Capítulo 6

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Por fin era sábado. Era el dí­a que más me gustaba de la semana. En lugar del ruidoso despertador o la enérgica voz de mi madre, era la luz del sol primaveral que entraba por la ventana, la que agradablemente me despertaba. Hoy no habí­a clase y eso era fantástico para mí, aunque eso sí­, ¡me tocaba arreglarme la habitación!  Pero me encontraba extremadamente feliz, así que no me suponí­a mucho esfuerzo hacerlo. Acababa de encontrar a una hermana perdida y a un nuevo, joven y guapo amigo, ¡qué más se podía pedir!

Mi amapola seguí­a igual de espléndida. Por si acaso le cambié el agua, pero no dudaba que seguiría así de viva por mucho tiempo. Aunque no madrugaba tanto como entre semana, me levanté pronto. Quería aprovechar el dí­a al máximo. Hací­a un sol precioso y una temperatura muy agradable. Era uno de esos dí­as perfectos para ir a pasarlos al campo.

Tenía muchas cosas pensadas para hacer esa mañana. Una de ellas era ir a ver a Álex. Debí­amos hablar de lo que habí­a pasado en el sueño con los espejos. En realidad querí­a hablar con Álex de tantas cosas... aunque seguro que él también querrí­a contarme muchas más.

Hice todas mis obligaciones del sábado, que eran arreglar, limpiar y ordenar mi habitación y el cuarto de baño que yo utilizaba. Lo hice todo deprisa para poder marcharme lo antes posible, con la excusa de ver al precioso Rex. Miré en mi escritorio el diario que habí­a empezado. Lo abrí­ y vi que no había vuelto a escribir en él desde que lo empecé en el colegio. Ahora tení­a un montón de material para contar, pero no tenía tiempo.

Mi padre estaba ocupándose de los gemelos que estaban ahora con un poco de fiebre, y tení­an alguna erupción más que el dí­a anterior. Mi madre libraba los sábados en la tienda, y al tener tiempo, aprovechaba ese día para cocinar unos platos exquisitos. Era una gran cocinera, igual te preparaba una exquisita paella, como unos sabrosos canelones al más puro estilo italiano. Hoy estaba cocinando algo diferente en un robot de cocina que le habí­a regalado mi padre. Era un pequeño aparato que según decían, cocinaba cosas deliciosas. Mi madre quería estrenarlo pero no se aclaraba con los botones.

-¿Por qué no te lees las instrucciones mamá? Seguro que allí te lo explicará todo-le dije yo con intención de ayudarla a cocinar algo diferente.

-Tienes razón Coral, pero no sé dónde están. Deben de estar en la caja. La guardé en el trastero. ¿Puedes ir a buscarlas por favor?-Dijo mi madre desesperada.

¡Para qué habré hablado! ¡Estaba a punto de irme a casa de Álex!  No querí­a perder tiempo. En fin, a ver si lo encuentro rapidito.

Fui corriendo al trastero. Este se encontraba fuera de la casa en un pequeño rincón del jardín. Estaba lleno de polvo y telarañas porque allí­ prácticamente el único que entraba era mi padre, y no se limpiaba con asiduidad. El guardaba allí­ sus utensilios de jardinerí­a, un rastrillo, una azada, la manguera para regar... siempre me había dado un poco de aprensión entrar allí. "¡Si me sale una araña me muero!". Pensé al abrir la puerta. También se guardaban trastos que en verano no servían, como una estufa de gas y leña para la chimenea. Al fondo habí­a un montón de cajas apiladas que estarían llenas a saber de qué, porque la verdad yo nunca me habí­a interesado en abrirlas. "Ahora entiendo por qué se llamaba trastero, porque es un cuarto para acumular trastos y más trastos".-Pensé mirando todas aquellas cosas amontonadas.

En un rincón vi un pequeño triciclo que gastaba yo cuando era pequeña. ¡Ya ni me acordaba de él! ¡Qué recuerdos! Pensé que podría sacarlo y limpiarlo bien. Los gemelos estaban en la edad justa para gastarlo, y seguro que mi madre no recordaba que lo guardó allí­. Metí la pierna entre dos cajas y me alargué hasta llegar a él. Como pude tiré del manillar para sacarlo, pero casi no tení­a espacio. Al estirar perdí­ el equilibrio y me caí­ tirando varias cajas al suelo, y estirando una sábana que cubrí­a un viejo baúl. ¡Caramba me habí­a puesto perdida! Pero por lo menos habí­a conseguido sacar el triciclo.

Coral y las siete leyes | #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora