Lo nuevo es el pasado

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—Es aquí.

Veo el edificio blanco y desgastado. Su arquitectura es bastante antigua y tiene un aire acogedor. Las ventanas dan vista al interior de las habitaciones, dejándome ver escritorios con lámparas y estanterías llenas de libros. La ubicación me gusta, está cerca de cafés y tiendas de conveniencia. Lo ideal para la vida universitaria.

Doy una pequeña sonrisa de conformidad a mi mejor amiga, Glimmer. Es una buena primera impresión. Ella toca el timbre y esperamos pacientemente afuera.

Aunque ni tan pacientemente.

Glimmer quiere aparentar estar bien, pero sé cuándo está ahogándose por dentro. Tiene la mirada perdida en la cerradura, se remuerde los labios y juega nerviosamente con sus dedos. Quiere encontrar un nuevo lugar dónde mudarnos, y rápido. Vivir en la misma residencia con Bow, quien fue su mejor amigo y novio, ya no es una opción.

Hemos estado buscando por semanas, pero siempre encontramos un defecto a los sitios que visitamos. Ya viene siendo hora de que nos aparezca algo lindo.

Dejo reposar mi cabeza sobre su hombro a pesar de la diferencia de altura, ella también inclina la suya, dándome un leve toquecito. La hago sacar una sonrisa y me contento con eso.

Se escuchan pasos dentro de la casa y, después de unos segundos, una señora bajita y de cabellos canos nos abre la puerta y nos deja pasar. Ella se presenta como Madame Razz. Nos da un pequeño tour por el primer piso, donde se encuentra una amplia sala de estar, una cocinita y varias habitaciones que ya están arrendadas. Luego nos lleva al segundo piso, donde nos muestra las que tiene disponibles.

Las habitaciones no son muy grandes, pero son lindas y cálidas, eso me gusta. Cuentan con armario, cama, escritorio, silla y una ventana con vista a los alrededores del barrio. Las dos que vemos son casi idénticas, pero se encuentran separadas por otras de por medio. Pese a eso, por la mirada que comparto Glimmer, queda mas que claro que nos han encantado.

—Solo el primer piso tiene sala, pero este cuenta con su respectiva cocina y comedor que, en caso de quedarse, deberan compartir también con los del tercer piso. Se los mostraré.

Seguimos a Razz mientras observamos el largo del pasillo, hay puertas de color caoba a lado y lado, y uno que otro cuadro colgado en la pared. Dada la antigüedad de la casa, la madera cruje bajo nuestros zapatos. Justo antes de girar al final del pasillo, Razz se detiene en seco.

—¡Olvide sacar la ropa de la lavadora!

Y sin más, corre escaleras arriba. Glimmer y yo nos miramos entre asustadas y divertidas. Decidimos seguir adelante para conocer la cocina que supongo es una entrada en forma de arco. A penas la cruzo, siento que el tiempo se detiene, la sangre se me congela y el latido de mi corazón es mas fuerte.

No es posible.

Lo primero que ven mis ojos es a ella, una joven de tez morena, mucho más pequeña que yo, que maneja la sartén con bastante astucia. Alza los vegetales al aire y estos caen con gracia sobre la superficie de metal. Sus grandes ojos bicolor se mantienen concentrados en lo que hace. No nos ha notado y ruego al universo porque no lo haga.

Mis ojos aprovechan a recorrerla aún con sorpresa.

Está más alta.

Tiene un cuerpo de infarto.

Y su mata de cabello sigue estando tan desordenada como de costumbre.

Ya me ha quitado el aliento y lo que termina por dejarme más tiesa que un palo es escuchar que Glimmer, tras mi espalda, chilla su nombre y corre hasta ella.

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