EL DÍA EN QUE LLEGARON LOS C.U.B.E
Año 2.590, 20:30 PM.
Yui Boyles es un chico de catorce años, de estatura 1.64, cabello negro y ojos anaranjados. Sale de su hogar con rapidez y se quita el collar; lo arroja contra la hierba alta. No quiere saber nada de su familia, que le ha estado mintiendo por años. Desde la ventana, observa a su padre, que le ordena a sus guardias que vayan por él. La frustración y la tristeza se reflejan en sus ojos mientras corre hacia la libertad.
En la ciudad de Chicago, la gente camina con calma cuando, de repente, el cielo se ilumina por unos instantes y empiezan a caer extraños cubos de diferentes colores. Estos son agarrados por las personas, quienes en sus muñecas aparecen brazaletes negros con piedras de diferentes colores. La sorpresa y el asombro se apoderan de la multitud.
Los cubos se abren, mostrando criaturas y seres fantásticos. Ellos saludan a sus portadores; algunos se asustan y otros se asombran. La ciudad se llena de murmullos y gritos de emoción.
Yui tiene en sus manos una de esas criaturas. Es una bruja con traje morado, una sobrevesta, sombrero puntiagudo, bufanda que cubre la mitad de su rostro y un báculo negro. El chico oye el grito de esas personas que lo llaman, huye y cruza la calle, mira a su alrededor con preocupación. El ser, al ver el miedo del chico, lo ayuda a esconderse; abre un portal donde el chico entra en él.
Cae en una oscuridad profunda y la única salida se cierra. Él cae sobre unos arbustos y no sabe dónde está. La bruja se convierte en un cubo y el chico corre. Empieza a llover. Llega a un circo donde se esconde con los animales; ahí se queda hasta la mañana siguiente.
Yui se despierta al escuchar a los animales relinchar. Se sienta en la paja y mira al frente, donde ve a una mujer de cabello rosado y celeste.
— ¿Y tú qué haces durmiendo aquí, muchacho? —pregunta la mujer con una mezcla de curiosidad y preocupación.
—No tenía a dónde ir, lo siento mucho. Pero deje que me quede aquí, prometo trabajar —responde Yui, con la voz temblorosa.
Anna mira al chico y le brinda ayuda. Ella dice:
—No aceptamos que los jóvenes trabajen, ellos deben ir a estudiar.
—Voy a estudiar, pero por favor no me entregue —suplica Yui, arrodillándose y dejando caer el cubo. Sus ojos se llenan de lágrimas.
Anna mira el objeto con interés.
— ¿También eres de esos que vio el cielo caerse?
—Sí —responde Yui, limpiándose las lágrimas.
Anna le muestra su cubo; es verde y verde agua.
—También recibí uno, cayó en mis manos y me dio un ave parlante.
Yui recoge el cubo. Anna se lleva al chico a su remolque y el chico ve bien el circo. Los colores y las luces del lugar le devuelven un poco de esperanza.
—Te daré algo de ropa.
Llegan al remolque, donde suben y Anna enciende el televisor. Están dando las noticias de la desaparición del hijo de la familia Boyle, Yui Boyles, y la misteriosa lluvia.
— ¿Eres hijo de los Boyles? —pregunta Anna, sorprendida.
—Sí, pero ya no quiero saber nada de ellos. Me engañaron y perdí a mi hermano mayor. Por favor, no me entregue —responde Yui, con la voz quebrada.
Yui llora por el miedo. Anna lo consuela y no lo hará; se lo lleva a cambiarle la ropa y teñirle el cabello.
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Yui tiene su cabello teñido de morado con verde, lleva unas gafas de moto piloto, viste una polera anaranjada, pantalón cargo café y zapatos negros.
—Muchas gracias, señorita —dice Yui, con una sonrisa tímida.
—De nada, no pensé que la ropa de mi hijo te quedaría. Ven conmigo, debo presentarte a los demás —responde Anna, con una sonrisa cálida.
Yui mira el hogar y sale con la mujer. Caminan al comedor, llegan allí donde Anna dice:
—Hey, amigos, quiero presentarles a una persona nueva, su nombre es Yui.
Las personas miran al chico y él saluda con serenidad.
—Bienvenido a la familia, Yui, espero que tengas algún talento —menciona Byron, contento.
—No tengo, pero espero aprender mucho de ustedes y quiero trabajar en este lugar —responde Yui, con determinación.
—Bien, después de que tomes el desayuno, te enseñaré el salto en los trampolines —dice Byron, entusiasmado.
—No, él aprenderá a cruzar la cuerda —dice Cecilio, con una sonrisa.
—No, será el trapecio —dice Agatha, con firmeza.
—Tranquilo, puedo hacer las tres cosas —dice Yui, calmado.
Toma asiento y le sirven el desayuno. Come tranquilo con los demás, sintiendo por primera vez en mucho tiempo que pertenece a algún lugar.

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C.U.B.E: NAZCA LINE [EDITADA]
Science-FictionSINOPSIS Yui Boyle era un chico que lo tenía todo hasta ese fatídico día en que perdió a su hermano mayor. Cortó lazos con su familia. Ese mismo día fue testigo de un suceso en el que misteriosos cubos cayeron del cielo. Tras adquirir uno, nunca pen...