Capítulo Dos

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Fluke tardó varios segundos en contener su incredulidad.

¡Los Thitiwat querían a Nicky! ¡Querían al hijo de Ollie! No podía creer que ese hombre estuviera hablando en serio. Ohm lo miró como un gato miraría a un ratón.

-A Damon le encantan los niños. Nikos será un hijo querido.

-Yo realmente... realmente no me creo estar oyendo esto- admitió Fluke trémulamente-. ¿Primero no deja que su hermano se case con Ollie y luego cree que tiene derecho a quedarse con el niño? Él fue el que cortó con mi hermano, no contestó a sus cartas, permitió que usted lo humillara y luego que pasara por un embarazo difícil sin ninguna clase de apoyo por su parte... ¿Y ahora viene usted aquí a decirme que él quiere a su hijo?

Mientras hablaba la ira se fue apoderando de él.

-Sea lo que sea lo que usted sienta por mi hermano, él es el padre del hijo de su hermano.

-No me puedo creer que usted acepte eso.

-Damon ha heredado de mi madre un raro grupo sanguíneo, Tengo entendido que Nikos lo comparte.

Eso lo dijo tan tranquilo, sin darse cuenta, al parecer, de la gran ofensa que le estaba causando a Fluke al admitir que había comprobado todas las evidencias antes de dar por hecho que Nicky era el hijo de su hermano.

-Las posibilidades de que eso se produzca por una coincidencia son de una entre varios millones.

-¡Y probablemente usted siga comprobándolas todas!- exclamó Fluke molesto.

-No estoy dispuesto a tener una discusión con usted, señor Natouch... Sólo estoy aquí por el niño y como negociador por parte de mi hermano.

-¿Negociador?

-¿Le parece mejor conciliador? El pasado no se puede cambiar.
Debemos tener en cuenta el futuro de mi sobrino.

-¡El futuro de Nicky es conmigo!

Pero a pesar de todo estaba sorprendido por esa oferta, que nunca pensó que le fueran a hacer.

-No me cabe duda de que usted debe haber pensado en un precio para cederle el niño a un padre al que, evidentemente, desprecia.

-¿Un precio?- susurró Fluke.

-Cualquiera... Dígalo y es suyo- murmuró Ohm Thitiwat suavemente, seductoramente, como un vendedor de droga tentando a un adicto.

Fluke estaba tan sorprendido por lo que, al parecer, ese hombre pensaba de él que siguió en silencio.

-Usted nos cede a Nikos discretamente, manteniendo la boca cerrada y, a cambio... a cambio, yo le daré lo que quiera. Píenselo. Ha tenido una vida muy dura. ¿Qué edad tiene? ¿Treinta? ¿Treinta y dos?

Fluke le devolvió la mirada y se agarró con las manos temblorosas al respaldo de una silla. ¿Treinta? ¿Treinta y dos? Cielo santo, ¿parecía tan viejo?

-Podría hacer algo con su cuerpo- siguió él-. No es demasiado tarde. El dinero puede comprarle la belleza. Con esfuerzo y la ayuda de profesionales podría resultar bastante atractivo.

-No me diga- dijo Fluke por fin.

A pesar de que nunca se había hecho muchas ilusiones sobre su aspecto, aquello terminó con las pocas ilusiones que le quedaban.

-El mundo sería suyo. Podría viajar. Usted es una persona inteligente. Incluso, probablemente, podría encontrar un marido.

Fluke se estremeció y respiró profundamente. Estaba claro que ese tipo pensaba que estaba desesperado por un hombre. Con un vigoroso esfuerzo de su voluntad se contuvo de reaccionar como debía ante esa nueva humillación. Él era griego hasta la médula. Lo que Ollie había llamado un hombre sin reconvertir, él lo llamaba simplemente hombre de Neanderthal. Debía de estar en una cueva, no en una sociedad civilizada.

Unidos por el rencor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora