8) Equilibrio hidrostático

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Tuve que pensar en algo, ella no sabía de qué trataba aquellas palabras que había visto en la hoja y no podía contarle mi secreto aún, no era el momento ni la hora adecuada para contarle acerca de mis sentimientos.

--esa hoja es del cuaderno de mi hermana--le dije con tono leve--, no tengo idea de que es lo que escribe en ella, ¿Qué encontraste?

--Mmm algo referente al amor--me contestó mirando detenidamente el papel--.

No quería mentirle pero tuve que hacerlo y por unos instantes me pregunté: ¿Qué pasaría si ella lo hubiese sabido todo desde el principio?, ya no hubiese tenido la misma gracia el seguir intentando incluso ser su amigo...además tenía que asegurar muchas cosas. O al menos eso creía.

--entiendo--me entrega la hoja y luego el maestro da por finalizado su clase, el taller era más corto de lo que había pensado--, eso significa que yo gané.

--¡chistoso, ya terminó la hora y ni siquiera lo he intentado!--me respondió mientras guardaba todas sus cosas dentro de su maleta, ella era una de esas personas que le gustaba hacer muecas casi por todo, como alguien que jamás haría una cara insulsa--.

--está bien, lo dejaremos para la próxima ¿te parece?--le pregunté y luego nos levantamos--.

--muy bien, para la próxima entonces--sonrió y luego salió del curso--.

Faltaban unas cuantas horas para que terminen las clases, me encontraba sentado en una de las bancas cerca de la biblioteca con un vaso de café helado o como le dicen algunos café latte, tenía uno de los libros de astronomía que aún conservaba el colegio el cual siempre lo pedía para leer o anotar información. Había recordado la gran noche de la lluvia de estrellas el cual era en apenas unos cuantos días, usualmente el club de astronomía se iba un día sábado al gran monte que tenemos cerca de la ciudad el cual mi amigo Emilio lo había bautizado como "el momento de la estrella reluciente", cada uno cumplía una misión o un cargo en el equipo de búsqueda de estrellas. Henry era el de las anotaciones y las ecuaciones más extrañas de todas, el chico cargaba consigo el libro que había escrito Stephen Hawking sobre los agujeros negros y tenía la esperanza de algún día encontrarse con uno mientras observaba el cielo oscuro. Emilio era la persona encargada de los planetas, no había otra persona en el grupo que sepa más que él referente a los cuerpos redondos que se mantenían en las cercanías de nuestro sistema solar. Luego estaba Max, el chico que era experto en la materia oscura y sus derivados. Y por última estaba yo, al que le gustaban las estrellas.

Tenía que prepararme para aquella noche y por un momento dejé de pensar en ella para poder concentrarme mejor. Estaba solo, delante de una pared llena de fotos de los graduados de los años anteriores.

--muy bien, equilibrio hidrostático--me dije a mí mismo--, ¿Cómo es que rayos haces que una estrella no colapse por sí mismo?

Comencé a leer sobre el equilibrio que había entre la fuerza de gravedad que actuaba junto con la presión manteniendo en un estado de normalidad a una estrella para que esta no se contraiga ni se expanda. Henry apareció detrás de mí y soltó todos los libros sobre la mesa haciendo que me desconcentre.

Lo miré de inmediato, aquellos libros eran sobre la historia del mundo.

--¿Cómo te fue con ya sabes quién...?--me preguntó el chico mientras se sentaba--.

--muy bien, aunque tuve un pequeño inconveniente--le respondí, me había acordado del gran secreto que ella casi descubre, por suerte no había ningún rastro mío en aquella hoja, algo como dibujitos de ella y yo u otras cosas similares--.

--no me digas que la arruinaste...

--no para nada--me sentí orgulloso--, lo que pasa es que se puso a leer lo que había escrito mi hermana sobre el plan de conquista---por un momento me puse a pensar en aquellos soldados que realizaban tácticas mientras se reunían, para así lograr ganar la guerra--, pero logré que ella crea que era solo cosas de mi hermana.

Bolas de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora