O3.

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Charles podría quedarse dormido en cualquier lugar en ese instante. Estaba tan agotado y solo era miércoles.

En los últimos días no había podido dormir más de tres o cuatro horas. Estaba lleno de trabajos, exámenes, exposiciones y reuniones del seminario al que pertenecía. No sabía cómo había aguantado una clase a las siete de la mañana pero ahí estaba, caminando hacia su casillero, dos horas después y con ganas de cualquier cosa menos de entrar a su siguiente clase.

Ya quería que fuera viernes, poder llegar a su apartamento luego de su única clase y encerrarse allí todo el fin de semana. Lo necesitaba.

—Hola. —alguien lo saludó, casi en un susurro muy cerca, haciéndolo sobresaltar.

Cuando se giró, se encontró a Carlos sonriéndole.

—Carlos.—suspiró y luego inhaló, disimuladamente, el aroma de Sainz. Lluvia, madera y un suave y apenas notable olor a sándalo. —Hola.

—Te ves agotado, pero como muy agotado. —dijo haciendo énfasis en el "muy".

—Sí, he tenido mucho para hacer estos días, pero nada que un buen café no solucione. —le restó importancia y vió a Carlos fruncir el ceño.

—Si tú lo dices. —murmuró. —Oye, quería preguntarte, ¿Viajaremos en tu auto o en el mío este fin de semana?

Mierda. El reencuentro con sus compañeros detestables era ese fin de semana. Justo el fin de semana en el que quería descansar y estar solo sin tener que socializar con personas tan desagradables. Lo había olvidado por completo.

—Eh, claro, lo había olvidado. —dijo un poco irritado. —Creo que será mejor en el mío, ya sabes, Max viene con nosotros y en él hay suficiente espacio para el equipaje de los tres.

—Bien. —respondió asintiendo. —Toma esto. —dijo entregándole una de sus sudaderas. Charles frunció el ceño.

—¿Una sudadera tuya? —preguntó confundido. —¿Para qué?

Carlos suspiró mientras se metía las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.

—Se supone que soy tu alfa desde hace un tiempo y ¿No crees que sería raro si no sienten mi olor en ti o algo así?—Charles lo miró perplejo. —Si duermes con ella o la usas estos días, mi olor se pegará en ti un poco. Es para no tener que marcarte con mi olor, ya sabes, eso ya es muy íntimo.

—Oh, sí, bien pensado. —respondió un poco nervioso y mirando la prenda en sus manos.

En las últimas dos semanas y media, él y Carlos habían pasado sus ratos libres juntos, sin los chicos de por medio como siempre hacían. Se dedicaban a hablar de cosas sobre ellos o algo sin sentido, sólo pasaban el rato para irse acostumbrando a estar los dos solos y conocerse más, ya que lo que conocían de ambos, antes de esas semanas, era muy poco.

Charles debía admitir que Carlos era muy bueno pensando en cada detalle para que su relación se viera lo más creíble posible. Esperaba que todo saliera bien y el alfa también esperaba lo mismo. Charles ya le había contado algunas cosas sobre sus ex-compañeros y eso había aumentado su deseo de que todo saliera bien, y que él y Charles no se sintieran incómodos el uno con el otro.

—¿Te veo el viernes, entonces?

—Sí, claro. —le dijo Charles, sonriéndole. —Gracias por pensar en esto. —señaló la sudadera.

—No es nada. Eres mi omega después de todo. —le guiñó un ojo antes de irse y Charles sería un mentiroso si dijera que su omega no se removió por eso y por la pérdida del olor del alfa.

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El viernes llegó y con él, el fin de semana del reencuentro.

El jueves, Carlos y Charles habían salido a una nueva pizzería con los chicos y allí se habían puesto de acuerdo respecto a la hora en que saldrían y todo eso sobre el viaje.

Viajarían en el auto de Jake ya que ese era más amplio para empacar sus maletas e iban con Max, necesitarían ese espacio. Carlos había visto y notado lo agotado que se veía Charles, así que le sugirió, más bien, insistió, en ser él quien debía conducir para que el omega pudiera dormir en la hora y media de trayecto.

—Es injusto que a él, un alfa con el que apenas has pasado tiempo, lo dejes conducir tu auto y a mí, tu amigo de toda la vida, siempre me lo niegues. —se quejó Max mientras ambos metían las maletas y esperaban a Carlos.

—No confío en ti para tocar mi auto, no luego de lo que le hiciste al tuyo con una semana de haberlo comprado.

Max hizo una mueca al recordar cómo había chocado su auto sacándolo del estacionamiento de la universidad con sólo una semana y unos cuántos días de haberlo comprado.

Justo cuando estaban terminando de subir la última maleta de Max, el olor de Carlos llegó a las fosas nasales del castaño, anunciando su presencia.

—Hola, chicos.

—¿Qué hay, amigo? —saludó Max. —¿Listo para ser el alfa de este pequeño saltamontes el fin de semana?

—Max, ya hemos hablado sobre ese apodo. —murmuró Charles malhumorado.

Max rió y se adelantó al piso del omega, dejándolos solos.

—¿Cómo estuvo tu clase? —preguntó tomando la maleta de Carlos en sus manos para ponerla dentro del auto.

—Infinita y aburrida. —respondió suspirando. —Pero estoy listo para este fin de semana y conducir, así tú podrás dormir un poco en el camino.

—No suelo dormir en los autos. —le dijo cerrando la cajuela y girándose para mirarlo.

Carlos se encogió de hombros y le sonrió antes de ir subir al apartamento para sacar unas compras que faltaban.

—Se te ve bien. —dijo cuando estaban en el ascensor y Charles frunció el ceño. —Mi sudadera. —aclaró.

Charles abrió los ojos sorprendido y dirigió su mirada a la prenda, sintiendo sus mejillas sonrojarse.

La verdad era que, desde que Carlos se la dio, no había estado mucho tiempo sin ella sólo cuando estaba fuera de su apartamento, el resto de tiempo, en esos dos días, la había usado y amaba como se sentía y se mezclaba su olor con el del alfa en ella.

—Oh, sí. Gracias. —respondió con los nervios a flor de piel. —Es cómoda.

—Lo es. —el alfa sonrió al ver las mejillas sonrojadas del omega y no dijo nada más.

Luego de esperar unos minutos a que Max hablara por teléfono con alguien sobre un trabajo, los tres bajaron y revisaron todo antes de salir.

Carlos y Charles iban adelante y Max en la parte de atrás hablando demasiado como siempre. Pusieron música y conversaron los tres durante los primeros veinte minutos, luego, cuando el alfa dirigió su mirada hacia su derecha, encontró al omega completamente dormido y respirando pausada y tranquilamente.

Sonrió antes de continuar prestándole atención a lo que Max le estaba diciendo.

Iba a ser un gran e intenso fin de semana.

pretending (but not so much) › charlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora