La figura encapuchada se mueve con una gracia inquietante, como si estuviera en sintonía con las sombras que la rodean. Sus pasos son silenciosos, y yo la sigo con el corazón acelerado, el eco de nuestros pasos resonando en los pasillos de piedra que parecen interminables. La celda se queda atrás, y con ella, el manto de terror y confusión que la había envuelto.
El aire se vuelve más denso a medida que avanzamos, cargado de una energía que me resulta tanto familiar como extraña. La figura me conduce a través de un laberinto de pasillos oscuros y torcidos, hasta llegar a una puerta de hierro oxidado. La puerta se abre lentamente, y un resplandor rojo y tenue emana del interior, iluminando las paredes con un brillo ominoso.
Entramos en una sala grande y circular, el suelo está cubierto de símbolos arcanos, y en el centro se erige un altar de piedra, cubierto con velas encendidas que proyectan sombras danzantes en las paredes. En el altar, hay un antiguo libro encuadernado en cuero desgastado y una serie de frascos que contienen líquidos de colores oscuros y siniestros.
De entre las sombras emerge una mujer que parece una figura sacada de una leyenda oscura. Sus cuernos negros, largos y curvados hacia atrás, son tan imponentes que parecen casi fusionarse con su enigmática cabellera, la cual cae en ondas largas y fluidas como la noche misma. Cada mechón brilla con un resplandor sutil, capturando la luz de manera que recuerda a las sombras danzantes.
Sus ojos son el aspecto más inquietante: de un rojo profundo, casi como la sangre fresca, y brillan con una intensidad que es tanto seductora como peligrosa. Su mirada fija es penetrante, como si pudiera ver a través de ti y desentrañar tus pensamientos más oscuros.
Al dar dos pasos hacia adelante, revela una figura voluptuosa, de curvas generosas y sensuales que destacan bajo la tenue iluminación. Cada movimiento está acompañado por un suave ondeo en su elegante túnica, que se ajusta a su cuerpo de manera que acentúa su presencia dominante.
A sus espaldas, unas enormes alas negras se despliegan con majestuosidad.
"Puedes irte," dice la mujer con una voz que es a la vez autoritaria y enigmática. La figura encapuchada se aleja rápidamente, dejando el lugar en un silencio cargado de expectación. La mujer hace un gesto elegante con la mano, invitándome a acercarme.
Cuando finalmente estoy frente a ella, su presencia es tan abrumadora que eriza todos mis sentidos. Mi piel se pone de gallina y un escalofrío recorre mi espalda.
"Creo que no nos hemos presentado aún," dice ella, su voz suave y enigmática. Al mismo tiempo, su mirada penetrante se clava en mí, y una sensación de vulnerabilidad se apodera de mí.
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El Reino de las Mentiras
FantasySumida en sangre y sombras, Catherine descubre que todo era una mentira. Monstruos acechan, pero uno de ellos la ha vigilado siempre, aguardando para reclamarla en la oscuridad. ¿Quién será esa voz que le susurra en la oscuridad? ¿Se dejará llevar p...