O7.

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Luego de besarse por un rato más, desayunaron juntos mientras esperaban a que Julie y Arthur regresaran de hacer las compras.

La mujer los terminó de convencer para que se quedaran hasta el día siguiente, lunes, ninguno de los dos tenía clase y Max sólo debía asistir a una en la tarde, lo cual le daba bastante tiempo para llegar si salían después del desayuno.

Así que, cuando decidieron que no viajarían el domingo en la tarde, Carlos le preguntó a Charles si ahí, en el lugar en que creció, había un sitio bonito para que tuvieran una primera cita y conversaran tranquilamente. El castaño se emocionó mucho y su omega se removió feliz ya que nunca antes había tenido una cita con alguien que le gustara y por fin, después de tanto tiempo pensando en eso, la tendría.

Le había contado un poco a su madre sobre cómo había admitido que aquel chico era su alfa y de que sus sentimientos el uno por otro eran recíprocos. La mujer se alegró mucho y le dijo: ‹ Se notaba que no era falso, lo sabía por la forma en que te mira. Así nos mirábamos tu mamá y yo. › Mentiría si dijera que no tuvo que aguantarse las ganas de llorar.

Se sentía muy feliz en ese momento. Feliz, nervioso y con mariposas en su estómago, o tal vez era sólo su omega emocionado por ir tomado de la mano de Carlos sin estar fingiendo.

—Debo admitir que cuando vi a tu mamá, sentí miedo. —la voz del alfa lo sacó de sus pensamientos.

Charles frunció el ceño.

—¿Por qué?

—Bueno, eres su hijo omega y ella aún te ve como su bebé, no puedes juzgarme.

Charles sólo sonrió, negando con la cabeza. Su mamá si solía ser intimidante y algo celosa con él y Arthur, pero sabía escoger con quién serlo y, definitivamente, Carlos no le dio ninguna razón para ser así con él.

—Es aquí. —señaló Charles cuando llegaron.

Era un lugar que habían abierto hace poco, a las afueras de la pequeña ciudad, pero no muy lejos de todo. El sitio tenía una decoración muy bonita, todas las paredes estaban llenas de vinilos de música de los años ochenta y noventa, por los parlantes se escuchaban canciones de esa misma época y cada bebida o postre que preparaban ahí, tenía el nombre de una canción íconica.

—El mejor sitio para una primera cita. —dijo el pelinegro cuando entraron en el lugar y se sentaron en una de las mesas junto a la ventana.

—Sabía que te gustaría.

Ambos pidieron lo que querían comer y beber, y empezaron a hablar de todo y de nada a la vez. Era increíble como tenían tantas cosas en común o, cuando no las tenían, simplemente escuchaban al otro hablar sobre eso. Hablaron sobre sus familias, en especial Carlos, quien le contó sobre sus papás y cómo había sido muy triste crecer sin hermanos para jugar. Charles le contó la manera en que conoció a Max y luego a Pierre cuando llegó a la universidad. Después, Carlos hizo lo mismo, pero contando su historia de mejores amigos con Lando desde el primer momento en que se vieron en la universidad.

Los dos amaban escuchar y ver hablar al otro.

Luego de un rato, tocaron el tema de su vida en el colegio. Obviamente, una cosa llevó a la otra y Charles terminó contándole cuando Lewis le gustó y fue lo peor de su vida, o todas las cosas que Samantha le hizo, siendo su "mejor amiga"; por ejemplo, cuando saboteó su nota en un examen de literatura o se dio cuenta de que un chico de otro salón le gustaba y fue y lo besó sólo para hacer sentir mal al omega.

Carlos estuvo muy enojado durante el tiempo en que el menor estuvo contándole esas cosas.

Después de casi dos horas, salieron de ahí y se fueron caminando muy despacio, disfrutando de la compañía del otro.

pretending (but not so much) › charlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora