Capítulo 10: Contrastes y Confesiones

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Narrado por Lamine:

Llegamos al centro comercial y Emma me llevó directamente a Stradivarius.

-Es mi tienda favorita -dijo con entusiasmo.

-Pues esta ropa tiene pinta de niña pija.

Ella soltó una risa contagiosa.

-Por eso, tonto.

Su risa me tenía fascinado; podría escucharla reír todo el día sin cansarme. En un abrir y cerrar de ojos, ya había cogido como media tienda. La miré sorprendido.

-¿En qué momento has cogido todo eso?

-Mientras estabas en las nubes, tal vez. Venga, Lamine, acompáñame al vestuario.

Me senté en una silla frente al pequeño vestidor. Emma salía constantemente para enseñarme la ropa y preguntar mi opinión. Me hacía sentir realmente importante. En un momento, salió con un vestido rojo ajustado, con una costura preciosa que resaltaba sus curvas.

-Ese es perfecto.

-Pues la verdad es que no me lo iba a llevar.

-Te queda precioso, en serio.

Ella me sonrió.

-Pues me voy a llevar este.

Cogió algunas prendas más y se dirigió a la caja. Intenté pagar, pero no me dejó.

-Otro día me invitas a una cena o algo así.

Después de pasar por unas diez tiendas más y usarme como perchero humano, finalmente nos detuvimos a comer en un restaurante mexicano. Mientras hablábamos de la vida, Emma mencionó:

-Sabes, te conozco desde hace solo tres días, pero siento como si nos conociéramos de siempre. Me siento realmente cómoda contigo.

-Pensaba que era el único.

Emma me regaló una sonrisa dulce y luego, con un tono juguetón:

-Te voy a maquillar.

La miré, confuso.

-Ni de coña.

Ella puso cara de cachorro.

-Venga, por favor, te juro que será solo un momento.

Al final, acepté. Continuamos hablando de cosas triviales y haciendo bromas. Pagué la comida, logrando convencerla, y ella me agradeció con una sonrisa. Salimos del restaurante y decidimos dar un paseo.

-Esto es realmente bonito -dijo Emma mientras caminábamos-. Barcelona también tiene sus cosas.

-Barcelona es preciosa.

-Es bonita, pero no supera a Murcia.

Me reí.

-Sí, claro, lo que tú digas.

Sin darnos cuenta, el atardecer comenzó a teñir el cielo de tonos dorados y rosados. Pedimos a alguien que nos hiciera algunas fotos. Hicimos todo tipo de poses, desde las más divertidas hasta las más presentables. Cuando se hizo tarde, decidimos volver a casa.

El camino de regreso fue realmente cómodo. Hablamos de todo: fútbol, el futuro, sueños. Cuando llegamos a su casa, nos despedimos con un abrazo. Al entrar a mi casa, me acosté en mi cama, pero nuevamente no pude dormir.

Mis pensamientos giraban en torno a mis sentimientos y el daño que me hizo Andrea. No quería distraerme del fútbol, pero Emma era diferente. Sabía que no me haría daño y me hacía sentir mariposas en el estómago. Pero tenía miedo de volver a pasar por lo mismo.

-Espera, Lamine, ¿qué piensas? No te puede gustar. No vamos a pasar otra vez por eso.

Comencé a recordar lo mal que lo pasé cuando descubrí que Andrea me había puesto los cuernos. No quería que eso volviera a suceder. Aunque sabía que Emma no era así y realmente me hacía sentir bien, no debía desconcentrarme.

Poco a poco, logré dormirme, pensando en Emma y en un futuro juntos.

𝘾𝙤𝙣𝙚𝙭𝙞ó𝙣 /𝙇𝙖𝙢𝙞𝙣𝙚 𝙔𝙖𝙢𝙖𝙡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora