En la duodécima hora del primer día de octubre de 1989, cuarenta y tres mujeres en el mundo dieron a luz. Esto fue muy inusual porque ninguna de estas mujeres estaba embarazada al comenzar el día.
Sir Reginald Hargreeves, multimillonario excéntrico...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
●▬▬▬▬๑۩۩๑▬▬▬▬▬●
Todos los sucesos que pasaron ese miércoles después de las o8:15 de la mañana habían sido borrados del tiempo con poca o nada de dificultad, colocando a los hermanos Hargreeves de nuevo en la sala de estar de su antiguo hogar. Mientras Antheia observaba con molestia a Luther por haberle prohibido detener a Número Ocho, los demás escuchaban la teoría que este explicaba.
- Pisa el freno. Todos morimos combatiendo a esta cosa la primera vez – habló el castaño tranquilamente –. ¿Lo olvidaste?
- Increíblemente, tiene razón. ¿Por qué ganaríamos esta vez?
Y antes de que el mayor respondiera a su hermano, un estruendo junto con un portal azulado aparecía frente a ellos, dejando caer a Número Cinco de cara al bar de la habitación. Tras ver a su mellizo, la hechicera corrió hacia él para socorrerlo, mientras que los demás quedaban impactados con tal escena.
- ¡Cielos!
- Oigan, ¿sigo drogado o ustedes también lo ven?
- Cinco, ¿te encuentras bien? – cuestionó la ojiazul con preocupación, ayudando al joven a reincorporarse.
Teniendo al pelinegro en sus brazos, los demás se acercaron para observarlo y cuestionar lo que le había pasado. Aturdido por el gran golpe que recibió, Número Cinco sostenía con fuerza las manos de su melliza.
- ¿Quién hizo esto? – exigió el rubio.
- Es irrelevante – musitó sin interés, tomando el vaso de café de la morena y alejándose de los demás para beber con desesperación el líquido amargo –. El apocalipsis es en tres días. Lo único que puede salvar al mundo es... bueno, nosotros.
- La Academia Umbrella.
- Sí, pero conmigo, obviamente – habló arrogantemente –. Si no dejan de lado sus diferencias y aires de superioridad, están jodidos. ¿Y qué si papá nos estropeó? ¿Dejaremos que eso nos defina? – preguntó, examinando los rostros de sus hermanos – No. Y para tener la oportunidad de vivir una semana más, volví con una pista. Sé quién es el responsable del apocalipsis.
Viendo el arrugado papel que tenía consigo, Antheia le extendió la mano para que el joven se lo diera y este obedeció. Al estar en medio de los presentes, observaron como la castaña exhibía el nombre de quién tenían que enfrentarse y la duda invadió sus rostros.
- A él tenemos que detener.
- ¿Harold Jenkins? – preguntó Número Tres sin quitar la mirada de aquel nombre.
- ¿Quién rayos es Harold Jenkins?
Terminado las últimas gotas que quedaban de su bebida, el pelinegro lanzó el vaso ya vació lejos de él – No lo sé... aún. Pero sí sé que es el responsable del apocalipsis. Así que debemos encontrarlo. Y hay que hacerlo ya.
