Capítulo Once

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— Has bailado muy bien la danza del pañuelo.

Fluke giró la cabeza y miró a lona. Se había gestado una buena amistad entre ellos, pero ninguno de los dos mencionaba a Dion, ni el pasado.

—Ha sido divertido. Baptista quería que fuera perfecto así que me hizo aprender el baile. He practicado mucho.

lona sonrió.

—Bueno, lo hiciste muy bien, y por las chispas en los ojos de mi primo, creo que Ohm piensa lo mismo.

«¿Chispas?», pensó Fluke.

Los sentimientos que Ohm inspiraba en él eran más que chispas. Todo su cuerpo ardía en anticipación de lo que iba a ocurrir aquella noche. Había hecho todo lo posible por hacerlo sentir de aquel modo. Lo había estado tocando todo el día, muy sutilmente, pero alimentando su deseo todo el tiempo.

La fiesta había durado mucho tiempo, y Fluke no veía la hora de estar a solas con él.

—Mira... —le señaló lona.

Los hombres se habían reunido en un círculo en la zona de la piscina.

—Es el baile tradicional griego de los hombres.

Ohm sobresalía entre todos ellos. Lo miró y luego se concentró en el baile. Fluke no dejó de mirarlo. Sabía que había otros hombres, gente aplaudiendo, gritos de aprobación, pero él sólo veía a su marido. El hombre de sus sueños, de sus fantasías.

Lo deseaba tanto...

Después de un rato de baile de los hombres, los invitados empezaron a tirar platos. Cuando a Fluke le pusieron uno en la mano, lo tiró apasionadamente.

Poco a poco, los hombres abandonaron el baile, hasta que sólo quedaron Ohm y dos más. Por primera vez desde que se había concentrado en el baile, Ohm lo miró. Fluke sintió que le faltaba el aire.

—Toma, criatura —le pareció oír la voz de Baptista.

Pero no se dio la vuelta, puesto que estaba observando los movimientos de la danza y el pecho sudado de Ohm, que su blanca camisa dejaba al descubierto. Tomó el plato, y mientras Ohm y los otros daban vueltas y pasos, lo tiró. Se rompió a centímetros de Ohm.

Ohm lo miró alzando las cejas.

Fluke sonrió y volvió a agarrar otro plato, y lo tiró cerca del otro. Los hombres que estaban bailando con Ohm se apartaron, y Ohm se quedó bailando solo.

Fluke tomó otro plato, esta vez de manos de Iona, y lo tiró con fervor. Se rompió frente a él. Ohm sonrió pícaramente, y él se estremeció.
Entonces él empezó a bailar yendo hacia Fluke. Se detuvo frente a él. Se miraron, él se inclinó y luego lo alzó en brazos.

Los invitados gritaron, animándolos.
Parecía una película que sucedía a su alrededor, pensó Fluke. La única realidad era su pecho duro, su mano en su espalda, su pulgar tocándole sutilmente el pecho, y la fragancia masculina de su cuerpo caliente. Y la promesa de sus pecaminosos ojos oscuros.

Ohm se dio la vuelta y gritó algo a los invitados. Luego se lo llevó hacia el helipuerto. Se habían despedido de las niñas anteriormente, tomándose una pausa para ir a acostarlas.

No había nada que pudiera demorar su partida.

Dentro del helicóptero, Fluke ni trató de hablar con Ohm. El ruido era tan impresionante, que era imposible oír nada. Había supuesto que irían en la limusina al hotel del restaurante en el que habían comido en Halkida. Pero después de unos minutos se dio cuenta de que no iban a Halkida.

Culpa y Engaño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora