Capítulo 10. ¿Coincidencia?.

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Henry Hunter

Salir de la prisión fue un momento abrumador, como si el tiempo que había pasado dentro no fuera real. Pero la ausencia de Jenna era un dolor punzante, uno que ni el paso del tiempo pudo sanar del todo. Cada paso que daba fuera del presidio, me recordaba que jamás volvería a ver su sonrisa, ni a escuchar su risa. Jenna había sido un sueño, uno que quedó atrapado en una realidad a la que ya no pertenecía.
Sin embargo, mi vida no se quedó estancada en ese dolor. A pesar de todo, decidí construir algo nuevo, algo mejor. Mi familia y amigos se convirtieron en mi red de apoyo. Habían pasado por mucho, al igual que yo, pero nuestra relación se fortaleció con el tiempo. Los lazos familiares que antes se sentían frágiles, ahora eran más sólidos que nunca.
Me reconcilié con mi hermana, cuya decepción había sido un peso que llevé por mucho tiempo. Ahora, disfrutábamos de charlas largas junto con mi sobrina, risas compartidas y un entendimiento renovado. Mis amigos también jugaron un papel crucial en este proceso. Siempre estuvieron ahí, recordándome que aún había razones para sonreír, para seguir adelante.

Cada día, aunque Jenna nunca estuviera lejos de mis pensamientos, encontré maneras de llenar ese vacío con momentos valiosos. La vida después de la prisión no fue fácil, pero me enseñó la importancia de la redención, de seguir adelante y de apreciar cada momento con las personas que me rodean.
Y así, mientras veo cada día el sol ponerse en el horizonte, con la brisa fresca cada tarde envolviéndome, sabía que, a pesar de todo el dolor, había encontrado una nueva forma de vivir. Una forma en la que Jenna siempre sería parte de mis recuerdos, pero no definiría mi futuro.

Los días en Wechtt Vinfford eran una mezcla de sol abrasador y misterios sombríos. Al recibir el expediente, me quedé absorto por la trágica coincidencia: dos mujeres encontradas sin vida, con rasgos faciales y corporales tan similares que era imposible ignorar la conexión. Cada detalle en el informe apuntaba a algo más profundo, algo que exigía nuestra atención inmediata.
Trabajo en conjunto con un equipo de agentes también experimentados, cada uno con su especialidad totalmente desarrollada a la perfección. Todos compartíamos una fuerza incansable por encontrar respuestas. La sala de reuniones, con su atmósfera cargada de café y teorías, se convirtió en nuestro cuartel general.

— Henry, ¿qué piensas?.—  me preguntó Lisa, una agente con una intuición afilada como un bisturí. Sus ojos, están llenos de preocupación, reflexionando reflejaban la gravedad del caso.

— Hay algo aquí que no cuadra.— respondí, repasando las fotos de las mujeres. — No puede ser una coincidencia. Pero encontrar ese nexo es como buscar una aguja en un pajar.

— Pues ya estamos frente al hospital forense, no perdamos el tiempo y encontremos esas pistas. — la joven mujer salió del auto colocándose la placa, salí después y me aseguré de dejar el auto cerrado. Seguí detrás de ella y entramos hasta la recepción.

— Buenas tardes.. — exprese con seriedad.

— Buenas tardes..— respondió el joven chico.

— Angentes del estado Wechtt, — dijo Lisa, ambos mostramos las placas.— necesitamos pasar a revisar una vez más el cuerpo de la joven mujer que ha sido encontrada en el centro de la ciudad.

— Buenas tardes, ahora los comunico con el forense.— El hombre asintió y llamó desde el teléfono de su escritorio. — el doctor los espera.

— ¿Sabe si ya han venido a identificar el cuerpo?.— pregunte tranquilamente.

— No, nadie a venido a preguntar por la joven.

— Bueno, espero que sea pronto.— murmure resignado. agradecemos por su cooperación amos por los pasillos del lugar hasta llegar al área donde se encuentra el forense.

"EL VEREDICTO DEL DESTINO" [2] 🐈 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora