CAP 19

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Ambos nos quedamos inmóviles, Hunter se quedó tieso, claramente sorprendido. Yo, en cambio, giré rápidamente y mis ojos se iluminaron al ver a mi abuelo entrando en la sala.

—¡Abuelo! —exclamé, corriendo a abrazarlo.

Hunter, al ver al abuelo, mostró una expresión que pocas veces había visto en él: incomodidad genuina. Mi abuelo se veía feliz de verme, y noté a otra persona detrás de él. Era mi abuela.

—Anthea, querida —dijo mi abuelo, devolviéndome el abrazo—. Me alegra que estés aquí. Veo que tienes compañía. Quédate, muchacho —añadió, dirigiéndose a Hunter con esa autoridad natural que siempre había tenido.

Hunter, claramente apenado y sin saber qué decir, simplemente asintió. Mis abuelos no le dieron opción, y lo invitaron a cenar.

—¿Por qué no te quedas? —dijo mi abuela, con esa sonrisa encantadora que hacía difícil decirle que no.

—Sí, Hunter, quédate —agregó Madison, en tono divertido, disfrutando de la situación.

Hunter me lanzó una mirada que decía "esto no estaba en mis planes", pero se dejó llevar por la insistencia de mis abuelos.

—Está bien, me quedaré —dijo finalmente, aunque se notaba que estaba un poco fuera de su zona de confort.

No pude evitar sonreír ante la situación, aunque también sentía una leve venganza por su arrogancia de antes.

—Pues vamos a cenar entonces —dije, guiando a todos hacia el comedor, mientras Hunter caminaba detrás de mí, resignado.

Me encontraba sentada en la mesa, observando cómo Hunter permanecía inusualmente callado. El ambiente en la sala era cálido, gracias a la luz suave y el aroma de la comida que mi abuela había preparado. Hunter estaba sentado directamente frente a mí, y cada vez que levantaba la vista, podía notar cómo sus ojos verdosos se fijaban en mí con una atención que me hacía sentir extrañamente nerviosa. No es como si nunca me hubiera mirado antes, pero esta vez había algo diferente.

Mi abuela, siempre atenta, decidió sentarse al lado de él, llamando la atención de mi abuelo, quien estaba a mi lado. Parecía un poco confundido al principio, como si esperara que mi abuela se sentara junto a él, pero al final no dijo nada.

Madison, por otro lado, estaba sentada al otro lado de mí, claramente disfrutando la escena, pero manteniendo una expresión neutral, aunque sabía que por dentro se estaba riendo.

Cuando empezaron a traer la comida, cuyo delicioso aroma llenaba la habitación, no pude evitar sonreír. La comida estaba preparada con las mismísimas manos de mi abuela, y eso siempre era algo especial para mí. Me encantaba su cocina; cada plato tenía un toque único que no se podía replicar en ningún restaurante. Sin embargo, no pude evitar reflexionar sobre algo: ni siquiera mi primer novio había tenido el privilegio de probar la comida de mi abuela, algo que siempre había considerado importante. Y aquí estaba Hunter, sentado a la mesa, a punto de probar un pedacito de mi historia familiar.

Mientras comenzábamos a comer, noté que Hunter no había tocado su plato. Me estaba mirando de una manera que hizo que mi rostro se calentara un poco. No era normal que alguien me observara así, y mucho menos alguien como él.

—¿No vas a comer? —le pregunté, tratando de sonar despreocupada mientras tomaba un bocado.

Al instante, mis abuelos se giraron hacia él, esperando su respuesta. Hunter, un poco incómodo, asintió lentamente y comenzó a comer.

—¿Por qué no hablas, muchacho? No has dicho mucho.

Hunter levantó la vista, visiblemente nervioso. Este no era el Hunter que solía conocer, el que siempre tenía una respuesta sarcástica lista para salir de su boca.

si los demás supieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora