¡Transmigré en mi personaje de drama!

Capítulo LXXIV: Túmulos Funerarios

La paciencia no es algo de lo que Wen Chao padezca, o si llegó a tenerla, duró menos que un parpadeo. Había aguantado dos semanas con los interrogatorios a Wei Wuxian, pero él seguía negándose a decir nada. Sumado a que su padre lo estaba presionando para obtener información valiosa sobre Yunmeng Jiang, estaba a punto de explotar.

"¿Y si nos deshacemos de él?" sugirió Wang Lingjiao, apoyándose en el pecho de Wen Chao. "De todas maneras, no quiere hablar y con las nuevas tácticas podremos derribar esa barrera."

Wen Chao miró a la mujer acostada como si no tuviera huesos. Tenía una mirada astuta, pero las lágrimas la hacían ver frágil después de haber sido intimidada.

"¿Me equivoqué, mi amor?" susurró, tapándose con las sábanas rojas, como si hubiera hablado de más.

Wen Chao tragó saliva.

"No," dijo, retirando la única tela que los cubría. "Jiajiao tienes razón, es inútil conservarlo."

Wang Lingjiao sonrió mientras abrazaba el cuerpo del hombre, sus ojos brillando con malicia.

'Wei Wuxian... despídete de tu miserable vida.'

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Xiao Zhan vio entrar a un grupo de cultivadores Wen y, detrás de ellos, a Wen Chao junto con Wang Lingjiao.

‘¿Qué sádica idea tendrá ahora?’

Desde la última vez que recibió una pequeña ayuda de Wen Qing, ella había venido varias veces bajo la orden de Wen Chao para que Wei Wuxian no muriera tan fácilmente. Aunque ella acudía, el tratamiento no se consideraba ni medicación debido a las exigencias de Wen Chao, quien no quería que su nueva diversión y a la vez su prisionero desaparecieran tan rápidamente.

Pero al parecer, esta vez no venían a desahogarse ni a interrogar.

"Wei Wuxian," empezó Wen Chao, "he tenido suficiente paciencia contigo, pero no has apreciado mi consideración hacia ti."

Dijo mientras caminaba frente al cuerpo de Xiao Zhan, colgado. Estaba tan mal que ni siquiera podía abrir los ojos.

"Si hubieras sido sensato, no habrías acabado así," miró a Xiao Zhan con un regodeo mal oculto bajo esa mirada de falsa compasión. "Uno de los orgullos de Yunmeng Jiang acabó siendo tan insignificante bajo mi mano."

Su mirada reflejaba placer y orgullo al ver su obra maestra.

Xiao Zhan no le importaban esas palabras; sabía que le quedaba un suspiro de vida. Wen Qing había intentado más de una vez ayudarlo a sanar, aunque fuera un poco, pero con el estado de su cuerpo y las amenazas de Wang Lingjiao cada vez que venía a observar cómo lo trataba Wen Qing, era un intento nulo.

Estaba al borde de la muerte, y lo que su cuerpo había soportado no era humano.

"Joven Maestro," la voz de Wen Zhuliu interrumpió a Wen Chao, "no creo que al Gran Maestro le agrade esto."

Wen Chao se giró para encarar a su guardia, con una expresión dura después de escuchar esas palabras.

"A mi padre no le importa este insignificante Wei Wuxian," dijo con convicción. "Y solo hace que malgaste mi valioso tiempo. Es mejor deshacerse de él para que padre no tenga más preocupaciones."

Wen Zhuliu permaneció momentáneamente en silencio, pero acabó asintiendo ante las órdenes de su amo.

"Como desee el joven maestro."

"¿A qué estáis esperando?" Wang Lingjiao, que había estado en silencio todo el tiempo, apuró a los lacayos a moverse. "¿No veis que el Joven Maestro no tiene tiempo que perder?"