Cinco

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Exactamente había pasado una semana y media de la tragedia, toda esa semana me intenté suicidar por lo menos 5 veces. No pude hacerlo en ninguna, soy cobarde.

Me estaba duchando, el agua caía sobre mi cuerpo y en eso senti algo pegajoso y asqueroso sobre mis entre piernas. Mire hacia abajo y no podía creerlo.

Mi menstruacion, si antes tenia vergüenza de pedirle papel para ir al sanitario a aidan. Ahora no me imagino como decirle que necesito toallas femeninas o tampones para esto. Maldición.

Una mujer en el apocalipsis y todavía tengo que sufrir estas cosas. Me envolví en las toallas y salí de la duche, tome mucho papel y lo puse en mi ropa interior, espero que esto me ayude con la hemorragia.

Ya estaba vestida para salir a conseguir eso en el mercado, obvio no iría con aidan, le iba a decir que necesitaba caminar o algo así.

— ¿Que iras a caminar? — Me miró casi sin creer lo que dije — Estamos repletos de zombies, ¿estas loca?

— Lo se pero necesito ir por cosas personales al mercado, y no quiero que vengas tu...

— debo acompañarte, te llevo y de pasada saco algunas cosas para mi. —Tomo su arma y las llaves del auto con el que nos manejamos para no mandarnos tan solos a las calles.

— Guao nunca había agarrado tantas cosas gratis — Dije mientras tomaba todas las cosas que podía, tenía mi carrito lleno de cremas y shampo para todo un mes entero.

— Oye, debes pagar eso — Dijo mirándome — Es broma toma lo que quieras — Rio aidan mientras llenaba su carrito de golosinas y cervezas.

—  ¿Y ahora como llevamos todo esto? — ambos teníamos casi dos carrito llenos de comida y cosas personales

— Pues, ponlo en bolsas y abriré la puerta del auto para entrar todo sin hacer tanto escándalo.

Mientras aidan guardaba la mercadería decidí acercarme a una puerta que estaba cerrada, se oían algunos gemidos de los zombies. Me aterraba mirar por el agujero pero tome valor y mire, solo vi muchas personas casi en los huesos, sus cuerpos estaban por la mitad y la mayoría estaba aún viva esperando a ser rescatada.

Me dolió ver eso que algunas lágrimas recorrieron mis mejillas, mire hacia atrás y ahi estaba aidan. El se había comportando como un caballero esta semana y media. Ahora era un gran amigo.

— Ey, te aseguro que todo acabará, encontraremos el elicoptero que nos llevará a otro lugar donde no hayan personas así. Te lo prometo.

— Gracias — seque mis lagrimas y tome la mano de aidan, este me dio una pistola ya cargada con balas y la sostuve.

— Oí ruidos, creo que será mejor que nos vayamos lo antes posible

Antes que pudiera darme cuenta ya estábamos en casa, los días eran así prácticamente.

Comer, dormir, comer, dormir, bañarse, mirar televisión, pasar el esto, buscar la radio a ver si alguien estaba copiando nuestra señal, buscar ayuda, avisar dónde estábamos.

Un mes completo de soledad, mi periodo se había ido antes que me de cuenta, creo que estaba lo suficientemente deprimida para no darme cuenta de las cosas.

Aidan llegaba mi comida a la habitación y también me consolaba en las noches pero mucho no podía hacer, lo entendía, era nuevo todo esto para el también.

Cuando pude ponerme mejor, yo lo consolaba a el que aveces estaba enojado con los radios por quedarse sin señal, éramos el uno para el otro ayudándonos mutuamente.

𝐈𝐍𝐅𝐄𝐂𝐓𝐀𝐃𝐎𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora