Capítulo Seis

162 45 0
                                    







—Despierta, moro mou. Venga, Fluke.

Aquella voz lo devolvió a la consciencia, junto a la sensación de algo húmedo y frío acariciando su rostro.

Volvió en sí y se descubrió en el sofá de piel que había al otro extremo del estudio.

Ohm estaba sentado cerca de él, poniéndole un paño frío y húmedo en el cuello, con increíble amabilidad.
Fluke lo miró. Estaba algo mareado aún, como si hubiera bebido mucho champán. Pero no había estado bebiendo champán. Sólo un vino, y apenas medio trago.

De pronto recordó. Se puso rígido y quitó la mano de Ohm.

—Tú me acusas por la muerte de tu esposa y de tu hijo —dijo.

Ohm dejó el paño en la mesa.

—La delimitación de culpas no importa ahora. Se hará justicia cuando te cases conmigo y te quedes embarazado de un hijo mío.

Fluke intentó erguirse y él lo ayudó. Los músculos de su muslo le rozaron la pierna. Intentó apartarse.

—No voy a casarme contigo, Ohm. No dejaré que uses mi cuerpo como si
fuera un animal de cría que tiene que demostrar tu masculinidad.

Ohm extendió la mano y le puso un mechón de cabello detrás de la oreja.
Sus dedos le acariciaron el rostro antes de quitarse.

Fluke se estremeció involuntariamente. Él sonrió.

—No necesito probar mi masculinidad, pero quiero tener hijos y tú me los vas a dar.

Fluke sintió otro mareo.

—No.

—No tienes alternativa —lo amenazó.

—Te equivocas. Puedes obligarme a quedarme en Grecia reclamando la potestad de mis hijas, pero sólo hasta que convenza a la corte de justicia de que me deje volver a Atlanta. No puedes obligarme a casarme contigo.

—Creo que sí —Ohm puso su mano en su muslo con un gesto íntimo e intimidatorio—. Piensa en esto, Fluke. No tienes dinero si no es el que te doy yo. No tienes forma de pagar a un reputado abogado para defender tu caso. No tienes recursos para pelear por la custodia de Eva y Nyssa. Y yo pelearé. No lo dudes.

Su voz seductora casi hizo que se olvidara de sus palabras.

—No. No vale la pena para ti.

—¿No?

Fluke no podía pensar, teniendo su mano puesta encima, aun con una tela entre medio. Su mirada iba de la mano de Ohm a su rostro. Debería de haber quitado su mano, pero en realidad lo que deseaba era que esa mano se posara en el lugar donde su carne ardía por él.

Su cuerpo había estado muerto durante cuatro años. ¿Cómo podía resucitarlo un hombre que amenazaba su paz y estabilidad?

—Eva y Nyssa pertenecen a Grecia.

Él le miró la boca, aquella cavidad que atormentaba su mente y su cuerpo.

—Cualquier caso que se lleve a un juzgado griego naturalmente saldría a favor mío. En Grecia, la familia lo es todo, y yo no quiero separarte de tus hijas. Sólo quiero que crezcan junto a su extensa familia.

De pronto, Fluke volvió a la realidad del presente, aunque la mano de Ohm estaba cerca de su sexo. Le agarró la muñeca y trató de quitarla, pero no pudo. Al menos, él dejó de hacerle esas pequeñas caricias.

—Venderé mi casa para pagar la batalla legal —dijo Fluke, desesperado.

—¿Y tu tía? —preguntó él con voz aterciopelada—. Para cuando vendas la casa, ella ya habrá sido trasladada a un hogar estatal.

Culpa y Engaño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora