En la noche anterior...
- Así que eras tu Leib, tengo que reconocer que no me lo esperaba.
- Te ves muy convencida. Dijo Leib mosqueado. Porque no vienes.
- ¿Porque debería hacerlo?
- Porque si tu no me atacas ¡Voy a ser yo quien lo haga! Dijo el maestro iniciando el combate con un rápido ataque sin fuego en forma de un puñetazo destinado a golpear en la zona abdominal de su rival, ella lo bloqueó colocando al instante un arbol justo delante de ella, eso fue suficiente para detener su ataque, en menos de un segundo, la maga invocó unas ramas bajo los pies de Leib inmovilizándole las piernas por completo, de esas ramas salieron unas espinas muy puntiagudas que dejaron las piernas de Leib ensangrentadas sin parar de brotar sangre, Leib usó su fuerza de poder quemando las raíces que lo rodeaban reduciéndolas a cenizas, rodeó en un instante el árbol que los separaba y concentrando todo su fuego en una mano llegó a tocar la cabeza de su oponente por lo que a esta se le incendió el pelo, lo siguiente fue un grito aterrador de la maestra que resonó por toda la escuela, Leib fue a continuar el combo dando un rodillazo al estomago de su contrincante, al cabo de poco se dio cuenta de que el golpe era mucho más lento de lo normal, la maestra lo puso de nuevo en sus casillas dándole un golpe gancho a la altura de la mandíbula convirtiendo su mano en un tronco.
- ¿Que me has hecho? Preguntó Leib mientras se levantaba del suelo tras aquel golpe.
- Existe algo llamado veneno. Dijo ella riéndose y a la vez sufriendo por su pelo que seguía en llamas.
- Bueno hoy tienes las de perder. Dijo el maestro animado.
- Pero a diferencia de ti puedo correr por lo que puedo ir a avisar refuerzos.
- ¿Ah si? De que te sirve si no te creen. La maestra le lanzó una mirada fulminante con la cual se le echo encima, Leib tuvo que incendiarse a si mismo para poder cubrirse i la cogió nuevamente pero esta vez con un abrazo y tirándola al suelo dejándola inmovilizada para que el fuego le llegara a todas las zonas de su cuerpo.
- Una lástima destrozar a una persona tan guapa como tu, dijo el mientras la besaba apasionadamente y apretaba su cuerpo cada vez mas hacia el.
- ¡Sacadme de aquí! Se quejaba ella mientras su cuerpo se iba consumiendo lentamente rodeado de llamas.
- Es tu merecido por no haberme entretenido mas rato combatiendo, dijo el sin intenciones de parar de besarla. Más tarde, cuando ya no le quedaban más fuerzas ni para respirar el excavó con sus propias manos un ajugero enorme en donde poder poner el cadáver.
A la mañana siguiente, no se encontró ni rastro de la maestra de bosque, eso fue suficiente para cancelar todas las clases de apendirezaje, todos los maestros se reunieron con el objetivo de encontrar un reemplazo o una solución debido a que los alumnos de bosque no podrían aprender a dominar su magia.
Por otro lado, a Drareg se le empezó a ver como el mimado de el colegio ya que era el único que llevaba encima una arma, allí fue cuando le volvieron a venir imágenes en la cabeza de cuando le hacían bulling i le destrozaban la vida en su pueblo ordinario, pero era algo diferente ya que había encontrado amigos de verdad como Sorana, Vladimir y Yuki; también le había cojido mucho aprecio Leib, su maestro, que lo apreciaba muchísimo porque el notaba que tenían más que una simple relación de profesor a alumno, pero quitando eso, seguía siendo todo un colegio contra cinco supervivientes, todo eso era lo que le pasaba por la cabeza a Drareg en aquellos duros momentos, de repente, mientras el estaba sentado en el banco se le acercó Vladimir con cara de pocos amigos y le dijo:
- Puedes acompañarme un momento Drareg. El algo confundido por la seriedad de su amigo se levantó y lo siguió, se adentraron solos en el bosque de al lado del colegio con el objetivo de alejarse lo más posible del colegio, el guía se detuvo y dijo muy seriamente.
- Drareg... Alejate de ella.
- ¿Como que me aleje de ella? No te entiendo. Mintió el chico
- Claro que me entiendes, esta vez te lo digo como amigo, pero la próxima vez me verás como tu peor pesadilla, estas avisado.
