ღ Día 2: Mi salvador / Amnesia (AU)

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26/08/2024

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Diana Cavendish Pov

El cielo en esa hermosa tarde era resplandeciente, deslumbrante y totalmente relajante. Saliendo de mi día de trabajo, sonreí mientras lo admiraba y me llenaba de su belleza.

Mis cabellos se movieron al compás de la suave ventisca y me dispuse a caminar hacia mi auto. Había sido un día normal y común en mi vida. Llegar al trabajo era una de las obligaciones que tenía y terminar en mi hogar repasando uno de mis libros universitarios, era un pasatiempo que amaba y atesoraba.

Mucho más si el té inglés estaba incluido.

Suspiré e introduje la llave con tranquilidad. Dispuesta a retirarme y llegar a mi hogar con un merecedor descanso, un grito repentino, pero conocido, me detuvo de subirme a mi transporte de color negro opaco.

Giré a verla, soltando un respirar cansado.

«Ella otra vez...»

La esperé a que llegara y la miré como jadeó múltiples veces y recuperó el aliento.

La mujer, vestida con su uniforme, era una compañera de trabajo, la cual no me había dejado de perseguir el último año. Insistiendo en salidas y tiempo juntas que me negué amablemente, sin embargo, estaba cansándome de inventar una excusa para quitármela de encima.

Llevaba laborando para la empresa EcoWave hace doce años, ganándome gracias a mi buen desempeño el puesto de directora de operaciones. Mientras ella, era la directora encargada del desarrollo y expansión del negocio.

Trabajamos en el mismo piso, pero en diferentes lugares.

—Buenas tardes, señora Kagari. ¿Puedo ayudarla en algo?

Ella frunció el ceño y bufó antes de arreglar su uniforme y mirarme con esos ojos rojos juzgadores.

Era bonita, lo admitía, sin embargo, por motivos personales había decidido no tener una relación del tipo que ella buscaba.

—Olvidaste tu carpeta.

«¿Mi carpeta?»

Con tranquilidad, el objeto me fue entregado y lo ojeé con rapidez descubriendo que, efectivamente, era una carpeta de documentos a mi nombre. Examiné mi maleta de trabajo y volví a mirarla.

—Lo aprecio.

Ella asintió y se despidió con un gesto de mano.

«Extraño...»

No me había pedido que la llevara a su departamento esta vez.

A veces me preguntaba por qué la toleraba.

***

—¿Cómo va el trabajo?

—No podría ir mejor —respondí con una sonrisa y bebí de mi batido.

Me encontraba en uno de los lujosos lugares de Londres-Inglaterra compartiendo un momento con una de mis mejores amigas de la infancia: Bárbara Parker. Una accionista reconocida por lo minuciosa y delicada que era en su tarea.

Nuestras familias fueron bastante unidas y, amablemente, la suya me acogió luego de haber perdido el único miembro de la mía.

«Si no fuera por ella...»

Era muy probable que hubiera terminado en un orfanato.

—¿Puedo asumir que te va igual?

Bárbara se encogió de hombros.

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