Culpa y Engaño

Capítulo Ocho

Sandros había elegido un restaurante de un hotel de cinco estrellas, y se notaba. Todo era elegante y lujoso. No dudaba que la comida estuviera a su altura.

Pero después de la escena en el coche, Fluke no tenía mucho apetito.

Ohm pasó un brazo por el respaldo de su silla y rozó su espalda con sus dedos. ¿Tenía alguna idea del efecto que provocaba en él?

—Relájate, pethi mou. Todo irá bien.

Fluke respiró profundamente e intentó obedecerlo.

—¿Cómo puedes creer eso? Me odian —dijo, aprovechando que Sandros estaba pidiendo al camarero—. ¿Qué les espera a Nyssa y Eva?

—Tus hijas son personas separadas de ti. Sus abuelos las quieren ya, sólo de
verlas en las fotos. Imagínate lo felices que serán cuando las conozcan personalmente.

¿Qué quería decir eso? ¿Que se olvidaría de la conversación del coche y que no le importaba que su familia lo odiase en tanto quisieran a Nyssa y a Eva?

El camarero se dirigió a Ohm, que pidió un vino griego, y luego pidió la
comida para Fluke y para él, con su típica arrogancia machista, pensó Fluke. Él no tuvo ganas de discutir con él. El camarero volvió con la botella de vino.

Ohm dio el vino a Sandros para que lo probase. Fluke recordó que Dion decía que su padre era un experto en vinos, sobre todo en los vinos de Grecia. Sandros aprobó el vino y dio permiso al camarero para que lo sirviera.

—¿Prefieres vino con soda?

—Sí —necesitaba tener la mente clara.

—Es suficiente —dijo Ohm al camarero cuando apenas había servido la tercera parte del vaso—. Traiga agua mineral con gas, por favor.

—¿Son los vinos griegos demasiado fuertes para tu paladar? —preguntó lona cínicamente.

Fluke sintió un nudo en la garganta.

Ohm suspiró.

—Creo que es hora de que te pida un taxi, lona. Te niegas a ser civilizada y tienes un comportamiento inmaduro, que no hará más que complicar la situación.

¿Creía que con quitarse del medio a lona se solucionarían todos los problemas?

Sorprendentemente, lona cambió su cara sarcástica por lágrimas.

—Lo siento —dijo.

Ohm no se ablandó.

—Te he dicho lo que pasaría si continuabas agrediendo a Fluke.

lona miró a su padre.

—Papá, por favor, no dejes que Ohm me pida un taxi. Yo soy de la familia, también —un pequeño sollozo salió de la boca de lona, que pareció más joven y más vulnerable que antes—.¿Mamá? —rogó.

Helena permaneció en silencio. Entonces, Fluke puso la mano en el brazo de Ohm y habló:
—Prefiero que lona se quede.

Ohm lo miró.

—No quieres que esto salga bien —lo acusó Ohm en un tono tan bajo que sólo él pudo escuchar—. Estás buscando una excusa para apartar a tus hijas de su familia.

Fluke se sintió herido.

Sus sentimientos no importaban. Después de todo, todos los comensales eran de la familia Thitiwat. Él no. Jamás lo sería. Su familia eran Nyssa, Eva y su tía Beatrice.

Y hasta eso empezaba a ponerse en entredicho. Ohm quería que sus hijas pertenecieran a la familia Thitiwat. Pero a él no lo aceptarían nunca.

—En la relación con sus abuelos está incluida lona, ¿no crees? —susurró Fluke como respuesta y quitó la mano del brazo de Ohm—. Sé muy bien que Eva y Nyssa sólo me tienen a mí. Si puedo conseguir que la familia de Dion se acerque a las niñas sin hacerles daño, me alegraré.