Narrado por Lamine:
Llegamos al centro comercial y Emma me llevó directamente a Stradivarius.
-Es mi tienda favorita -dijo con entusiasmo.
-Pues esta ropa tiene pinta de niña pija.
Ella soltó una risa contagiosa.
-Por eso, tonto.
Su risa me tenía fascinado; podría escucharla reír todo el día sin cansarme. En un abrir y cerrar de ojos, ya había cogido como media tienda. La miré sorprendido.
-¿En qué momento has cogido todo eso?
-Mientras estabas en las nubes, tal vez. Venga, Lamine, acompáñame al vestuario.
Me senté en una silla frente al pequeño vestidor. Emma salía constantemente para enseñarme la ropa y preguntar mi opinión. Me hacía sentir realmente importante. En un momento, salió con un vestido rojo ajustado, con una costura preciosa que resaltaba sus curvas.
-Ese es perfecto.
-Pues la verdad es que no me lo iba a llevar.
-Te queda precioso, en serio.
Ella me sonrió.
-Pues me voy a llevar este.
Cogió algunas prendas más y se dirigió a la caja. Intenté pagar, pero no me dejó.
-Otro día me invitas a una cena o algo así.
Después de pasar por unas diez tiendas más y usarme como perchero humano, finalmente nos detuvimos a comer en un restaurante mexicano. Mientras hablábamos de la vida, Emma mencionó:
-Sabes, te conozco desde hace solo tres días, pero siento como si nos conociéramos de siempre. Me siento realmente cómoda contigo.
-Pensaba que era el único.
Emma me regaló una sonrisa dulce y luego, con un tono juguetón:
-Te voy a maquillar.
La miré, confuso.
-Ni de coña.
Ella puso cara de cachorro.
-Venga, por favor, te juro que será solo un momento.
Al final, acepté. Continuamos hablando de cosas triviales y haciendo bromas. Pagué la comida, logrando convencerla, y ella me agradeció con una sonrisa. Salimos del restaurante y decidimos dar un paseo.
-Esto es realmente bonito -dijo Emma mientras caminábamos-. Barcelona también tiene sus cosas.
-Barcelona es preciosa.
-Es bonita, pero no supera a Murcia.
Me reí.
-Sí, claro, lo que tú digas.
Sin darnos cuenta, el atardecer comenzó a teñir el cielo de tonos dorados y rosados. Pedimos a alguien que nos hiciera algunas fotos. Hicimos todo tipo de poses, desde las más divertidas hasta las más presentables. Cuando se hizo tarde, decidimos volver a casa.
El camino de regreso fue realmente cómodo. Hablamos de todo: fútbol, el futuro, sueños. Cuando llegamos a su casa, nos despedimos con un abrazo. Al entrar a mi casa, me acosté en mi cama, pero nuevamente no pude dormir.
Mis pensamientos giraban en torno a mis sentimientos y el daño que me hizo Andrea. No quería distraerme del fútbol, pero Emma era diferente. Sabía que no me haría daño y me hacía sentir mariposas en el estómago. Pero tenía miedo de volver a pasar por lo mismo.
-Espera, Lamine, ¿qué piensas? No te puede gustar. No vamos a pasar otra vez por eso.
Comencé a recordar lo mal que lo pasé cuando descubrí que Andrea me había puesto los cuernos. No quería que eso volviera a suceder. Aunque sabía que Emma no era así y realmente me hacía sentir bien, no debía desconcentrarme.
Poco a poco, logré dormirme, pensando en Emma y en un futuro juntos.
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𝘾𝙤𝙣𝙚𝙭𝙞ó𝙣 /𝙇𝙖𝙢𝙞𝙣𝙚 𝙔𝙖𝙢𝙖𝙡
RomanceEmma, una joven de 16 años, lleva una vida aparentemente perfecta como hija de un influyente empresario. Su padre, además de ser un magnate exitoso, es el mejor amigo del entrenador del Barcelona. Esta estrecha relación les permite acceder a eventos...