura de Thranduil, el Rey del Bosque Negro. Su presencia era indudablemente regia, con una elegancia fría y calculada que contrastaba con la calidez que Amarïe había conocido en Rivendel. Su cabello dorado caía en cascada sobre sus hombros, y sus ojos, fríos como el hielo, la observaban con una mezcla de recelo y curiosidad. Thranduil había gobernado el Bosque Negro durante siglos, y su desconfianza hacia los elfos de Rivendel era bien conocida. Aunque ambos pertenecían a la misma raza, las antiguas rivalidades entre sus pueblos no se habían desvanecido completamente.
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AMARÏE- LEGOLAS
Hayran KurguAmarïe, hija de Elrond es enviada al Bosque Negro, para llevar antiguos escritos, que podrían ser clave en la batalla que se avecina.