Narra lamine:
El día había comenzado tranquilo. Héctor y Paula caminaban unos metros por delante, sumergidos en su propia conversación, mientras Emma y yo íbamos algo más atrás. No me molestaba del todo, aunque había algo en el silencio que nos envolvía que me ponía un poco nervioso. Era raro, porque normalmente el silencio entre nosotros siempre había sido cómodo. Hoy, sin embargo, parecía distinto, como si hubiera algo más en el aire, algo que no podíamos ignorar.
Desde la charla que tuvimos el otro día, había algo que no podía sacarme de la cabeza. No podía mirarla a los ojos. No es que no quisiera, sino que cada vez que lo intentaba, sentía un montón de emociones mezcladas que no sabía cómo manejar. Era como si algo dentro de mí estuviera a punto de estallar, pero no sabía cómo sacarlo.
Cuando el nerviosismo estaba a punto de ganarme, Emma rompió el silencio.
-No me esperaba que fueras tan bueno -dijo de repente, sorprendida-. No lo voy a negar, me has sorprendido.
Me reí, un poco más relajado ahora que ella había hablado primero.
-Y eso que no me has visto concentrado de verdad -le respondí, intentando sonar seguro.
Ella también se rió, y su risa fue como un alivio. De repente, todo se sintió más ligero. Seguimos caminando, y aunque no hablamos mucho, el silencio que quedó entre nosotros ya no era incómodo. Cada cierto tiempo, cruzábamos miradas, y aunque no decíamos nada, algo en esos momentos nos conectaba de una manera especial.
De repente, se me ocurrió una idea.
-Oye, Emma... -dije, sin saber muy bien cómo empezar.
Ella me miró, un poco confundida.
-¿Qué pasa? -preguntó.
Tomé aire y solté lo que llevaba un rato pensando.
-Como va a empezar la Eurocopa y vamos a Alemania, pensé que me gustaría que fueras mi acompañante. ¿Te gustaría ir?
Sus ojos se abrieron de sorpresa, pero en un segundo, empezó a dar pequeños saltitos de alegría y a girar sobre sí misma.
-¡Sí! ¡Claro que sí! -dijo entre risas.
Acabamos los dos riendo a carcajadas. Fue uno de esos momentos en los que sentí que todo estaba bien, como si no hubiera ninguna tensión entre nosotros. Pero claro, esos momentos no duran para siempre.
Finalmente, llegamos a la cafetería, y Héctor y Paula, al parecer, se dieron cuenta de que no estábamos tan lejos como creían. Nos sentamos en una pequeña terraza al aire libre. Yo me acomodé junto a Emma, mientras Héctor y Paula se sentaron enfrente. La conversación fluyó con naturalidad; hablamos de cosas simples como el fútbol, los influencers y los chismes del día. Nada demasiado profundo, pero lo suficiente para mantenernos entretenidos.
De repente, sin querer, mi muslo rozó el suyo. Fue un simple toque, pero el contacto de su piel fría y suave contra la mía me hizo estremecer. No pude evitarlo. Era como si una corriente eléctrica me recorriera el cuerpo. Me giré hacia ella, y noté que también estaba roja. Su piel tenía ese ligero rubor que la hacía ver aún más hermosa, y algo en su mirada reflejaba que ella también había sentido algo con ese pequeño roce.
Separé la pierna rápidamente, como si hubiera hecho algo mal. Pero nuestras miradas se encontraron de nuevo, y en sus ojos no solo vi nervios, sino también una pequeña chispa de felicidad. Era como si ese contacto, aunque pequeño, hubiera sido una confirmación silenciosa de algo que ambos sabíamos pero no habíamos dicho en voz alta.
Héctor, notando el ambiente extraño entre nosotros, intervino.
-¿Pasa algo? -preguntó, levantando una ceja.
Emma fue la primera en responder.
-¿Eh? No, ¿por qué? -dijo, tratando de sonar tranquila.
Pero Paula, que siempre tenía ojo para estas cosas, no pudo evitar meter baza.
-Estáis más rojos que un tomate -dijo, con una sonrisa pícara-. Todos sabemos que os gustáis... Menos vosotros.
Sus palabras cayeron como una bomba sobre la mesa. No había manera de evitarlo. Lo que Paula acababa de decir había hecho que la tensión entre Emma y yo se hiciera más evidente. La verdad es que no podía negarlo, ni siquiera a mí mismo. Sabía que Paula tenía razón. Sabía que había algo entre Emma y yo que iba más allá de la simple amistad, algo que no podía seguir ignorando. Pero la idea de que ella también lo supiera, de que también lo sintiera, me ponía más nervioso de lo que podía explicar.
Después de un rato, decidimos irnos. El día había sido largo, y aunque había momentos buenos, me fui con una sensación de insatisfacción. Había querido decirle algo más, algo que llevaba tiempo queriendo sacar, pero las palabras simplemente no salieron. Sin embargo, aunque no habíamos hablado de eso, sabía que ella también lo había sentido. Había algo entre nosotros que no era normal, algo que iba más allá de lo que podíamos explicar.
La tensión entre Emma y yo era algo nuevo, algo que me asustaba y emocionaba al mismo tiempo. Sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentarme a eso. Y aunque me había marchado sin decir lo que realmente quería, no podía evitar sentir que, de alguna forma, habíamos avanzado un poco. Un paso hacia algo más grande, algo que podría cambiar nuestras vidas para siempre.
Por fin volviii, lo siento por tardar tanto en actualizar así que os lo recompensaré ahora con los nuevos capítulos os quierooo🩷
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𝘾𝙤𝙣𝙚𝙭𝙞ó𝙣 /𝙇𝙖𝙢𝙞𝙣𝙚 𝙔𝙖𝙢𝙖𝙡
Lãng mạnEmma, una joven de 16 años, lleva una vida aparentemente perfecta como hija de un influyente empresario. Su padre, además de ser un magnate exitoso, es el mejor amigo del entrenador del Barcelona. Esta estrecha relación les permite acceder a eventos...