25 De Octubre, 2023
New YorkBealia y Charles se encontraban en la recepción del hotel, intentando reservar una habitación. La situación se tornaba más complicada de lo que ella esperaba.
—¿¡Cómo es que no hay habitaciones con camas separadas!? —se quejaba Bealia, cubriéndose el rostro con las manos, claramente frustrada.
—Lo siento, siempre es por reservación previa, y ya todas las habitaciones con dos camas han sido tomadas —dijo la recepcionista con una sonrisa educada.
Antes de que Bealia pudiera quejarse más, Charles señaló la llave de una habitación con una cama matrimonial y, sin dudarlo, sacó su billetera para pagar.
—Tomaremos esa habitación —dijo con una confianza que hizo sonreír a la canadiense. Luego, intentó hacerle un guiño a Bealia, pero el gesto no le salió tan bien, lo que provocó que ella soltara una risa. Aunque no supiera guiñar, se veía increíblemente guapo intentándolo.
El monegasco tomó las maletas de Bealia y ambos subieron al ascensor. La atmósfera entre ellos era ligera, a pesar del pequeño inconveniente.
—No tenías que pagar por la habitación —insistió Bealia, sacando su billetera para darle el dinero que Charles había gastado. Pero él lo rechazó con una sonrisa.
—Yo me ofrecí a acompañarte, así que es justo que te dé una ayudita —dijo, encogiéndose de hombros.
Bealia suspiró y guardó el dinero de nuevo en su bolso. —Ayuda... ¿Me ves cara de pobre? —dijo fingiendo estar ofendida, mientras recogía su maleta al salir del ascensor.
Una vez que se instalaron en la habitación, que solo usarían por un día, ni siquiera pasarían la noche, ambos se encontraban acostados en la misma cama, aunque en posiciones diferentes. Bealia estaba boca abajo, concentrada en escribir algo en un cuaderno, mientras Charles, acostado boca arriba, jugaba con una pequeña pelota, lanzándola al techo y atrapándola de nuevo.
—Entonces... ¿cómo podríamos hacer que la relación se vea más real? —preguntó Bealia, mordiendo el lápiz mientras reflexionaba—. Muchos notaron mis nervios y ya hay rumores de que esto es falso.
Charles, en lugar de responder, se giró de lado, mirando fijamente a Bealia. Su atención no estaba en las palabras de ella, sino en su rostro, en cómo la luz de la lámpara suavizaba sus facciones. Sonriendo, tomó la pelota y la colocó sobre la cabeza de Bealia.
Ella, distraída, solo dejó escapar una risa suave. —Charles... ¿me escuchaste? —preguntó, mirándolo de reojo.
El monegasco sacudió la cabeza, volviendo en sí. —Lo siento, no te escuché. ¿Qué decías?
Frustrada, Bealia dejó el lápiz sobre la cama y se cubrió la cara con una almohada, soltando un suspiro exasperado. Charles la miró, divertido, y con voz suave le dijo:
—Bea... repítelo. Quiero escucharte todo el día.
Bealia, aún con la almohada en el rostro, la bajó lentamente y se encontró con los ojos de Charles a escasos centímetros de los suyos. El aire entre ellos se sintió diferente, una tensión suave, casi imperceptible, pero allí estaba. Sus rostros estaban tan cerca que podían sentir el aliento del otro.
—¿Todo el día, eh? —murmuró Bealia, tratando de ocultar una sonrisa mientras sus ojos se fijaban en los de Charles, quien la miraba con una mezcla de ternura y curiosidad.
—Sí, todo el día... —respondió él, sin apartar la mirada, acercándose solo un poco más, lo suficiente para que el momento se sintiera eterno.
Bealia no pudo evitar sentir cómo su corazón se aceleraba ante esa cercanía, mientras el silencio que compartían hablaba más de lo que cualquiera de ellos podía decir en palabras.
Charles envolvió a Bealia en un cálido abrazo, dejando un suave beso en su frente. Bealia se sonrojó, sintiendo cómo su piel se calentaba bajo su tacto, y se acurrucó entre sus brazos, buscando un refugio en esa cercanía inesperada. Aunque sus pensamientos eran un torbellino, no pudo evitar encontrar una sensación de calma en el abrazo del monegasco.
—¿Tendrás modelaje? —preguntó Charles, mientras sus dedos recorrían el cabello de Bealia con delicadeza, cada caricia calmante y cuidadosa.
Bealia asintió ligeramente, manteniendo su mirada en la almohada, sin atreverse a mirar directamente a Charles. —Sí... Tengo que ver a algunas agencias hoy . Mi madre tiene todo listo —respondió, con un suspiro que escapó antes de poder controlarlo.
Charles la miró de cerca, percibiendo la tristeza en su voz, aunque ella trataba de ocultarla. —No pareces muy entusiasmada —comentó, con una leve sonrisa, intentando romper la barrera entre ellos.
Bealia cerró los ojos por un momento. —No es eso... Es solo que... nunca fue mi elección —admitió, su voz sonando más vulnerable de lo que quería. Aunque no estaba enamorada de Charles, había algo en él que la hacía sentir lo suficientemente cómoda como para compartir partes de su vida que había enterrado profundamente.
Charles frunció el ceño, sin dejar de acariciar su cabello. —No tienes que hacer algo que no te hace feliz, Bea.
Bealia rió sin ganas. —No es tan simple... No con mi madre.
El monegasco la abrazó más fuerte, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Él quería protegerla, quería ser ese pilar en el que ella pudiera apoyarse, aunque sentía que Bealia, por ahora, no lo veía de la misma manera.
—No estás sola en esto, ¿lo sabes? —Charles bajó la mirada, buscando sus ojos.
Bealia dudó un momento antes de levantar la mirada y encontrarse con los suyos. Aunque no estaba enamorada de él, no podía negar que había algo reconfortante en su presencia. —Gracias, Charles... pero no sé si pueda depender de alguien más.
Él sonrió, una sonrisa genuina que llegó hasta sus ojos verdes. —Bueno, estaré aquí, para cuando estés lista.
Odio la prepa.😭
Ya no quiero estudiar ingeniería. 😔
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De Color Rojo || Charles Leclerc
Aléatoire⎾🏎️💥⏌ 𝘉𝘪𝘦𝘯𝘷𝘦𝘯𝘪𝘥𝘰𝘴 𝘢: 𝐷𝑒 𝐶𝑜𝑙𝑜𝑟 𝑅𝑜𝑗𝑜. 𝘌𝘴𝘵𝘦 𝘭𝘪𝘣𝘳𝘰 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘥𝘦 𝘉𝘦𝘢𝘭𝘪𝘢 𝘓𝘦𝘉𝘭𝘢𝘯𝘤 𝘶𝘯𝘢 𝘫𝘰𝘷𝘦𝘯 𝘥𝘦 21 𝘢𝘯̃𝘰𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘦𝘫𝘢𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘶𝘯̃𝘦𝘤𝘢 𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘥𝘢�...