Capítulo 12

186 17 2
                                    

El apartamento de Eric no era pequeño, de hecho, era todo lo contrario

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El apartamento de Eric no era pequeño, de hecho, era todo lo contrario. Era más grande que el de Cuatro, y tenía dos habitaciones, una cocina y dos baños.

Maddie se acomodó en el sillón, mirando a su alrededor sin saber qué hacer. Era bastante tarde, y aunque intentó con todas sus fuerzas que el sueño no la venciera, no pudo evitarlo. Habían sido unos días duros, y el no haber casi dormido, la estaba pasando factura.

Al final, Eric llegó para encontrarse a la morena tirada en el sofá, cubierta con una manta a pesar de que hacía mucho calor. Pero ella parecía no notarlo.

La cogió entre sus brazos, asegurándose de que ella no cayera, y la llevó a la cama donde estaría más cómoda.

Ella abrió lentamente los ojos mientras él se iba en silencio de la habitación, girando cuando la oyó.

—Eric. —Llamó. —Gracias.

—¿Qué? —Era la primera vez en años que alguien le daba las gracias.

—Gracias. Por todo. —Dijo con una pequeña sonrisa mientras él se sentaba al borde de la cama mirándola.

—No ha sido nada. Descansa.

—Espera. ¿Puedo darte un abrazo? —preguntó tímidamente.

Él frunció el ceño, como si no supiera de qué hablaba.

—¿Un qué?

—Un abrazo.

Maddie se acercó a él, aún algo tímida pues Eric aún seguía quieto en su lugar asimilando las palabras de la chica, y le rodeó con sus brazos.

¿Un abrazo?

Él solo recordaba haber recibido uno en toda su vida, de su madre, cuando él tendría aproximadamente cinco años. Se encontraba jugando con otros niños de Erudición y recibió un fuerte golpe que lo hizo llorar. Su madre lo abrazó, probablemente para que dejara de llorar y su padre no le oyera, cosa que, de todas formas, no sirvió, pues luego recibió un castigo por parte de este.

Entonces, no, no sabía lo que era un abrazo, ni como reaccionar ante él. Y mucho menos entendió los sentimientos que le acompañaban.

La morena se separó al ver que no recibía respuesta, y pensando que tal vez, le había incomodado. Todavía mantenía su ceño fruncido, y sus músculos estaban completamente tensos, por lo que decidió alejarse.

—Lo siento.

Antes de que pudiera ir más lejos, él tomó su mano, acercándola otra vez a él y murmuró.

—Hazlo otra vez.

Sus brazos volvieron a rodearle con nerviosismo, y esta vez, pudo sentir al chico corresponderle, acercándola más a él, como temiendo que ella se fuera a alguna parte. Maddie descansó la cabeza en su pecho y cerró levemente los ojos, apreciando el momento.

Minutos después se separaron, y ella volvió a tumbarse a un lado de la cama.

—Descansa, ¿vale? Estaré en el salón si me necesitas.

Acto seguido, él salió de la habitación, dejándola sola para que pudiera dormir un poco.

                                                                                 ⚔️

—Entonces... ¿dormiste con él? —Will le preguntó con una sonrisa cómplice mientras esperaban su turno en la sala de miedos.

—Él durmió en el sofá.

—¿Por qué? —Maddie se rió ante la indignación de su mejor amigo. Sin duda, él era el que más quería que acabaran juntos.

—Insistió. No quería sobrepasarse o algo así.

—Vale, hay que hacer algo ya. Teneís tanta tensión entre vosotros que es estresante. Chris y yo lo llevamos semanas comentando.

—¿Chris y tú? —Ahora fue ella la que sonrió, poniéndo nervioso al chico.

—Puede que me guste un poquito.

—Estoy muy feliz por ti, Willy.

—Yo también por ti, Maddie.

—¡Maddie! —La voz de Cuatro la llamó para que entrara.

Will y ella se sonrieron con complicidad antes de que entrara a la sala.

Virago | DivergenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora