CAP 21

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HUNTER

cuando desperté me quede unos segundos procesando mientras miraba el techo Lo primero que noté fue lo bien que había dormido, algo que no sucedía muy a menudo últimamente, a pesar de que anthea se estuviera moviendo toda la noche cambiando de angulo a cada rato

Cerré los ojos un momento más, disfrutando la sensación antes de moverme ligeramente en mi lugar.

Entonces, sentí algo sobre mis piernas. Abrí los ojos del todo y me giré para encontrar a Anthea, boca abajo, con una pierna sobre las mías y la otra atrapada bajo la cobija. Sus manos estaban en posiciones igualmente extrañas: una bajo su cabeza y la otra colgando torpemente hacia el borde de la cama. Me costaba no reírme. No me malinterpretes, no es que me molestara. Era solo que verla así, completamente desparramada, me hizo soltar una pequeña risa interna.

Miré hacia el techo de nuevo y, sin poder evitarlo, sonreí un poco. Quién iba a pensar que la chica que siempre parecía tan fría y calculadora

<o eso decian>

la misma que podía hacerte temblar con una sola mirada, dormía como si estuviera luchando con fantasmas en sus sueños.

—Anthea, por favor... —murmuré en voz baja, más para mí mismo que para ella.

Ella seguía en su mundo, totalmente inconsciente de lo que estaba haciendo. Decidí no moverme mucho, no quería despertarla tan pronto. Pero después de unos minutos, cuando ya no podía sentir mi pierna, la sacudí suavemente.

—Anthea... —intenté nuevamente, esta vez un poco más fuerte.

Ella solo se revolvió, murmurando algo incomprensible.

—¿Qué haces, luchando con las sábanas? —dije divertido, inclinándome un poco hacia ella.

De repente, Anthea se giró bruscamente, dejando caer su pierna de las mías, pero en el proceso me dio un rodillazo en la cadera.

—¡Ay! —exclamé, aunque más sorprendido que dolorido.

—¿Eh...? —murmuró ella, finalmente abriendo los ojos un poco, visiblemente confundida. Sus ojos somnolientos me miraron como si no entendiera nada de lo que estaba pasando—. ¿Qué...? ¿Qué haces aquí?

—Yo te pregunto lo mismo —respondí con una sonrisa mal disimulada—. Has estado ocupando toda la cama, y no me vengas a decir que no. Tu pierna estuvo sobre la mía como un ancla durante toda la noche.

Anthea me miró, todavía desorientada, y luego bajó la vista hacia nuestras piernas, notando la extraña posición en la que había estado durmiendo.

—¡Ay, Dios! —exclamó, rápidamente retirando su pierna y cruzando los brazos en su pecho, claramente avergonzada—. No me di cuenta...

—Tranquila, no es que me estés aplastando —le dije con una sonrisa burlona—. Aunque deberíamos hablar de tus habilidades para acaparar espacio. Si esta cama fuera un campo de batalla, tú ya habrías ganado.

Ella me lanzó una mirada medio adormilada y medio indignada, pero pude ver la risa luchando por salir en sus ojos.

—No me controles cómo duermo. Al menos no ronco —replicó, soltando una pequeña sonrisa—. Tú te quedaste quieto como una estatua toda la noche.

—Claro, porque estaba ocupado sobreviviendo al ataque de tus extremidades —me burlé, señalando la almohada que había caído al suelo en algún momento de la noche.

Ella soltó una risa involuntaria, llevándose la mano a la cara, claramente avergonzada pero también divertida.

—Bueno, al menos dormiste bien, ¿no? —preguntó, intentando cambiar el tema.

si los demás supieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora