Capítulo 2. Regreso a la realidad

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Fina, petrificada, miraba a la mujer que tenía frente a ella. Había algo hipnótico en aquellos ojos azules, de una apariencia extraña, casi sobrehumana, que se clavaban en ella como cuchillos. Cada segundo que pasaba bajo esa mirada se sentía más atrapada, como si una mano invisible le apretara el pecho, impidiéndole respirar. La intriga y el miedo se mezclaban en su interior, enredándose en un nudo que apenas le dejaba pensar.

– Vuelve a la vaina.

Le dijo en un tono frio y distante aquella mujer extraña y desconocida, que vestía una especie de bata blanca sobre lo que parecía ser un uniforme de trabajo, de tonos grises y apáticos; como lo era todo el entorno que las rodeaba. Fina dirigió su mirada lentamente hacia donde le señalaba aquella mujer. Se estremeció al contemplar aquel tanque inmenso al lado de ellas y al reparar en que hacia unos minutos había tenido que salir de aquella cosa, a la que llamaba vaina, casi ahogándose en el fondo de aquel tanque en el que se encontraba sumergida.

– No -susurró casi ahogándose, aún afectada por lo que acababa de vivir.

La mujer no se inmutó. Su mirada seguía fija en Fina, como si pudiera ver más allá de su piel, leyendo sus pensamientos. La frialdad en sus ojos era casi tangible y Fina sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Una parte de ella quería escapar, huir de esa presencia que la mantenía clavada en el suelo, pero sus piernas no respondían, como si estuvieran hechas de plomo.

– Fina. Vuelve a la vaina. -volvió a decirle, en un tono más distante.

La dureza y frialdad que le transmitía aquella voz, solo era superada por la de aquellos extraños ojos. Fina cerro los suyos, respirando profundamente e intentando pensar con claridad, tomando conciencia de si misma y de lo que la rodeaba. Fue cuando se percató de que estaba desnuda y, como si fuera poco, estaba totalmente cubierta por una especie de liquido viscoso que sentía en cada rincón de su cuerpo. La sensación desagradable que sentía solo era eclipsada por el pudor que le daba encontrarse desnuda; como en uno de esos sueños en los que te encuentras en el instituto, el trabajo o la mismísima calle completamente desnuda y vulnerable ante la mirada de otros.

Sin pensarlo un segundo más, se puso en pie y echo a correr; o eso intentó. Ya que apenas logró avanzar unos pasos antes de caer nuevamente al suelo.

– Fina... -exclamó en un susurro.

"Pero, ¿cómo sabe mi nombre?" pensó Fina, mientras sentía como las manos de aquella mujer la agarraban con firmeza y la levantaban del suelo.

Marta no dudó ni un segundo en sostener a Fina y levantarla del suelo, guiándola de vuelta al borde del tanque. Al sentarla en el borde, un borde frío y áspero de unos 50 cm de alto, Marta se dio cuenta de lo que acababa de hacer: había tocado la piel de humana y cálida de Fina. Un estremecimiento involuntario recorrió su cuerpo, haciendo que su corazón palpitara de forma descontrolada. Se apartó de inmediato, dando un pequeño brinco, como si la piel de la joven le hubiera dado una descarga eléctrica.

Fina cerró los ojos con fuerza, intentando huir de la mirada inquisitiva de aquella extraña mujer; que le aterraba y reconfortaba al mismo tiempo, produciéndole más confusión de la que ya sentía.

El reflejo del terror en el rostro de Fina despertó en Marta sentimientos que nunca habría imaginado tener hacia un humano. Le incomodaba verse a sí misma como algo de lo que se debiese huir, una figura que provocase miedo. No podía entender por qué Fina estaba tan aterrada, pero la sensación de rechazo le producía una inquietud desconocida.

"Quizás he sido demasiado distante. Demasiado arcánea" pensó Marta, intentando encontrar una explicación racional. "Es humana... su cerebro no procesa las emociones como el mío. No sabe controlarlas" se dijo, buscando consolarse.

El Núcleo de la Realidad #Mafin (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora