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La chica salía del instituto, con la mochila cargada al hombro, en busca de la parada de autobús.
—Valentina, espérame—escucha a alguien decir detrás de ella.
Al girarse ve a Sofía, caminando en su dirección a paso rápido.
—¿Te has olvidado de mí o qué?—le dijo una vez la alcanzó.
—Perdón, es que tenía la cabeza en otra parte—dijo Valentina mirando al frente.
Su amiga dirigió la mirada a cierta persona que parecía tener hipnotizada a la chica.
—¿Aniol? ¿En serio?—le preguntó incrédula.
—Es guapo...—murmuró mientras pagaba el tique del bus y buscaba asiento.
—Pero es un inútil, ya sabes lo que todos dicen de él—al ver la expresión triste de su amiga, se retracta de lo dicho—. Pero bueno, que es tu elección, yo solo te aconsejo, que me tomes en serio o no es cosa tuya.
En ese momento, el chico anteriormente mencionado levanta la mirada y Valentina, asustada, dirige la suya a la pantalla del móvil.
—Madre mía, si pretendes avanzar con él, esconderte no es la mejor opción, lo sabes, ¿no?
La morena levanta la vista, encontrándose con la mirada de su amiga, su pelo castaño y rizado le cubría parte de la cara.
—Que maja que eres, chica—dijo cambiando su vista a la ventana.
—Que noo, que no lo digo a malas—dice la de pelo rizado abrazándola.
El trayecto transcurrió de lo más normal, ambas hablando hasta que Sofía tuvo que bajarse unas paradas antes que la otra chica.
Cuando por fin llegó a su destino, Valentina se bajó del bus y caminó hasta la puerta de su casa.
—Mama, ya he llegado—dijo alzando la voz mientras iba a dejar las cosas a su habitación.
Al volver al salón, la escena que se encontró era de película.
Su madre de pie sonriente, con un chico a su lado, con expresión sorprendida.
La cosa es que no era cualquier chico.
Era Lamine Yamal.
El Lamine de quien tan amiga fue en el pasado, hasta que sus caminos se separaron, por el fútbol y por el hecho de que el chico tiene que repetir el último curso de la ESO.
—¿Qué?—fue lo único que salió por la boca de la chica.
—Cariño, Lamine ha venido porque quiere hablar contigo de algo, os dejo solos—dice la mujer mientras le da un beso en la cabeza a su hija, dejando la habitación.
—Valentina, cuanto tiempo—empieza a hablar el chico.
—Literalmente estamos a diciembre, no ha pasado tanto tiempo que no nos vemos.
—¿Tres meses te parece poco?
—Pues sí.
—Te tiene que ir genial en las relaciones, intuyo—dice el chico con ironía.
La morena le mira confusa antes de pronunciar palabra.
—Te recuerdo que te puedo echar de aquí si quiero.
—Vale, perdón, error mío.
—¿Qué narices haces en mi casa?
—Por favor, Valentina, necesito tu ayuda.
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buenooo, este capítulo ha sido una breve introducción a esta historia.
hemos podido ver nuevos personajes aparte de nuestros protagonistas.
