Capítulo 3.-

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Tenía la almohada enroscada a mí, entre mis brazos y mis piernas. Me abrazaba fuertemente contra ella.

-¡Álex, a comer!-La voz de mi madre me succionó del regazo de Lhasa.

Me quedé sentado en la cama y solté la almohada, que se había quedado deformada de tanto que la había apretado.

Había vuelto. Estaba de nuevo en mi habitación. Agradecí haberme dormido, porque si no, no hubiera podido salvar a Coral. Bueno, creo que la había salvado. Por lo menos tenía mejor cara cuando me marché. Espero que Lhasa y la serpiente la cuiden y se lo aclaren todo. Yo intentaré estar entre los dos mundos arreglando las cosas. Vengo de la otra dimensión de salvar a Coral, y ahora en ésta, tengo que arreglar unos asuntos con Aura.

-¡Álex!-Volvió a gritar mi madre.

-¡Voy!-Le respondí saltando de la cama.

Bajé las escaleras un poco más tranquilo. Me hubiera gustado verle a Coral abrir los ojos, pero estaba seguro de que estaba en buenas manos ahora que la habíamos encontrado. La verdad es que no podía hacer nada hasta mi próximo sueño.

Estaba hambriento, el olor que salía de la cocina era delicioso. Mi madre había preparado estofado de ternera con patatas. Mmmmm... me encantaba mojar pan en ese caldito.

-¿Has terminado el trabajo?-Me preguntó mi madre.

-Casi-respondí yo, pensando que a lo mejor tendría que refugiarme en mi cuarto de nuevo.

-No vuelvas a dejarte las cosas para última hora, por favor-me riñó.

Nos sentamos en la mesa y yo devoraba la comida. Casi no había desayunado y después de la experiencia en la nieve, mi cuerpo necesitaba alimentarse. Observé que mi madre estaba nerviosa, porque cuando lo estaba, siempre daba golpecitos con la uña en el vaso. Tin, tin, no paraba.

-¿Qué pasa mamá?-Le pregunté.

-Nada...-Contestó ella mintiéndome. Tin, tin, volvía a dar golpecitos en el vaso.

Le cogí la mano para que dejara de hacerlo y la coloqué suavemente sobre la mesa.

-Mamá, algo te inquieta, no me mientas. Cuéntamelo.- Esta vez fui más firme con mis palabras.

Ella paró de comer y dejó cuidadosamente los cubiertos en el plato. Se alisó la servilleta sobre las piernas y bebió un poco de agua. Estaba claro que algo le preocupaba y no sabía cómo decírmelo. Recordé lo que siempre me repetía mi padre cuando soñaba con él "cuida de tu madre", y era lo que yo siempre intentaba hacer.

-¿Recuerdas que te dije que me había apuntado a la universidad de mayores?-Me preguntó.

Cuando empezó el curso en septiembre, mi madre se apuntó a la universidad para mayores de treinta años. Ella no trabajaba. Con la pensión de viuda y unos ahorros que nos había dejado mi padre íbamos tirando. Pero ella no encontraba ningún trabajo, y para no quedarse tanto tiempo en casa sola, decidió apuntarse a la universidad. Iba dos veces por semana y se entretenía mucho. Había hecho amigas y parecía estar disfrutando de la experiencia. No estudiaba ninguna carrera ni nada por el estilo, pero recibía clases de economía, psicología y salud entre otras cosas. Era una gran distracción para mi madre. Me solía decir "yo hoy también me voy al cole".

-Si mamá, ¿acaso te han suspendido alguna?-Pregunté bromeando. Conseguí sacarle una breve sonrisa.

-Álex por favor...-Dijo tímidamente sin atreverse a mírame a los ojos.

-Mamá ¿qué pasa?-Esta vez me puse serio y le levanté la cara cogiéndola de la barbilla. Ella me miraba con ojos culpables.

-He... he conocido a alguien-dijo con voz temblorosa.

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⏰ Última actualización: May 02, 2016 ⏰

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Coral y las siete leyes | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora