~Cap.2 "Tengo un plan, confía en mí"~

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El recado que Anthony tuvo que hacer no fue muy difícil, fue entregar varios encargos de algunos objetos de la tienda a clientes que vivían en calles lejanas. Era el día que mejor recompensa iban a recibir, no podía estar más feliz, ¡Charlie podría curarse al fin!
Pero, como todos sabemos, la alegría y el entusiasmo no son para siempre, y nuestro querido Anthony estaría apunto de descubrirlo. Anthony no tardó mucho en entregar todos los paquetes ya que tenía mucha energía gracias a la anterior noticia de la recompensa. Al llegar a la tienda tuvo que respirar ya que había corrido toda una calle hasta llegar y se había quedado sin aire. Al entrar pido ver que el anciano no estaba en el mostrador, cosa que lo extraño ya que el anciano estaba allí siempre, pensó que tal vez estaría cuidando de su hermano Charlie, pero aun así sentía que algo iba mal... No le dió mucha importancia a ese presentimiento y sin pensárselo dos veces bajó rápidamente las escaleras hasta llegar al sótano pero no sabía que el mal estaba justo al cruzar la esquina...

No pudo siquiera parpadear cuando un enorme brazo lo agarró de su rota camisa al darse cuenta de que estaba rodeado de personas. Estás eran la familia del anciano. El hombre y su hermano estaban detrás de la familia, con un gesto de debilidad y pena en sus caras. La familia del señor Brown era de cinco personas, sus dos hijos, hombres fuertes y grandes, quienes creían que estaba demente por ayudar a aquellos vagabundos; las hijas de los hombres y la mujer de uno de ellos. Todos con rasgos robustos. Miraban con odio y asco a chico.
–¿A donde crees que vas rata callejera?–
Le empujó uno de ellos.
–No pensarás en quedarte aquí ¿Cierto?–
Preguntó otro mientras lo empujaban y lastimaban.
–Vosotros dos habéis obligado a nuestro padre a dejaros aquí, ¡¿Quienes os creéis estúpidos enfermos?!–
El anciano intentó convencerles de que él mismo les dejó quedarse allí, pero no funcionó...
–Cerraremos está vieja tienda, este hombre es demasiado anciano y demente como para seguir este negocio–
balbuceó una de las mujeres agarrando al pobre Charlie del brazo dejándolo tirado en el suelo inmóvil.
Anthony rápidamente lo cogió y, como pudo, lo llevó hasta la salida a toda prisa. Jamás volverían a pasar por esa calle, no después de lo que hicieron...

Varios días después, se habló bastante de la desaparición de las mujeres de los hijos del señor Brown, algo que hizo que los dos hermanos abandonasen la calle.

Charlie empezó a empeorar por el frío en las calles y por la falta de alimento que necesitaba, tosía cada dos minutos dejándolo apenas con aire. Anthony se sentía culpable e inútil.
Al anochecer, cuando unas pocas estrellas podían verse claras desde el nublado cielo y empezaba a helar un fuerte ruido hizo que el joven se despertara. Provenían de la curva que daba acceso a la avenida principal. Una de las calles más desalojadas y solitarias de la zona. Tuvo un presentimiento que le hizo levantarse y asomarse dejando ver una enorme casa de piedra y tejas redondas y negras. La casa parecía antigua, de las ventanas salía una cálida y llamativa luz de vela, como también un fuerte sonido a bullicio, risas, y a música.
Algo que Anthony desconocía, jamás había oído algo igual, las personas riendo y hablando, ese aire caliente que salía de la casa... Era la única casa con luz, ya que la calle solo estaba iluminada por una sola farola.
Pensándolo mucho, Anthony dió con una idea, tanto lista como arriesgada. Sin pensárselo dos veces volvió al callejón en el que su hermano Charlie se encontraba y zarandeando al chico cuidadosamente lo despertó.
–¡Charlie! ¡Charlie despierta! Por favor, ¡Tengo una idea!– exclamó entusiasmado.
–mmm... ¿Qué ocurre? Serán más de las once de la noche Anthony...– preguntó extrañado.
El joven prosiguió: –Escucha Charlie, ¿Recuerdas aquella gran casa en la calle tenebrosa en la que no había nadie nunca?...– preguntó
–si, si, recuerdo...– le interrumpió su hermano con una sonrisa.
–¡Han montado un a especies de fiesta o algo parecido en la casa! Y tengo un plan bueno pero no te va a gustar... Solo confía en mí, hermano.– mencionó con seguridad. Charlie no se fió mucho de la advertencia de su hermano, pero le siguió escuchando.
–Tal vez, si me cuelo a la casa y robo algo de comida y ropa puedas curarte. Solo iré yo, parece peligroso pero... Es por tí hermano... Has empeorado mucho y...–
Si hermano le interrumpió.
–Anthony, como-... ¿Como piensas meterte dentro? ¿Y si te descubren? ¿Y si son tan malvados como la familia del señor Brown? ¿Y si llegarán a matart-...
Como tú hermano mayor que soy... No debería dejarte ir...– murmuró débilmente.
–¡Pero Charlie! ¡Morirás de frío o hambre si no conseguimos nada! Por vafor... No puedo perderte a tí también... Dijo con una lágrima callendo por su fría mejilla.
–Es muy arriesgado Anthony...– intentó comentar su hermano siendo interrumpido por un fuerte golpe de tos.
–Confía en mí...– suplicó el joven chico con ojos llorosos.
–... Está bien... Pero si te llegara a pasar algo... No me lo perdonaría Anthony, jamás – afirmó su hermano no muy convencido.
Anthony sonrió aliviadamente y sin esperar un segundo más se levantó. Arropó con la fina manta a su hermano y se fue a toda prisa.
–Ten suerte Anthony... Ten suert-...–

                              
                                 –"..."–

The Dead Swans LakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora