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- Sí te gustan las donas, ¿no? – preguntó animadamente la empleada.

- ¿Hay algo mejor en este mundo? – le respondió Hazel mientras masticaba con gusto su media rosquilla.

- Supongo que no – dijo, interrumpiendo su trabajo para observar al hombre –. Aunque supongo que no soy imparcial ya que las hago todos los días – mencionó, ofreciéndole una sonrisa.

- Todo el día, todos los días – repitió Hazel –. Explícate.

- Pues... Vengo antes de que salga el sol. Mido los ingredientes secos, añado la mezcla muy lento y las pongo en la extrusora – explicó la señora tranquilamente.

- Extrusora – musitó aun teniendo la mirada fija en ella.

- Sí. Es lo que hace que tengan la forma de dona. El truco está... en que las dejo reposar por media hora antes de freírlas – confesó la mujer animadamente –. Eso es lo que las hace tan... ligeras y esponjosas.

- ¿Cómo eres tan ligera y esponjosa? – cuestionó Hazel con cierta timidez, tratando de coquetear con ella.

Al escuchar el comentario, las mejillas de la señora se tornaron de un color rojizo y esta lanzó una risilla divertida y avergonzada.

- Supongo que eres lo que comes – dijo risueñamente.

- ¿Puedo probar una de jalea de frambuesa? – preguntó amablemente el hombre.

- Seguro – afirmó alegremente. Sacó del mostrador una rosquilla y colocándolo en un plato, se lo entregó –. El secreto está en la jalea.

Hazel le regaló una tierna sonrisa y tomando con una mano la rosquilla, le dio un mordisco, disfrutando el sabor de éste.

- Agnes – dijo, apuntándole a la pequeña placa que tenía en el pecho –. Hermoso nombre.

- Pues, gracias – correspondió la mujer –. Significa pureza.

- Claro que sí – comentó Hazel, compartiendo risas con ella, sin embargo, su semblante se tornó serio al ver como su compañera salía del baño e iba directo a él –. Entonces... ¿Hay algo más que podrías decirnos sobre la noche en que dispararon aquí?

- Bueno, ya le había dicho a la policía todo lo que sé. Dos veces de hecho – habló Agnes con cierto fastidio.

- ¿Recuerdas al niño de esa noche? – le preguntó bruscamente Cha Cha, la compañera de Hazel.

- No me fijé mucho en él, para ser sincera. Él y su padre se sentaron ahí – explicó la mujer señalando a unas sillas.

- Ese definitivamente no era su padre – le anunció Cha Cha.

- Solo nos preocupamos por su... seguridad ya que es un mundo peligroso. No quisiera que nada malo le pase – mintió Hazel, tratando de que sonase real.

SORCERESS ║ KLAUS HARGREEVES ║Donde viven las historias. Descúbrelo ahora