Capítulo 4. El punto de inflexión

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Al día siguiente, Marta llegó al Núcleo sintiéndose extrañamente desorientada. La conversación con su familia la noche anterior le había dejado una inquietud persistente, no podía dejar de darle vueltas a aquella pregunta que le había invadido sin permiso. Sin embargo, intentó sacudirse esas dudas mientras caminaba por los impecables pasillos del Núcleo, un lugar donde siempre había encontrado seguridad y control. Hasta ahora, que la familiaridad de su entorno no le ofrecía ningún tipo de consuelo.

Nada más entrar en su cabina de control y sentarse frente al panel, Marta notó de inmediato que algo andaba mal. Los datos de la simulación de Fina eran erráticos, las gráficas mostraban picos y caídas inusuales y el código, que hasta días atrás siempre había sido estable, parecía estar corrompido.

– No. Otra vez, no. -murmuró Marta, sintiendo que su corazón comenzaba a acelerarse.

Empezó a teclear con la mayor rapidez que le permitían sus estilizados y largos dedos, intentando que todo volviese a establecerse, una vez más. Una parte muy interna y oculta de ella, esperaba que se tratara de un fallo temporal, algo que pudiera solucionarse con un simple reinicio o añadiendo algún código más. Mientras que otra parte, esa que lleva el control de sus acciones y pensamientos, la más calculadora y distante, sabía que hiciera lo que hiciese nada iba a funcionar.

Los datos continuaron fluyendo de manera caótica, mostrando cada vez más grietas, a cada pensamiento que Fina tenía dentro de la simulación, más errores aparecían, corrompiendo el código fuente y alterando no solo la simulación, sino los parámetros biométricos de Fina.

– Va a colapsar... -susurró, como si necesitase escucharlo en voz alta.

El pánico empezó a apoderarse de ella. Esta situación era nueva, algo para lo que no había sido entrenada. Comenzó a revisar frenéticamente todos los apuntes, manuales e instrucciones que tenía a su alcance, en un intento inútil de encontrar alguna solución. Pero no encontró nada.

La presión que sentía en su pecho aumentaba con cada segundo. Su respiración se volvía más rápida y superficial. El pánico amenazaba con apoderarse de ella. Sentía sudores fríos recorrer su frente mientras luchaba por mantener la calma.

"¿Cómo hemos acabado en esta situación?" se preguntó desesperada.

Un pensamiento persistente irrumpió en su mente, arrastrándola de nuevo al instante en que todo comenzó, como el primer dominó en una reacción en cadena. Intentó ignorarlo, pero el recuerdo de su última conversación con CRMN, tres días atrás, se abrió paso con una claridad dolorosa.

***

La cabina de control estaba en silencio, el zumbido suave de las máquinas era la única compañía de Marta mientras vigilaba la simulación de Fina. La muchacha había estado lidiando con insomnio durante varias noches y Marta sabía que si no lograba que descansara, podría agotarse, colapsar y morir dentro de la vaina. Eso sería un desastre no solo para Fina, sino también para el ranking mensual de rendimiento de Marta.

El sonido de la puerta abriéndose, la distrajo de su concentración. Al girarse, vio a su vieja amiga CRMN. Marta la miró de reojo, recordando la acalorada discusión que habían tenido la última vez que se vieron, antes de que ella decidiera desertar y marcharse con la Resistencia. CRMN parecía diferente, su rostro moreno reflejaba una mezcla de emociones que Marta no podía descifrar muy bien.

– MRT -comenzó CRMN, con una entonación suave y amigable; en un intento de reconciliación. – Lamento lo que pasó la última vez. No quería... que las cosas terminaran así entre nosotras.

Marta no apartó la vista de la pantalla, su tono fue frío y distante cuando respondió.

– No pasa nada -se limitó a responder, en su entonación distante habitual. – Supongo que es normal, cometer errores.

El Núcleo de la Realidad #Mafin (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora