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hola gracias por leer tratare de actualizar mas seguido 

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Era el primer día de trabajo en el proyecto, y Vegeta no podía evitar sentir una mezcla de nervios y ansiedad que lo invadía por completo. Sabía que tenía que estar a la altura de las expectativas, pero la idea de trabajar junto al padre de Rubén en un proyecto tan importante le hacía sentirse vulnerable. Mientras permanecía sentado en su auto, estacionado en el aparcamiento del laboratorio, su mente corría a mil por hora. Pensaba en todos los posibles errores que podría cometer, en todas las formas en las que podría quedar mal. A cada segundo que pasaba, su respiración se volvía más pesada, y las dudas se apoderaban de su mente.

"¿Y si digo algo incorrecto?", se preguntaba a sí mismo, con el pulso acelerado. "¿Y si arruino todo el proyecto antes de que siquiera empiece? ¿Qué pensará el papá de Rubén si fallo?"

Intentó calmarse, tomando profundas respiraciones como le habían enseñado, pero cada inhalación parecía solo avivar más el fuego de sus preocupaciones. Los minutos pasaban y todavía no se había movido del asiento del conductor, incapaz de reunir la valentía suficiente para salir y enfrentar su primer día.

Justo cuando estaba considerando encender el auto de nuevo y salir de allí, su teléfono vibró suavemente en el asiento del copiloto. Vegeta lo tomó rápidamente, con la esperanza de que fuera cualquier distracción que pudiera alejarlo de sus pensamientos. Al desbloquear la pantalla, su corazón dio un pequeño salto de alegría al ver quién le había enviado un mensaje.

Era Rubén.

En la pantalla, las palabras aparecieron brillantes y llenas de cariño: "Suerte en tu primer día 💖" seguido de un pequeño corazón.

Ese simple mensaje, ese pequeño recordatorio de que Rubén estaba pensando en él, fue como un bálsamo para su alma inquieta. Sintió cómo su corazón se llenaba de calidez y una sonrisa involuntaria se extendió por su rostro. El miedo que había sentido momentos antes comenzó a desvanecerse, reemplazado por una ola de confianza que solo el amor verdadero puede proporcionar.

Vegeta respiró hondo, sintiendo cómo el nerviosismo se desvanecía poco a poco. Miró el mensaje una vez más y, con una última sonrisa, guardó el teléfono en su bolsillo. Sabía que tenía a alguien especial que creía en él, alguien que lo apoyaba sin importar lo que pasara. Y eso le daba la fuerza que necesitaba.

Salió del auto con renovada determinación. Caminó hacia la entrada del laboratorio, con la cabeza en alto y una nueva seguridad en sus pasos. "Vamos," pensó para sí mismo. "Lo haré por Rubén."

Con una última bocanada de aire fresco, abrió la puerta del laboratorio.

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el dia anteriror 

ecena narrala estilo libro (se encontraba caminando asia una puerta el señor doblas , cuando entro pudo ver al señor de luque que se encontraba sentado en su escritoria) boblas un gusto , señor de lueque , deja las fomalidades creo que ya sabemos muy bien que nustros hijos se taren algo, entonces de lueque por que me mando a llamar a su oficina ( en la mente del señor dobles tenia preocupacion por que le decia su jefe aserca de la ralcion de su hijo no queria que por su culpa le rompieran el corazon), le queria infmar que mi hijo samuel apartir de mañna va a trabajar con ustede es un chico muy capas y lo deja a sus manos para que se encarge de que les de lo nesesario y aprenda tambien un poco del negocio.

(senti un alivio )pense que era para separar a mi hijo de samuel

que no, mi hijo nueca a traido a un novio y tambien quiero nietos si no lo dejo, es capaz de no querer a nadie y qudarse solo cuando mi hijo quiere algo no se da por vencido y no es de los que cambia de opinion facil. 

eso me alivia de escuchar 

no por ser consuegros te voy a dejar pasar erroes con en tu trabajo mantegamos lo profesional .

ten por eso yo are lo mismo con samuel no se preocupe.

La noche anterior

El sonido de los pasos resonaba en el pasillo, cada eco reverberando contra las paredes de mármol del edificio de la empresa. El señor Doblas se encontraba caminando hacia una puerta que parecía más imponente con cada paso que daba. Era la puerta de la oficina del señor De Luque, un hombre conocido tanto por su habilidad en los negocios como por su carácter inquebrantable. Al llegar, Doblas tomó una bocanada de aire, enderezó su postura y llamó a la puerta con un toque firme pero respetuoso.

—Adelante —se escuchó la voz autoritaria desde el interior.

Doblas abrió la puerta y entró con paso decidido. Al cruzar el umbral, sus ojos se posaron en el señor De Luque, que se encontraba sentado detrás de un gran escritorio de madera oscura. La luz de la lámpara de escritorio iluminaba su rostro, destacando la seriedad en su mirada.

—Señor Doblas, un gusto verle —dijo De Luque, levantando la vista de unos documentos y esbozando una leve sonrisa.

—Señor De Luque —respondió Doblas, inclinando la cabeza en señal de respeto.

—Deje las formalidades. Creo que ambos sabemos que nuestros hijos están... ¿cómo decirlo? Están en algo más que una simple amistad—

Doblas sintió un nudo en el estómago. Aunque intentaba mantener la compostura, su mente era un torbellino de preocupaciones. No sabía qué esperar de esta reunión. Temía que el motivo detrás de la llamada del señor De Luque fuera para poner fin a la relación de sus hijos, y lo último que quería era ver a Rubén con el corazón roto por culpa de su propia posición en la empresa.

—Entonces, señor De Luque, ¿por qué me mandó a llamar a su oficina? —preguntó, tratando de mantener la calma.

De Luque lo miró fijamente por un momento antes de hablar.

—Quería informarle que mi hijo, Samuel, comenzará a trabajar con usted a partir de mañana —dijo, apoyando sus manos en el escritorio—. Es un chico muy capaz y confío en que estará en buenas manos. Quiero que se encargue de que reciba el entrenamiento necesario y, además, que aprenda un poco más sobre el negocio.

Un suspiro de alivio escapó de los labios de Doblas sin que pudiera evitarlo. Sus hombros, tensos hasta ese momento, se relajaron notablemente.

—Por un momento pensé que esta reunión era para... separar a mi hijo de Samuel —admitió con una sonrisa nerviosa.

De Luque rió entre dientes, una risa baja y casi imperceptible.

—No, Doblas. Mi hijo nunca ha traído a casa a un novio antes. Y, sinceramente, también quiero nietos algún día. Si no lo dejo ser feliz ahora, es capaz de cerrarse a cualquier otra relación y quedarse solo. Cuando mi hijo quiere algo, no se da por vencido fácilmente. Y créame, no cambia de opinión así como así.

Doblas asintió, sintiendo un peso menos sobre sus hombros.

—Es un alivio escuchar eso. No quiero ser el causante de ningún conflicto —dijo con sinceridad.

De Luque cambió su tono a uno más severo, como era su costumbre en asuntos de negocios.

—Sin embargo, no por ser consuegros voy a ser más indulgente con los errores en el trabajo. Mantengamos esto en un plano profesional, Doblas.

Doblas asintió, sabiendo que esa era la única manera en que ambos podían llevar este nuevo reto personal y profesional.

—Por supuesto, señor De Luque. Yo haré lo mismo con Samuel. No se preocupe —respondió con seriedad.

Ambos hombres se miraron, entendiendo que sus hijos eran su mayor prioridad. En ese momento, se dieron cuenta de que tenían una nueva conexión más allá del ámbito laboral: el futuro de sus hijos y la esperanza de que, al final, todo saliera bien.

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adios

mi tontito (rubegeta)(omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora