Capítulo 3:Cambios Inesperados

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Los días que siguieron al intenso encuentro con Daniel fueron una mezcla de emociones para Clara. Se sentía atrapada entre la nueva conexión que había forjado con él y la historia que compartía con Leo. Cada momento, cada mirada desencadenaba en su mente una batalla entre lo que deseaba y lo que era correcto. Pero todo eso cambió una mañana soleada cuando, con el corazón todavía acelerado por el recuerdo de la noche anterior, recibió una notificación en su teléfono.

"¡Felicidades! Ha sido aceptada para la beca de Estudios en el Extranjero en la Universidad de Miami."

Clara se quedó paralizada, sin poder procesar la noticia. La carrera de sus sueños estaba a un paso, pero la posibilidad de irse tan lejos también implicaba dejar atrás todo lo que había comenzado a descubrir en su vida personal. ¿Y qué pasaría con Leo y Daniel? La idea de separarse de ellos la llenó de preocupación y emoción.

Después de varios minutos de contemplación, Clara decidió que necesitaba hablar con Leo. Sin embargo, al mismo tiempo, quería compartir la noticia con Daniel. Así que optó por llamar a ambos para una reunión en el parque, donde todo había comenzado.

Mientras esperaban, Clara sintió cómo el nudo en su estómago se iba apretando más y más. Cuando Leo llegó, su sonrisa se dibujó en su rostro al verla. Se acercó y la abrazó con calidez.

—¡Hola, Clara! —dijo con entusiasmo—. ¿Cómo has estado?

—Hola, Leo. Necesito contarte algo... —comenzó Clara, pero justo en ese momento, Daniel apareció, su mirada segura y determinada.

—¿Listos para empezar? —preguntó Daniel, despreocupado, sin notar la tensión en el aire.

Ambos hombres la saludaron, pero Clara notó una ligera frialdad en el saludo entre ellos. La energía cambió abruptamente.

—Claro, ¿por qué no nos sentamos? —sugirió ella, tratando de suavizar el ambiente. Se sentaron en un banco bajo un gran árbol y, con el corazón latiendo con fuerza, Clara respiró profundamente.

—Bueno, hay algo que necesito compartir con ambos —dijo, mirándolos alternativamente—. He recibido una beca para estudiar en Miami. Es el programa que siempre he querido...

El impacto de la noticia fue inmediato. Leo abrió los ojos, sorprendido, y su rostro pasó de la alegría al conflicto.

—¿Miami? Eso es increíble, Clara. Pero... ¿cuándo te irías? —preguntó, la preocupación asomando en su voz.

—En dos meses —respondió Clara, sintiendo cómo un desgaste emocional se apoderaba de ella.

Daniel sonrió, pero Clara pudo ver la sombra de la incomodidad reflejada en sus ojos. —Eso es genial, Clara. Estoy muy feliz por ti —dijo, pero sus palabras tenían un matiz que no pasó desapercibido.

—¿Genial? ¿Genial? —interrumpió Leo, su tono subiendo de intensidad—. Esto significa que te alejarás de nosotros, de todo lo que hemos construido aquí.

El ambiente se tensó, y Clara sintió su pecho apretarse. Sin querer, había desatado un conflicto entre ellos.

—No es así, Leo. Solo estoy... buscando lo que siempre he querido —replicó Clara, tratando de calmarlo.

—¿Qué hay de nosotros? —preguntó Leo, su voz llena de frustración—. He estado aquí, al lado tuyo. Mientras tú decidías explorar lo que sentías por Daniel, yo estaba esperando que esto significara algo.

—¿De verdad crees que esto es justo? —gritó Daniel, incapaz de contenerse—. Clara no te pertenece. Ella tiene el derecho de perseguir sus sueños, como el de estudiar en Miami.

—¡No estoy diciendo que le pertenezca a nadie! —exclamó Leo, mirando a Daniel con furia—. Pero esto es un cambio drástico. He estado a su lado, y resulta que ahora tengo que enfrentar que se va.

Clara se sintió atrapada entre sus dos mundos, el deseo de ambos que había sentido y la realidad de lo que significaba dejar a todos atrás. La pelea escalaría si no hacía algo.

—¡Basta! —intervino Clara, levantándose de su lugar, sintiéndose abrumada—. Esto no se trata de quién tiene razón o no. Estoy feliz por la oportunidad, pero no quiero que nuestra amistad se convierta en esto.

Ambos hombres se miraron, sus miradas llenas de rencor y confusión. La tensión era palpable, y Clara deseó con todo su corazón que pudiera haber una forma de manejarlo sin que se destruyeran entre ellos.

—Necesito tiempo para pensar en todo esto —dijo, sintiendo el peso de las lágrimas asomándose en sus ojos—. No estoy lista para perder a ninguno de ustedes.

Leo y Daniel miraron a Clara con expresiones de complicidad, sus rostros cambiando gradualmente de ira a arrepentimiento. Pero el daño ya estaba hecho.

—Lo siento, Clara —dijo Leo, su voz ahora más suave—. Solo me preocupa perderte.

Daniel asintió, aunque su expresión era una mezcla de frustración y comprensión. —Solo quiero que estés feliz. Pero esto es complicado.

—Lo sé —susurró Clara—. Tal vez deba dar un paso atrás para reflexionar.

Se despidieron, pero Clara sintió como si un muro invisible se erigiera entre ellos, uno que había sido construido por la inseguridad y el deseo. A medida que se alejaba, una sensación de tristeza la embargó. Sabía que su vida estaba a punto de cambiar de maneras que nunca había anticipado, y no podía evitar sentir miedo de lo que vendría.

Mientras caminaba sola, con sus pensamientos enredados, Clara reflexionó sobre lo que significaba para ella esta nueva oportunidad. Pero en el fondo, la pregunta seguía retumbando en su cabeza: ¿Estaba lista para dejar todo atrás, incluyendo el amor y las amistades que había cultivado aquí?

Antes de SeptiembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora