Capitulo 2

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Cuando abrí los ojos tuve que acercarme la mano a la frente a modo de visera. Había mucha luz y mis ojos se resintieron al abrirlos. Veía el cielo sobre mí pero no tenía el mismo color que siempre. Su tono era multicolor, era una mezcla de colores que se movían y entremezclaban entre sí. Estaban todos los colores del arco iris y algunos más que no había visto jamás. Era un espectáculo maravilloso. Cada color bailaba como si fuera una nube o una masa de energía, y chocaba y se fundía con otros colores formando tonos nuevos. Parecía que el cielo estuviera vivo.

Me incorporé quedándome sentada en el suelo y pude ver la fina arena bajo mi cuerpo. La notaba fría bajo mis pies descalzos. Era una sensación muy agradable. Más que arena parecía azúcar... azúcar brillante, reluciente bajo la luz de los colores del cielo, que hacían que la arena destelleara puntos de color por todas partes.

Sumergí mi mano en la arena y cogí un grapado dejándola luego caer de nuevo como una cascada, entonces me di cuenta de que además de tener un brillo intenso, desprendía un perfume exquisito. Su aroma igual podría ser el de una rosa o el de un tulipán, el de un jazmín o el de un clavel. Los olores se mezclaban en la tierra al igual que los colores se fundían en el cielo.

Decidí levantarme y lo que vi ante mis ojos fue tremendamente hermoso. Un mar de aguas turquesas se extendía ante mí hasta juntarse en el horizonte con el cielo. Sentí la brisa en mi rostro y la sensación era de una profunda paz. Me acerqué hacia la orilla y una tímida ola mojó mis pies retirándose después, dejando al descubierto pequeñas conchas de formas espirales imposibles de describir. Cogí una para verla detenidamente. Su forma era muy curiosa, jamás había visto nada igual. Miré en su interior y no vi nada, así que me la acerqué al oído para comprobar si se oía el ruido del mar. No oí nada al principio pero luego..."¡Coral!" Despegué rápidamente la concha de mi oreja y me quedé mirándola atónita. ¿Qué había sido eso?. Volví a acercármela de nuevo. "¡Coral!"

De repente un ruido estremecedor hizo que me cayera la concha a la arena. La tierra vibraba y se movía como si se acercara una manada de caballos desbocados. Me giré y pude ver como en la lejanía algo se acercaba a toda velocidad. Algo no, una multitud de algo se aproximaba hacia mí. La arena que levantaban me impedía ver lo que era, no podía distinguir nada. Mi corazón latía a toda prisa por la emoción, pero no tenía miedo. Entonces volví a escucharlo..."¡Coral!". Volvían a llamarme. La voz provenía de aquello que fuera que se acercaba hacia mí. ¡Me estaban llamando por mi nombre!

Conforme se acercaban empecé a distinguir algo... veo.... son... ¿cómo? No puede ser....son....¡elefantes! y ...¿lobos?. Todo empezó a cobrar forma, se acercaron más y más y de repente....todos frenaron y pararon ante mí. Cuando la arena que levantaron volvió a caer al suelo, el ambiente se aclaró, el ruido ensordecedor cesó, y el silencio volvió a reinar. Pero lo que yo estaba viendo en ese momento me puso los pelos de punta.

Dos majestuosos elefantes blancos se alzaban ante mí. Sobre sus lomos caían unos mantos dorados, con piedras preciosas incrustadas, y bordados con hilo de plata y oro. Parecía salidos del más ostentoso palacio indio, de un cuento de hadas. Acompañando a estos dos elefantes, una manada de unos treinta lobos los rodeaban, iluminando la escena con sus preciosos ojos azules, casi blancos. Era como si los estuvieran protegiendo. Yo no tenía miedo. La mirada de los lobos no eran amenazantes para mí, y la de los elefantes tampoco.

- ¡Coral!- volví a escuchar mi nombre.....

- ¿quién me llama?-pregunté titubeando...

Entonces la vi. Salió de entre los dos elefantes, mientras los acariciaba. Pasó junto a dos lobos a los que igualmente acarició y finalmente llegó hasta mí.

-¡Coral!- dijo mientras me cogía la mano. Era la misma voz que había salido de la concha.

Era una niña de aproximadamente mi edad. Al verla me sentí tremendamente impresionada, porque tenía el pelo liso y pelirrojo como yo, los ojos azules como yo.....no sé.....se parecía mucho a mí. Vestía una túnica blanca con dos cordones dorados anudados a la cintura. Tenía adornado el pelo con una especie de corona de flores violeta. Le daba un aire divino y misterioso al mismo tiempo, estaba guapísima....y yo allí con mi pijama. Era como si me hubieran invitado a una fiesta y no me hubiese vestido de forma correcta.

Coral y las siete leyes | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora