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Jueves, 05 de Enero del 2023


Pasaron meses en los que Helena se levantaba asustada en nuestra cama. Yo solo me limitaba a consolarla, sintiendo que ese idiota la había destrozado. A pesar de ser tan fuerte, no podía imaginar lo que había pasado para que ahora estuviera así. Tenía miedo, no quería confiar en nadie más que en quienes conocía bien. La terapia se convirtió en su refugio, un espacio donde podía intentar sanar de verdad, porque escapar e iniciar de nuevo solo la mantenía atrapada en su dolor. Poco a poco, con paciencia y amor, comenzamos a reconstruir su vida, ladrillo a ladrillo.

Así pude ver nuevamente a Helena, radiante y llena de vida, alguien totalmente diferente a la persona que conocí. A veces me pregunto cómo no me di cuenta de que sufría tanto. Siempre andaba con una sonrisa de oreja a oreja, siendo amable con todo el mundo. Pero detrás de esa fachada, había un dolor profundo que la consumía. Ahora, tras meses de terapia y esfuerzo, comenzaba a florecer de nuevo. Su risa era más genuina, y sus ojos brillaban con una luz renovada. Me sentí aliviado al ver que, finalmente, estaba en el camino hacia una verdadera sanación.

Hoy Helena tenía una cita de control con su psicóloga, la misma que también se había convertido en su amiga. Ella no tenía idea de que yo vendría por ella, pero así fue. Me camuflé en la puerta del hospital, esperando ansiosamente su salida.

—¿Se va a casar Stra. Jones?

Vi cómo ella saltó y llevó su mano al pecho.

—Dios, me asustaste, Namjoon.

—Responde, Jones, ¿te vas a casar?

—¡Estás loco! ¿Por qué preguntas tal cosa?

—Pues tienes una invitación de boda en tu mano.

—¿Y? ¿Qué con eso?

—Aish, ¿con qué idiota te vas a casar? Dime.

Le quité de las manos la invitación y rápidamente leí: era el nombre de su psicóloga.

—Kim Namjoon —me quitó la invitación de las manos y me miró con el ceño fruncido.

—Dios, me asustas cuando me llamas por mi nombre completo.

—No seas metiche entonces.

—Solo quería asegurarme de que no fueras la novia; y gracias a Dios no es así.

—De verdad eres insoportable.

Vi cómo se alejaba de mí. Cuando reaccioné, corrí hasta ella, bajé mi mascarilla, le di un beso en la mejilla y dije:

—Pero así me amas, Helena Jones.

Paró en seco, giró su mirada hacia mí y me dijo:

—Claro que así te amo. Si no, hace mucho te hubiera abandonado por molestoso. ¡Jajaja!

Salió corriendo como una niña chiquita, y yo no dudé en salir tras ella. Llegamos a un parque, donde la jalé con fuerza, y caímos al césped, haciendo que ella cayera encima de mí.

—Te amo, Helena Jones. Gracias por siempre regresar a mí —le dije, sintiendo que mi corazón se desbordaba de emoción.

—Gracias a ti, cariño, por no olvidarte de mí —respondió, su sonrisa iluminando su rostro.

—Jamás olvidaría a la fotógrafa más sexy y británica que me robó el corazón —le aseguré, mirándola a los ojos, sintiendo que todo lo que habíamos pasado había valido la pena.

Mientras permanecíamos allí, en el césped, rodeados por el suave murmullo de la brisa y el canto de los pájaros, sentí que el mundo se desvanecía a nuestro alrededor. Helena se acomodó sobre mí, su risa resonando como música en mis oídos, y no pude evitar sonreír al verla tan feliz.

—¿Sabes? A veces me cuesta creer que estamos aquí, juntos —dijo, jugueteando con un mechón de mi cabello.

—Es real, Helena. Todo esto es real. Hemos luchado tanto para llegar hasta aquí —respondí, acariciando su rostro con ternura.

Ella se quedó en silencio por un momento, como si estuviera procesando mis palabras. Luego, se inclinó hacia mí, sus labios rozando los míos en un beso suave y lleno de promesas. Era un beso que decía más que mil palabras, un recordatorio de que habíamos superado tanto y que, a pesar de todo, nuestro amor seguía intacto.

—Quiero que siempre estemos así, Namjoon. Quiero que nunca perdamos esto —murmuró, su voz un susurro lleno de emoción.

—Yo también lo quiero —le aseguré—. Prometo que siempre estaré a tu lado, sin importar lo que pase.

Nos quedamos allí, abrazados, disfrutando de la calidez del sol y de la compañía del otro. Era un momento perfecto, uno que atesoraría para siempre.Helena se levantó un poco, mirándome con una chispa traviesa en sus ojos.

—¿Y qué tal si hacemos una sesión de fotos aquí? —sugirió, sonriendo—. Este lugar es hermoso y yo quiero capturar cada instante.

—Me parece una gran idea —respondí, sintiéndome emocionado por la perspectiva de verla en acción, con su cámara en mano.

Helena se puso de pie y comenzó a moverse, buscando la mejor luz y los ángulos perfectos. La observé con admiración, sintiendo que cada clic de la cámara era un recordatorio de su pasión y talento. Era increíble ver cómo se transformaba cuando estaba detrás del lente, llena de vida y energía.

—¡Sonríe, Namjoon! —me dijo, y no pude evitar reírme mientras posaba para ella.

A medida que la tarde avanzaba, el parque se llenó de risas y momentos capturados

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A medida que la tarde avanzaba, el parque se llenó de risas y momentos capturados. Cada foto era un testimonio de nuestro amor, de cómo habíamos crecido y sanado juntos. En ese instante, supe que, sin importar lo que el futuro nos deparara, siempre tendríamos esos recuerdos, y eso era suficiente para mí.

—Amor.

—Dime, mi dragón.

—¿Quién te enseñó a decirme así?

—Una amiga, y me encantó.

—Jajaja, estás muy loquita, mi vida.

—Así me amas, jajaja.

—Es verdad, pero te quiero preguntar algo.

—Ah, no, Kim Namjoon, así vestido no me propondrás matrimonio, estoy hecha un asco.

—Jajaja, viste, estás muy loca. Además, te pediré matrimonio cuando menos lo esperes.

—Entonces, desde hoy me arreglaré muy bonita, por si las moscas, jajaja.

—Así eres hermosa, mi amor, pero... dime, ¿qué harás cuando me vaya al servicio militar?

—Amor, aún falta para eso. No pienses en eso, por favor.

La risa se desvaneció por un momento, y la preocupación se asomó en su rostro. Sabía que el servicio militar era un tema delicado, pero no quería que eso empañara nuestro momento. La miré a los ojos, intentando transmitirle que todo estaría bien.

—Lo sé, pero quiero que sepas que siempre estaré aquí, incluso cuando esté lejos.

—Prométemelo, Namjoon.

—Te lo prometo —respondí, acariciando su mano—. No importa la distancia, nuestro amor siempre nos mantendrá conectados.

Helena sonrió, y su risa volvió a llenar el aire. En ese instante, supe que, sin importar lo que el futuro nos deparara, siempre encontraríamos la manera de estar juntos.

Right person, wrong time (NAMJOON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora