19: confesiones

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19: Confesiones

Pov's richard:

Después de la victoria contra Bolivia y la conversación con Fernanda, sentí un alivio profundo, pero también una especie de inquietud que no podía sacudirme. Habíamos logrado lo que queríamos, pero sabía que esto era solo el comienzo. La Copa América estaba a la vuelta de la esquina y, con cada paso que daba, sentía el peso de las expectativas de todo un país sobre mis hombros.

Estaba solo en mi habitación del hotel, mirando el techo, cuando decidí que ya era suficiente. Me puse de pie, cogí mi celular, y marqué el número de Fernanda. La necesitaba cerca, más que nunca.

—Fernanda—dije con voz firme cuando contestó— necesito hablar contigo.

—¿Todo bien, Richard?—preguntó ella, su tono lleno de preocupación.

—Sí, es solo que…—suspiré— estoy nervioso, Fernanda. La Copa América, todo lo que viene. Siento que tengo que ser perfecto y eso me asusta.

Hubo un silencio en la línea, y por un momento, temí que no supiera qué decir. Pero Fernanda nunca me decepcionaba.

—Richard—dijo con suavidad— sé que sientes que todo depende de ti, pero no estás solo en esto. Tienes un equipo que confía en ti y que está contigo en cada paso. Y me tienes a mí, siempre. No tienes que ser perfecto, solo tienes que ser tú.

Sus palabras fueron un bálsamo para mi alma. Estaba en lo correcto. No estaba solo, y no tenía que cargar con todo el peso del mundo. Nos quedamos hablando un rato más, sobre cosas pequeñas, sobre lo que vendría después, y finalmente, cuando colgamos, me sentí más ligero, más preparado para enfrentar lo que venía.

Al día siguiente, en el entrenamiento, me enfoqué en disfrutar el juego, en recordar por qué amaba el fútbol en primer lugar. Sentía la energía del equipo, todos estábamos conectados, listos para lo que fuera. Y sabía que, pase lo que pase, tenía a Fernanda de mi lado.

 Y sabía que, pase lo que pase, tenía a Fernanda de mi lado

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Pov's Fernanda:

Richard me llamó anoche y pude sentir el peso en su voz, el miedo que intentaba esconder detrás de su tono tranquilo. Sabía que estaba cargando con más de lo que decía, y aunque intenté tranquilizarlo, no podía evitar sentirme preocupada. Quería estar allí, a su lado, para que supiera que no tenía que enfrentarlo todo solo.

Un contrato - Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora