Capítulo 11

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—¡Vamos, Will! ¡Destrózale! —Los gritos de Chris le sacaban pequeñas sonrisas a la morena mientras su amigo no paraba de darle golpes a Peter

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—¡Vamos, Will! ¡Destrózale! —Los gritos de Chris le sacaban pequeñas sonrisas a la morena mientras su amigo no paraba de darle golpes a Peter.

Se había prohibido a sí misma sentir pena por el chico, porque no se lo merecía. No se merecía siquiera que ella pensara en él.

—¡Tiempo! —Gritó Eric indicando a dos iniciados que se llevaran al Peter inconsciente a enfermería. —Bien hecho Will, subes cinco puestos en la tabla.

—Felicidades. —Animó Cuatro con su usual mueca seria.

—¿No se subían dos puestos por pelea? —preguntó una chica.

—Él se merece cinco. ¿Algún problema, iniciada?

La chica se echó hacia atrás, escondiéndose detrás de dos chicos, ante la mala mirada de Eric.

Will bajó del cuadrilátero y cogió la botella que Maddie le ofreció.

—¿Mejor?

—Un poco. —Dijo con una pequeña sonrisa. —Se lo merecía. Me alegro que tus novios estén de acuerdo conmigo.

—¿Mis, qué?

—Nada, nada. Me voy a descansar. Nos vemos, Maddie.

Se fue casi corriendo dejando a la rubia con la palabra en la boca.

Maddie tomó una decisión, algo precipitada, y escapó sin que nadie la viese hacia la enfermería. Quería dejar atrás lo que había pasado, y quería, con todas sus fuerzas, que Peter no volviera a intentar hablar, igual que lo había hecho esta mañana.

—Lo siento. —Murmuró Peter cuando ella entró. —Lo siento mucho.

—Confié en ti, Peter. Y me fallaste. Solo he venido a dejarte claro que no quiero tener nada que ver contigo de ahora en adelante. No me hables, no me mires, no te acerques.

—Lo entiendo. —Dijo bajando la mirada.

—¿Por qué lo hiciste? Creía que éramos amigos.

—Lo éramos. Pero... no quiero ser eliminado. No puedo volver a casa.

—Y yo tampoco. Pero oye, si tu decisión es sobreponer el poder que tienes en osadía, y tu imagen de chico malo, sobre tus amistades, no es cosa mía. Al final del día, el que acabará solo eres tú, no yo. Adiós.

—Maddie-

Salió de allí sintiendo como un peso se quitaba de encima suya. No le había perdonado, no creía poder hacerlo, pero le había apartado de su vida para poder seguir adelante.

—Has hecho bien. —Una voz le llamó.

Se giró para mirar a Cuatro, al lado de Eric, que le miraba con el ceño fruncido.

—No, que va. Se merece otra paliza.

—Eric... ya hemos hablado de esto. Es su decisión.

—No es justo.

—Te aguantas, tío.

Eric le pegó una colleja, ganándose la risa de la morena que miraba su discusión con una gran sonrisa.

—Ti igintis ti. —Le imita mirándole mal. —¿Quién te crees que eres, idiota?

—Te voy a-

—Bueno, ya. No os matéis, a base de collejas. —Se burla soltando una carcajada que hace que los dos chicos la miren mal. Ambos se dirigen una mirada antes de caminar hacia ella, y que Eric la cargara sobre su hombro, ganándose un grito indignado de ella.

—¡Bájame! ¡Eric! ¡Cuatro, ayuda! —Lloriquea de broma, pero la sonrisa burlona del chico le dice que no la ayudará.

—Eric, Cuatro, ¿qué hacéis aquí? ¿Cómo estás, Maddison? —La voz de Janine les llama la atención. Eric baja a la chica de su hombre lentamente, colocándola detrás de ellos.

—Es Maddie. —Corrige ella con una mirada tensa.

—Bueno, Maddie. He visto que has tenido muy buenos resultados, nos veremos en la prueba final. En cuanto a vosotros dos, venid a la sala de juntas, hay reunión.

—Pero-

—Ahora, Eric. —Ordenó, dándose la vuelta.

El chico suspiró y pareció pensar qué hacer. Sacó de su bolsillo unas llaves, y se las entregó a la chica.

—Tenemos que ir. Ve todo ese pasillo recto hasta el final, mi apartamento es de la izquierda.

—Eric...

—Ve.

Virago | DivergenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora