Sentimientos incontrolables.

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La mañana siguiente llegó con una luz tenue que se filtraba a través de las cortinas de Clara. Se despertó con el corazón acelerado y la mente llena de pensamientos abrumadores. La noche anterior había sido intensa y llena de deseo, pero la realidad se deslizaba como un velo oscuro sobre la claridad de ese momento.

Se sentó en la cama, llevándose las manos a la cabeza, tratando de organizar sus ideas. Había besado a Leo, y la conexión que habían compartido era tan real como confusa. ¿Había arriesgado su amistad por un impulso de pasión? Su mente comenzaba a girar con las posibles consecuencias, teniendo en cuenta también a Daniel.

Con un suspiro profundo, Clara se levantó y se preparó para el día. Sabía que no podía evitar la conversación que tenía que tener con Leo. Una parte de ella anhelaba que todo hubiera sido un sueño, pero su corazón sabía que debían enfrentar la nueva realidad.

Mientras se preparaba un café, su teléfono vibró en la mesa. Era un mensaje de Leo:

"¿Podemos hablar hoy? Hay mucho que necesitamos aclarar."

Clara sintió un nudo en el estómago. Escribió con rapidez:

"Sí, claro. ¿Te parece bien después del trabajo?"

"Perfecto, nos vemos en nuestra cafetería habitual."

Con el corazón pesado, terminó su café y se dirigió a la universidad. Las horas pasaron lentamente. Clara intentó concentrarse en sus clases, pero su mente vagaba entre el beso y la conversación que tendría más tarde. No podía evitar preguntarse cómo podría cambiar su relación con Leo y qué pasaría con su nuevo vínculo con Daniel.

Finalmente, al caer la tarde, se encontró en la cafetería, nerviosa y expectante. Cuando Leo llegó, sus ojos reflejaban una mezcla de determinación y vulnerabilidad. Se sentaron en una mesa en la esquina, y Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—Hola —saludó Leo, su voz firme pero su expresión suave.

—Hola —respondió Clara, sintiéndose más pequeña bajo su mirada.

Un momento de silencio se extendió entre ellos. Finalmente, Leo rompió la tensión.

—Quiero empezar diciendo que lo que ocurrió anoche me tomó por sorpresa. No sé si estaba preparado para eso, pero no puedo mentir y decir que no me gustó —dijo, su sinceridad iluminando la sala.

Clara se sintió desbordante de emociones. —Yo tampoco. Fue... complicado, pero increíble también.
Apenas podía articular sus pensamientos. —Lo que siento por ti es real, Leo, y eso me asusta.

Leo se inclinó hacia adelante, su mirada intensa. —No quiero perderte, pero tampoco quiero ser una segunda opción. Mereces ser feliz, y si eso significa explorar lo que tienes con Daniel, lo entenderé.

Ese comentario la golpeó con fuerza. —No quiero que pienses que estoy eligiendo entre ustedes. Siento cosas por ambos, y no sé cómo manejarlo.

—No puedo pedirte que elijas ahora, pero debes ser honesta contigo misma y conmigo sobre lo que realmente quieres. —Sus palabras eran firmes, pero su sonrisa trataba de desviar la gravedad del momento.

—Pero me preocupo por ti, por nosotros. Lo que tienes conmigo es especial —dijo Clara, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.

—También lo creo —respondió Leo, extendiendo la mano hacia ella, tomando suavemente su muñeca. Su toque era cálido, familiar, llenándola de un sentido de consuelo. —Clara, quiero que tomes tu tiempo. No puedo obligarte a sentir de una manera específica.

El momento se volvió jodidamente real. La conexión entre ellos era palpable, el deseo aún latente, enredándose entre los miedos y la incertidumbre. Pero en ese instante, Clara también pensó en Daniel, en cómo su presencia había añadido un nuevo matiz a su vida.

Las emociones comenzaban a desbordarse, y Clara tomó aire, decidiendo abrir su corazón por completo. —Anoche me di cuenta de cuánto te quiero, Leo. Pero también quiero explorar lo que siento por Daniel. Tal vez eso nos lleve a un lugar mejor... o más claro.

Leo la miró, sus ojos brillando con comprensión. —Está bien. La vida es complicada, y los sentimientos no siempre tienen que encajar en un molde de blanco o negro. Solo prométeme que serás honesta.

—Lo prometo —respondió Clara, sintiéndose aliviada de la carga que estaba levantando. En ese momento, ambos sabían que estaban en una encrucijada, pero también que el amor que compartían era fundamental.

Mientras terminaban su café, Clara sabía que no podían evitar lo inevitable: una conversación con Daniel tendría que suceder pronto. Pero al menos ahora, compartían una comprensión mutua de sus sentimientos, y eso les daba fuerza.

Mientras se despedían, Leo le apretó la mano con ternura y calor, un gesto que reafirmó su conexión. Clara sintió que el deseo aún chisporroteaba entre ellos, dejando una promesa de que, sin importar lo que pasara, nunca dejarían de luchar por lo que más querían.

Esa noche, mientras Clara se preparaba para enfrentar el próximo capítulo de su vida, supo que el camino no sería fácil. Pero con la honestidad como brújula y el deseo como guía, se sentía lista para navegar a través de este laberinto emocional.

Antes de SeptiembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora