Capítulo Siete

229 44 1
                                    






- ¿Quien es el niño más guapo del mundo? ¿Quién tiene los ojos castaños más bonitos y el cabello negro más brillante?-susurraba Fluke mientras estaba tumbado en la alfombra y sujetaba delante a Nicky-. Y no vas a crecer para besar a las niñas y hacerlas llorar luego, ¿verdad? Quiero que seas sensible, cariñoso y
romántico. Se necesita ser un hombre de verdad para ser esas cosas. Y no se te ocurra hacerle caso a los que te digan otra cosa.

-¿Es esta una sesión privada de adoctrinamiento o se puede apuntar cualquiera?

Fluke se quedó helado y entonces vio los zapatos italianos de Ohm, Cielos, ¿podía ser ya esa hora? Durante las dos últimas semanas se había asegurado de no estar por allí durante las visitas de Ohm a la habitación de Nicky.

Se ruborizó y se puso en pie. Vestía unos vaqueros y una camiseta aún húmeda por haber bañado a Nicky y se le pegaba al cuerpo ya que no tenía nada debajo.

-Si lo transformas en un chico sensible, cariñoso y romántico - le dijo Ohm en plan sarcástico-. Va a ser una presa fácil para todas las cazafortunas de Europa.

-No veo por qué. Esas cualidades no excluyen la inteligencia y la cautela.

-En mi libro, sí. Mírame a mí...

Fluke respiró profundamente y lo hizo así y notó la ya conocida sensación de tener las rodillas blandas. Se encontró con su mirada y el mundo empezó a darle vueltas y la mente se le quedó en blanco. Peor aún, todas las células de su piel se pusieron en alerta roja.

Había intentado con todas sus fuerzas que no le afectaran esas cosas, pero no le parecía que pudiera tener éxito.
Cada vez que miraba a Ohm le parecía más guapo. Trató de encontrar algún fallo, pero no lo logró. Intentó acordarse de en cuántas cosas él no encajaba en su imagen de hombre perfecto, pero seguía quedándose embobado cada vez que se le acercaba.
Nunca antes se habría imaginado que sus emociones se fueran a descontrolar tanto. Pero de alguna manera, Ohm lo había logrado sólo con una noche. Cielos, si se le volvía a acercar ¿qué devastación dejaría atrás cuando se alejara? Se recordó a sí mismo que Ohm ya se había vengado y le había hecho el amor así que, ¿por qué iba a querer hacerlo otra vez?

Entonces se dio cuenta de que los ojos de él no se habían apartado de él ni por un momento y seguían recorriéndolo muy despacio. Fluke bajó entonces la mirada y se percató de que acababa de cometer un error, ya que Ohm estaba en un estado de inequívoca excitación sexual.

Se ruborizó ferozmente y apartó los ojos que había mantenido fijos, fascinados en el bulto de los pantalones perfectamente cortados de él. Tomó a Nicky en brazos y lo dejó en su cuna.

-He decidido terminar pronto con el trabajo hoy...

-Oh.

-Podemos cenar juntos.

Y ¿cuál sería el entretenimiento de después de la cena? Pensó Fluke con una extraña mezcla de sensaciones.

-Yo ya he comido...

Dado que Ohm no había cenado en casa durante esas dos semanas, Fluke había adquirido la costumbre de hacerlo en su habitación, ya que encontraba excesivo para él solo el esplendor del comedor, servido siempre por, al menos, dos miembros de la servidumbre que le demostraban sutilmente que, por alguna razón sólo conocida por ellos, simpatizaban con el abandonado recién casado.

En realidad, las relaciones con los miembros del servicio, algo que había temido al principio, eran bastante buenas. Fluke, que nunca había tenido un sirviente en toda su vida, era tratado como un rey. Sus comidas favoritas, sus flores favoritas...

Cualquier cosa por la que expresara levemente un deseo se la ofrecían con las mejores sonrisas. No dejaba de preguntarse la razón por la que todos ellos eran tan increíblemente amables con él.

Unidos por el rencor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora