Un Camino de Decisiones

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La conversación con Daniel dejó a Clara con más preguntas que respuestas, pero también con una sensación de claridad inquietante. Mientras caminaba por las calles bulliciosas, llenas de colores vibrantes y sonidos alegres, su mente no podía evitar volver a sus pensamientos sobre Leo y su amistad. Era una conexión profundamente arraigada, pero la posibilidad de algo nuevo y emocionante con Daniel estaba comenzando a desdibujar los límites de su familiaridad.

Decidió que era momento de ver a Leo. Ella necesitaba su presencia, su apoyo, para poder navegar el caos emocional en el que se estaba adentrando. Tal vez hablar con él podría ofrecerle el norte que le faltaba.

Cuando llegó a la pequeña cafetería donde solían pasar las tardes, vio a Leo sentado en una esquina, inmerso en un libro. Clara sintió un alivio inmediato al verlo, su corazón se serenó un poco. Estaba vestido con suéter azul de lana y tenía esa mirada intensa que siempre la atraía; su esencia era innegable, aun en medio de la confusión.

—Hola, Leo —saludó ella, acercándose a la mesa.

Él levantó la vista, una sonrisa iluminó su rostro.

—¡Clara! Justo estaba pensando en ti. ¿Cómo fue tu encuentro con Daniel? —preguntó, la curiosidad brillando en su mirada.

Clara sintió que el aire se volvió espeso. La pregunta simple de Leo le causó un remolino de sensaciones. Quería ser honesta, pero también temía herirlo.

—Hablamos sobre arte y lo que intento encontrar en mi vida... —comenzó a decir, pero la palabra "sentimientos" se atoró en su garganta.

Leo inclinó la cabeza, su expresión seria.

—Y... ¿cómo te sientes al respecto? —inquirió, en un tono que mostraba que realmente quería saber.

Clara se tomó un momento, lidiando con la confusión que la invadía.

—Es complicado. Siento una atracción hacia Daniel, algo que no había sentido antes. Pero... no quiero que eso te haga sentir menos importante. Tú eres... todo para mí, Leo. Siempre lo serás. —Su voz tembló un poco al pronunciar esas palabras.

Leo tomó un sorbo de café, tratando de procesar lo que Clara había dicho. Su mirada se nubló, y Clara sintió que la tensión entre ellos crecía.

—Es natural sentir atracción por otras personas, Clara. Ambos hemos cambiado, y no creo que eso signifique que nuestra amistad se devalúe. —Su tono era racional, pero Clara podía ver que sus ojos reflejaban algo más profundo, una herida que estaba a punto de abrirse.

—¿No te molesta? —preguntó Clara, sintiendo que cada palabra era crucial.

—Claro que me molesta —admitió Leo, su voz firme—. No porque te sientas atraída por él, sino porque tengo miedo de que esto cambie lo que somos. No quiero perderte, Clara. Lo que tenemos es demasiado valioso.

Clara se sintió atrapada en la tormenta de emociones que giraba entre ellos. Sabía que ambos estaban lidiando con algo delicado y que la amistad que habían construido estaba en juego.

—Te prometo que haré todo lo posible para que nada cambie —dijo Clara, apretando la mano de Leo, sintiendo su calor, deseando que eso pudiera ahogar sus inseguridades.

Leo sonrió, pero era una sonrisa triste.

—Me alegra escuchar eso. Pero también quiero que seas feliz, incluso si eso significa tener a alguien más en tu vida. —Su voz se rompió un poco, y Clara sintió un nudo en su garganta.

La conversación quedó suspendida entre ellos, como si el aire estuviera cargado de electricidad. Clara deseaba encontrar las palabras correctas, algo que pudiera aliviar la carga que ambos llevaban. En ese momento, Clara supo que debía ser valiente.

—Quizás deberíamos invitar a Daniel a un café. Así podrías conocerlo. Podríamos ver cómo se siente todo y, tal vez, eso ayude a aclarar las cosas —sugirió ella, con un firme intento de unir sus mundos.

Leo la miró con sorpresa, como si no pudiera creer lo que había escuchado.

—¿Estás segura? —preguntó, entrecerrando los ojos.

—Sí. Creo que sería mejor que todos nos conociéramos. No quiero que este nuevo camino nos separe —respondió Clara, sintiendo que había encontrado una forma de mantener viva la amistad mientras exploraba nuevas posibilidades.

—Está bien, lo intentaré —dijo Leo, tomando la decisión casi de inmediato. Había un aire de resignación, pero también de aceptación en su voz.

Antes de SeptiembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora