Capítulo 6. Vínculos y lazos

148 24 6
                                    

El abrazo de su hermano hacía que Marta se sintiera en calma, como llegar a casa tras un día sombrío, encontrar sombra en un día caluroso o acurrucarse bajo las mantas en una fría y lluviosa noche de invierno. Marta hubiera preferido quedarse en ese abrazo indefinidamente, pero el tiempo seguía avanzando sin tregua.

Recobró fuerzas y se apartó de los brazos de su hermano, quien la observaba con una mezcla de emoción y preocupación.

– ¿Estás bien? -su rostro dejaba percibir la notoria intranquilidad que sentía por su hermana; no era usual en ella mostrar sus sentimientos, ni ser tan emocional. – ¿Ha pasado algo? ¿Has visto... algo?

Aún conmocionada por el huracán de emociones que sentía, Marta respiró hondo, se tragó todas sus emociones y se dispuso a hacer aquello para lo que había decidido ir hasta allí. Dispuesta a entablar una conversación que días atrás le hubiese parecido una completa locura.

– Sí. Estoy bien. -se limitó a responder. – Sólo he venido por...

Marta dudó durante unos segundos. Había planificado esa conversación en su cabeza durante todo el trayecto pero, ahora que estaba dispuesta a tenerla, no sabía ni cómo empezar.

– MRT... no pareces tú. -le dijo, aún preocupado. – Ese abrazo...

– Olvídalo. -le cortó en seco; ahora sí le recordaba a la hermana que él recordaba, distante e incluso arisca. – Ha sido un momento... de debilidad.

NDRS no pudo evitar soltar un bufido. Negando con su cabeza, en señal de incredulidad.

– ¿Debilidad?

– Llevo varias noches durmiendo poco. -explicó, Marta. – No le des tanta importancia.

Las palabras de su hermana le resultaron casi más hirientes que la entonación con la que las pronunciaba. NDRS respiró hondo, esforzándose por mantener la calma; no quería discutir con ella.

– Pues tú dirás, MRT. ¿Por algo habrás venido, no? -la voz de su hermano se tornó más dura, aunque no tan distante como la suya. – Dijiste que necesitabas mi ayuda. -le recordó.

Marta tragó saliva, mientras calculaba cada una de las palabras que iba a decir. Necesitaba que esa conversación fuera a buen puerto. Era el último cartucho que le quedaba para intentar salvar a Fina y, también, su rendimiento en el Núcleo como simuladora.

– Tienes razón. -respondió con seguridad. – Necesito saber una cosa. -dudó unos segundos antes de proseguir; sabía que si empezaba esa conversación, podría descubrir cosas que quizás le hicieran tambalear todas y cada una de sus creencias. – Llevas cerca de seis años con esa gente. -en su voz se denotaba cierto desdén, cuando se refería a los anarquistas de la Resistencia. – Ya debes conocer ciertas cosas.

La expresión de NDRS se entornó endurecida, incluso podría decirse que estaba visiblemente molesto.

– Seis años sin ver a tu hermano pequeño y... -negó con su cabeza. – Tienes la poca vergüenza de venir a buscarme, única y exclusivamente para sonsacarme información. ¿Te ha mandado el Consejo? ¿O padre?

Marta puso los ojos en blanco y dejo caer un resoplido.

– No me ha enviado nadie. -sentenció. – He venido porque necesito saber...

– ¿Qué? -le cortó, NDRS. – No voy a contarte nada, MRT. Mucho menos para que vayas corriendo a contárselo al Consejo o a las autoridades.

La desconfianza de su hermano le dolió profundamente. Aunque en su rostro impasible solo se reflejase apatía, por dentro seguía sintiéndose desesperadamente derrumbada.

El Núcleo de la Realidad #Mafin (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora